Fantasía de un último deseo ll

Espiral de recuerdos

No concilió el sueño tras el extraño evento acaecido en su vida. Pese a que aún faltaban dos horas para juntarse con Yuuki en la parada del bus no volvió a cerrar los ojos, por lo que aprovechó el tiempo en bañarse y preparar su mochila para el primer día de clases.

Mientras estaba bajo el chorro de agua que fluía por la ducha, no dejaba de pensar en lo que había pasado. Estaba seguro de que había visto su propia imagen avisándole que Luna estaba viva. Con el correr de los minutos y con los pensamientos mucho más tranquilos y serenos, sentía que solo era una ilusión, aunque dejando un pequeño espacio para la duda. Se vistió solamente con un pantalón deportivo azul y una polera negra. A pesar de que aún era de noche, la temperatura estaba agradable.

"No puedo creer que me esté volviendo loco. Creo que no debería darle más vueltas al asunto. Dentro de una hora más tengo que juntarme con Yuuki".

Tumbado en la cama y observando con el rabillo del ojo la oscuridad que se cernía tras la ventana, pensó en su amiga. Notaba los sentimientos de ella y se daba cuenta que haría lo imposible por conquistarlo. Se sentía tan confundido. ¿Qué podría hacer al respecto? Lo que menos quería era lastimar a su amiga. La alarma interrumpió la poca tranquilidad que reinaba en su vida.

"No estoy en condiciones para pelear. Ni modo, tendré que ir. Tengo que intentar viajar a Inframundo a través del portal. No creo que sea tan complicado. Solo debo atravesarlo y ya".

Agarró su mochila para salir rápidamente a la oscuridad del exterior. Desde su casa podía ver el agujero negro que se formaba en el cielo con la consecuente aparición de dos Invasores cuadrúpedos con formas de león.

Aun no sentía su cuerpo recuperado y en óptimas facultades para usar su poder, pero si quería intentar llegar al planeta del enemigo tenía que matar rápido a aquellas bestias antes de que desapareciera el agujero.

Activó la Energía Espiritual en sus manos con muchas dificultades y se lanzó al ataque. Según la información entregada por el dispositivo, eran simples Invasores rango cinco. No podrían darle muchas dificultades. Pero sí que las tuvo. La velocidad de los animales era muy superior a la suya. Se sentía muy torpe y lento esquivando las garras incesantes de aquellos monstruos. Logró agarrar a uno del pescuezo y lo eliminó. Matar al otro fue mucho más fácil tras sujetarlo de la larga cola que poseía. En el momento en el que sus cuerpos se desintegraban, alzó la vista para ver el agujero en el cielo. También se desvanecía, siendo a cada segundo más pequeño y transparente.

Se acuclilló en el suelo y toda la Energía Espiritual de sus manos la envió a sus extremidades inferiores. La ocupó toda dejando un poco para no perder la conciencia. Salió disparado como un misil hacia el agujero. Al llegar podía sentir una extraña vibra emanando del portal. Antes de que intentara atravesarlo, el agujero había desaparecido sin dejar rastro.

―¡Maldición! ―gritó enfadado mientras su cuerpo caía libremente sin apenas poder resistirse.

Cerró los ojos resignado al ver que había sido muy lánguido y que iba a impactar muy fuerte en la superficie de cemento. En su estupidez, no era capaz ni siquiera de pensar en la Defensa Espiritual para protegerse de una inevitable colisión. Al llegar, no sintió nada. Un aura estaba salvaguardando su cuerpo.

―¿Qué tratabas de hacer?

Al voltear vio que su amiga lo miraba con una cara muy seria y compasiva.

―Yuuki... No esperaba que llegaras. Muchas gracias por salvarme. Perdona los inconvenientes.

―¿Tratabas de cruzar el portal? ―siguió preguntando con la misma expresión de consternación en el rostro pensando en el fondo de que quizás era un intento de suicidio, pero lo descartó inmediatamente al saber que su amigo no tomaría esa decisión tan drástica más allá de sus problemas.

―La verdad es que sí ―dijo Alex tratando de levantarse y pensando en lo estúpido que debía verse―. Si nadie la ha visto en la Tierra y si consideramos que Balam sobrevivió, hay muchas posibilidades de que Luna esté en Inframundo.

―Es una eventualidad, pero deberías hablarlo con el Jefe. De todas formas, es una idea muy loca que veo muy poco probable.

―No le digas al Viejo, por favor. No quiero que me vuelva a quitar la alarma.

Yuuki lo miró con los ojos entrecerrados y se cruzó de brazos pensando qué hacer al respecto. Sabía que lo que intentaba realizar Alex era muy peligroso. Sin embargo, mientras lo mantuviera vigilado no habría necesidad de contarle a nadie más y así no perdía la confianza de él.

―Acepto, pero con una condición ―declaró sonriendo coquetamente.

Los primeros rayos del sol estaban asomando tras la imponente montaña. El alba eliminaba la oscuridad que aún quedaba en los recovecos de la ciudad.

―Lo que quieras ―respondió Alex sin presentir lo que iba a pedir su amiga.

―Quiero que me beses...

La mente de Alex reaccionó instantáneamente y antes de que le dijera una parte en específico, besó la mejilla derecha de ella.

―No me dijiste donde, así que ya estamos a mano.

―¡Eso es trampa! ―alegó Yuuki muy fastidiada.

Alex miró su reloj para ver la hora. Faltaba muy poco para que marcara las siete en punto.

―Vamos a la parada del bus. Tenemos que irnos a la Facultad. No quiero llegar atrasado el primer día.

―Está bien ―refunfuñó Yuuki inflando las mejillas un tanto molesta, para luego expulsar suavemente todo el aire acumulado. Lamentó la oportunidad que había perdido, pero sabía que tendría muchas más en el futuro.

El viaje a la Facultad fue tranquilo. Conversaron sobre sus vidas, poniéndose al día sobre todo lo que les ha sucedido en el tiempo que estuvieron sin verse. Había un tema que a Yuuki le llamaba mucho la atención y quería conversarlo con él.

―Te noto más alegre que ayer. ¿Te sucedió algo?



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En el texto hay: extraterrestres, superpoderes, romance accion aventura

Editado: 09.07.2022

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