¿Quieres ser mi novia?

Alex despertó el último miércoles del mes de marzo con una sensación angustiosa en el pecho. El día anterior había estado gran parte del tiempo tratando de encontrarse con Yuuki para decirle lo que sentía. Mas en ningún momento estuvieron a solas en la Facultad debido a que tenían que entregar informes y trabajos.

La única oportunidad clara que tuvo fue cuando estuvieron en el bus, pero la desperdició completamente. Tampoco es que sentía que era el momento adecuado para hacer tal confesión.

La determinación de dar el gran paso se dio tras la conversación con Max. El hecho de saber que él no sentía nada por Yuuki lo impulsó a tomar la decisión. Quería estar con ella.

Yuuki siempre había estado detrás de él y era momento de sacarse la venda de los ojos. Gracias a su compañía, nunca se ha sentido solo, pese a que se apartó un tiempo de todos.

Tras volver de Aurora había pasado días muy tristes al pensar en la posibilidad de que la perdería para siempre tras el conflicto que habían tenido. Imaginar que se podría quedar sin su amistad le sentó muy mal y lo hizo ver la realidad. No solo eso. Las palabras escritas por Stella también lo ayudaron a reflexionar sobre lo que estaba sintiendo.

Para su suerte, logró hacer las paces con Yuuki y desde aquel día solo han estado saliendo juntos, siendo interrumpidos por las clases, los Invasores y los arduos entrenamientos en la casa del Jefe. Tras dos semanas inolvidables con ella, la decisión estaba completamente tomada. Solo era cuestión de confesarse.

Lo que no podía evitar era pensar en Luna a diario. La posibilidad de que le podría haber ocurrido un trágico destino lo entristecía. Hace unos días, ante un extraño presentimiento, le había enviado un mensaje a Roxy preguntándole si sabía algo nuevo de Luna, pero ella le respondió con un simple: ¿A qué te refieres?

La respuesta lo dejó descolocado y sorprendido. Estuvo cerca de llamarla, e inclusive ir a visitarla, pero se arrepintió a último momento. La familia todavía estaba superando la ausencia de Luna, solo iría a fastidiar y agrandar una herida que jamás se cerraría.

"Lamentablemente, es hora de pasar página y seguir adelante. Por mucho que tenga una mínima esperanza de ver a Luna en cualquier rincón de la ciudad... no va a suceder. Todavía me sigo preguntando qué habrá sido esa extraña visión que tuve hace un mes donde una persona igual a mí afirmaba que Luna está viva".

Gracias a los últimos entrenamientos en el mundo virtual del Jefe, al uso cotidiano de la Energía Espiritual en sus manos y a la abundante cantidad de Invasores que mataba a diario, recuperó parte del nivel que había alcanzado el año pasado. Aunque no se sentía del todo seguro de proteger a Lyon en caso de un ataque similar al ocurrido en Aurora. 

De camino a la parada del bus, el corazón le daba extraños sobresaltos. Los sentimientos que tenía por Yuuki eran muy confusos y ambiguos. Sin embargo, estaba dispuesto a avanzar al siguiente nivel si es que ella lo aceptaba.

Aun podía recordar con claridad aquella vez que Yuuki se había declarado tras la pelea contra los profesores. Lo había tomado por sorpresa. Estuvo cerca de besarla, incluso en su memoria seguía fresco el aroma de su aliento. Más de cinco meses pasaron desde aquel hecho y no ha olvidado que le debe una respuesta. Quería aceptarlo, aunque le costó muchísimo tiempo. Yuuki era la persona perfecta con la que quería caminar de la mano.

Al llegar al lugar acordado, ella ya lo estaba esperando. Debido al frío matutino llevaba una chaqueta larga de color negro y su pelo estaba cubierto por un gorro violeta hecho de lana.

―Llegas un poco tarde ―dijo ella al verlo. Sus manos estaban resguardadas en los bolsillos para protegerlas del frío. El apretar firmemente ambos brazos contra su cuerpo y buscar la forma de ocultar su boca en parte de la chaqueta le daba un aspecto tierno y adorable.

―Lo siento. Me distraje mucho en el camino ―se excusó con una amplia sonrisa observando los alegres ojos de su amiga. Ni siquiera tuvo tiempo para decirle algo más cuando ella se abalanzó sobre él para abrazarlo con fuerza.

―¡Qué frías están las mañanas! ―pronunció aprovechando la baja temperatura del ambiente para tenerlo en sus brazos.

Alex solo asintió con la cabeza. Aquel abrazo había sido tan sorpresivo que no sabía qué hacer aparte de corresponderlo. Su corazón bombeaba con tanta fuerza que causaba que su cuerpo se sintiera cada vez más raro. Sentir la delgada figura de Yuuki tan pegada a él le producía una satisfacción única.

No supo cuánto tiempo estuvieron en esa posición y no le importó en lo más mínimo sí es que habían perdido el bus. Solo quería estar así y no preocuparse por más nada. El perfume que desprendía la ropa de ella lo hechizaba.

―Te quiero ―expresó Yuuki. Estar de esa forma junto a él era lo que había soñado la noche anterior. Aquel momento le causaba mucha felicidad. Sus sentimientos, en este último tiempo, no han hecho más que aumentar y ahora más que nunca deseaba tener una relación con él. Se preguntaba cuándo tendría su preciada respuesta, pero dado el gran avance que ha hecho en las últimas semanas, esperaba que fuera muy pronto.

¿Qué podía hacer ante tal prueba de cariño? Era la oportunidad perfecta para decir lo que estaba sintiendo. Sin embargo, el bus justo se había detenido en la parada. Estuvo tan cerca de proponerle que no fueran a la Facultad y pasar todo el día juntos, pero no quería ser irresponsable con sus estudios.

Mientras caminaban hacia los únicos asientos libres del bus, rozaban sus manos con el único deseo de entrelazarlas.

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Max estaba en su departamento observando por la ventana, oculto tras la gruesa cortina verde, la avenida principal que estaba frente al edificio. Desde hace varios días empezó a sentir una extraña presencia. Era una Energía Espiritual que nunca había sentido en la vida y parecía que ahora mismo solo estaba jugando con él. Sin embargo, las veces que intentó teletransportarse hasta ella le perdía el rastro completamente. Todos sus esfuerzos en encontrar la fuente eran inútiles.