Fantasía de un último deseo ll

¿Quién es Stella?

Estaba tan confundido que sentía que en cualquier momento perdería su propia identidad. El nombre de aquella mujer lo había llevado por un camino repleto de visiones. Preguntas como... ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy? Inundaron sus pensamientos. Solo deseaba tener respuestas de hechos que no era capaz de comprender ni entender en lo más mínimo.

Cuando las imágenes se detuvieron, abrió los ojos para solo ver oscuridad. Una negrura que se esparcía hacía el infinito y se concentraba, a lo lejos, en la figura espectral de una mujer.

"―¡¿Quién eres?!"

Sus gritos de desesperación no dejaron de hacer la misma pregunta. Cansado de la situación, corrió hacia ella por un camino ficticio creado por su propia imaginación. La mujer solo avanzaba sin esperarlo, a pesar de que en reiteradas ocasiones volteó a verlo ante sus alaridos alarmantes.

Por mucho que intentara acercarse, ella se alejaba cada vez más. Correr no bastaba, aunque ella caminara tranquilamente.

"―¿Eres Stella? ¿Eres Luna? ¡Dime quién eres y qué hago aquí!"

Debido al brillo que desprendía no era capaz de distinguirla con detalles. Y cada vez estaba más lejos... hasta que la perdió de vista completamente. Creyó que todo acabaría ahí, pero una extraña voz femenina, que no sabía si era proveniente del oscuro ambiente o de su propia cabeza, sonó con firmeza.

"―Llegará el día en el que serás capaz de comprender todo lo que está sucediendo a tu alrededor. Cuando pase, tendrás que tomar una decisión... Te estaré esperando... en el lugar acordado".

Sus piernas colapsaron por el cansancio. ¿Cuánto estuvo corriendo? Por más que tratara de buscar de dónde provenía no era capaz de verlo producto de la oscuridad.

"―Stella... No sé quién eres, pero no puedo perderte".

Volvió a gritar, repitiendo las mismas palabras hasta que sus cuerdas vocales se desgarraron. De golpe abrió los ojos, tragando saliva para hidratar su seca garganta. El paisaje de desolación, destrucción y muerte que había a su alrededor le indicó que había recuperado la conciencia.

El cielo oscuro esta vez se veía con más claridad. Había amanecido hace treinta minutos. Pese a eso, los rayos del sol no fueron capaces de eliminar la densa capa de humo que rodeaba a la mitad destruida de Aurora.

Con sus manos llenas de tierra ensangrentada, tocó sus mejillas. Seguían mojadas. ¿Cuánto tiempo he estado llorando? Se preguntó. Ni siquiera había sido capaz de entender el ataque de llanto que hizo que se desvaneciera.

El Jefe estaba a su lado sentado en el suelo. Su mirada fija reflejaba preocupación y consternación por la extraña forma en la que se había desmayado.

―¿Qué fue lo que te sucedió? ―fue lo primero que preguntó el Jefe cuando Alex se percató de su presencia.

―No lo sé... ―respondió Alex muy confundido y con un dolor en la sien. Se colocó de pie lentamente mientras usaba el antebrazo derecho para secar su cara.

―Cuando te desmayaste, repetiste el nombre de Stella muchas veces. ¿La conociste?

―No... ―titubeó. Su mente era un mar de dudas. Lo que menos tenía claro era qué fueron aquellas visiones. Por mucho que se esforzara ya no era capaz de recordarlas―. Nunca la he visto en mi vida.

―Es muy extraño ―el Jefe lo observó detenidamente. Por alguna extraña razón mirarlo le recordaba a alguien. Nunca se había dado cuenta de ese detalle. Fue necesario que Alex pronunciara el nombre de ella para que lo notara.

―¿Dónde están los demás? ―preguntó Alex después de mirar a su alrededor y ver que estaban nuevamente solos.

―Les pedí que siguieran sacando cuerpos de los escombros. Aún no han llegado más Cazadores Espirituales. Existe la posibilidad de que seamos los únicos que brinden ayuda.

―A fin de cuentas, parece que la Asociación no tiene mucha autoridad.

―La Asociación en sí está conformada solo por mediocres, partiendo de su Vicepresidente. Son incapaces de tomar buenas decisiones y en casos de emergencia convocan a una reunión con todos los encargados ―se puso de pie. En sus manos llevaba una chaqueta negra que le tendió a Alex―. Toma. Hace mucho frío para que estés con una sola prenda.

―¿Qué haremos nosotros? ―preguntó Alex colocándose la chaqueta que estaba empapada en sangre. No tenía que ser adivino para saber que el Jefe la había sacado de un cadáver.

―Ayudaremos a retirar todos los cuerpos de los escombros y buscar vida. Lamentablemente, dado el panorama, veo difícil que encontremos algún sobreviviente. Sin embargo, vale la pena el intento ―el Jefe vio como Alex asentía aun confundido por todo lo que estaba ocurriendo y él en cierta parte también lo estaba. El no poder descifrar a quién le recordaba Alex lo inquietaba―. Antes de todo eso, iremos a la casa de Stella.

Se mantuvo en silencio sin dar rastro de mayores expresiones, siendo observado continuamente y sin percatarse por el Jefe. Se preguntó si podría estar viva en su casa. Esperaba que fuera así. Imaginar que podría conocerla y que conversaría con ella le agitaba el corazón.

Gracias a Frank, el Jefe tenia a su disposición una camioneta blanca con anchas ruedas todo terreno que aun funcionaba, por lo que la usaron para ir rumbo a la casa de Stella.

―Creí que no sabía manejar, Viejo ―dijo Alex sorprendido ante la asombrosa habilidad de conducción del Jefe. Esquivaba con facilidad los escombros y cuerpos del camino.

―Lo sé. Es simplemente que no me gusta hacerlo. Prefiero caminar tranquilamente antes que usar estos aparatos que solo ensordecen mi oído.

―¡Hablas como un viejo! Sin duda el apodo que te coloqué se ajusta a ti de maravilla.

Quería cerrar los ojos para no volver a ver más cadáveres en el camino. Era desgarrador. Sin embargo, no pretendía ser débil así que por lo mismo mantuvo la vista clavada en el exterior.

Pasaron por fuera de un colegio. El patio interior, que se veía desde la calle que transitaban, estaba repleto de escolares. Los juguetes estaban repartidos y destrozados al igual que sus infantes dueños. Al doblar en una esquina, una pareja de ancianos estaba sentada en una banca. La mujer tenía el abdomen hueco y todas sus vísceras estaban repartidas en el suelo. Al hombre le habían cortado completamente la pelvis y las extremidades inferiores.



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En el texto hay: extraterrestres, superpoderes, romance accion aventura

Editado: 09.07.2022

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