La oportunidad para ser feliz

Volvió a casa tras estar casi cinco días fuera. Su familia lo recibió con alegría y le preguntó insistentemente cómo le había ido en el congreso de medicina. Estaban muy orgullosos de que hubiera sido el único con la inteligencia para ser invitado. Sin embargo, no sabían que se trataba de una mentira.

"Naomi se inventó una muy buena excusa. Solos mis padres se creerían que tras mi primer día de clases sería invitado a un congreso. ¿Cómo creen que voy a tener la oportunidad de ir yo si ni siquiera los mejores alumnos la tienen en tan poco tiempo? Además, creo que el primer congreso se realiza en junio".

Asintió sonriendo con falsedad y sin dar muchas explicaciones al respecto. A pesar de que ellos querían saber todo lo que había vivido, los interrumpió abogando por sueño y cansancio, aunque en realidad no tenía ganas de conversar con ellos y ni siquiera de verles la cara. Deseaba estar junto a su mascota y por lo mismo, fue al patio trasero para saludarlo.

Habían pasado solo unos días, pero sentía que hace mucho tiempo no lo veía. Se colocó a su lado, sentándose en el suelo. Dejó la mochila roja entre sus piernas deseoso de al fin abrirla. Retiró todo su contenido con sumo cuidado como si se tratara de un tesoro muy preciado.

El retrato de Stella le traía los recuerdos a flote de lo ocurrido en Aurora. La desgracia que se había llevado a la mitad de una población.

Su perro revoloteaba y buscaba su cariño mientras él solo miraba la foto de ella sin pestañear. La dejó a un lado para esta vez enfocarse en el cuaderno. Había deseado leerlo desde la primera vez que lo vio. Sentía que miles de respuestas se abrían ante él y, quizás, averiguar que podría haberle pasado a Luna.

"Lo siento, Stella. Necesito saber quién eres o, mejor dicho, quién fuiste".

Una de las primeras cosas que leyó fue el día en que ella empezó a observar a los Invasores. Al principio había quedado sorprendida, pero al darse cuenta de que ninguna de sus amigas podía verlos, le dejó de tomar importancia y hasta creía que se estaba volviendo loca. Pero su ingenuidad se esfumó cuando una de esas criaturas estuvo a punto de matarla. Sin embargo, fue capaz de activar su poder para defenderse.

"Increíble, no necesitó la ayuda de un encargado para liberar su poder oculto. Me pregunto... si Naomi no me hubiese rescatado aquel día... ¿habría sido capaz de salvarme a mí mismo? No lo creo. Esa bestia estuvo muy cerca de arrancarme la cabeza".

Como le habían contado Isabella y Frank, era experta en magias y en atacar cuerpo a cuerpo con una espada. Esta arma fue lo primero que se materializó en aquel momento. Tras esto, apareció el encargado de su ciudad explicándole qué eran aquellas bestias y cuál era su labor como Cazador Espiritual. Ella aceptó, siendo la primera del grupo y con solo trece años. 

Desde el principio se acostumbró a estar sin compañía cuando iba a matar Invasores. Esa fue la razón por la que, cuando empezaron a unirse más Cazadores, no le gustaba pelear junto a ellos.

"Son muchísimos años siendo Cazadora, no por nada el Viejo le tenía tanta estima. Cargaba en sus hombros mucha experiencia... Por eso todos lamentan su pérdida. En cambio, yo ni siquiera he cumplido un año".

Lo siguiente importante que relataba en el diario era el intenso cariño que tenía por su compañero de curso. En un principio no sospechaba nada de él, pero poco a poco empezó a tener comportamientos muy peculiares y de vez en cuando poseía una Energía Espiritual inusual. Sospechaba algo. Lo intuía... Sin embargo, nunca quiso prestarle mayor atención. Tenía miedo de perderlo. Al final, resultó que se trataba de Duriel.

"Le sucedió lo mismo que a Luna, fueron engañadas por un Invasor muy poderoso. ¿Con qué fin se acercó a ella? No aparece por ninguna parte, así que supongo que nunca lo supo".

Las palabras que escribía hacia su amigo eran con tanto cariño y sentimiento que era obvio que le gustaba. No pudo evitar pensar lo duro que debió haber sido para ella enterarse de que no era humano. En su interior habitaba un sentimiento de celos y fastidio. No sabía por qué se sentía así y no quiso darle importancia.

La revelación de Duriel solo fue el comienzo de la desgracia. Los hechos posteriores dan cuenta de aquello. La familia de Stella fue masacrada por culpa de este Invasor. Solo lo había hecho para divertirse.

"¡Maldito seas! Quiero matarlo... Es horrible todo lo que le ha hecho. Es un demonio más temible que Balam... Stella, ha tenido una vida muy difícil y aun así fue capaz de seguir adelante con una venganza entre sus grandes planes".

Al igual que él, tenía extraños sueños que los relataba con mucho detalle. En uno de ellos corría por un bosque, escapando de algo que no podía recordar con claridad. No lo había escrito una vez, sino mínimo, una decena de veces. Cada vez se hacían más frecuentes, pero no quería prestarle atención por considerarlos simples sueños.

Tras una hora leyendo, había llegado al tiempo que estuvo viviendo en Lyon con el objetivo de matar a Duriel. Estuvo presente en la batalla contra el Invasor gigante y respiró aliviado, pues si él no hubiese podido detenerlo, ella habría sido capaz, aunque no contara con la autorización de usar sus poderes.

―¿Qué mierda...? ―exclamó en voz alta y leyendo atentamente. Era tan interesante el contenido que no podía despegar la vista. Después de, quizás cuántos días, estaba volviendo a sonreír―. ¡Ella fue quien me asustó! ¡Ahora todo tiene sentido! ¡Y yo que pensaba que había sido un fantasma! ¡Qué idiota soy!

Rio por muchos minutos recordando aquel momento. Nunca se la pasó por la mente que ella fue quién lo asustó ese día en las escaleras. No solo eso. A pesar de su preocupación, relató que no pudo contener la risa durante todo el camino hasta su departamento.

"Se burló de mí... Pero qué desconsiderada, casi me mata... Aunque fue mi culpa. No debí haber actuado así. Si la hubiera visto... ¿Habría sido capaz de recordar quién es?"