Fantasía de un último deseo ll

La última esperanza

Max contemplaba atónito el cuerpo de Alex sin saber qué hacer. El corazón de su amigo había sido totalmente despedazado. Miraba estupefacto cómo una parte del órgano rojo estaba a su lado expulsando la poca sangre que le quedaba. Y aunque quisiera moverse para ayudarlo, el poder de Balam se lo impedía.

Al escuchar el rugido del dragón alzó la vista, pero con su cuerpo boca abajo y retenido no era capaz de vislumbrarlo.

Notaba la Energía Espiritual fluir dentro y fuera de su cuerpo. Era tan intensa que sentía que en cualquier momento se descontrolaría. Estaba entrando en Fase Límite, pero en aquel momento no le importaba en lo más mínimo.

Se preguntaba qué podía hacer en su estado y con enemigos muy poderosos a quienes debía dar frente. Incluso uno de ellos era Luna, a quien hace poco consideraba una amiga. Su sueño de enfrentarse a individuos que se convirtieran en un reto estaba al alcance de su mano, pero no en aquella situación donde muchas vidas estaban en juego.

―La Energía de Alex... ha desaparecido.

Y su amigo... a quien en un principio había despreciado y que con el tiempo lo consideró como a un hermano, yacía inmóvil con un aspecto lúgubre. Lo que más temía era que la muerte hubiese abrazado a Alex para llevárselo a un abismo sin fin. Sin embargo, para Max era algo inconcebible. Al ser Cazadores Espirituales la resistencia ante la adversidad era superior comparado a los humanos normales.

―Alex... ¿Vas a morir? ―preguntó muy confundido, aunque sin esperar una respuesta. Se imaginaba que su amigo se levantaría sin esfuerzo alguno y le diría que era una broma, pero esto era la vida real. Era imposible que sucediera.

No se dio cuenta en qué momento había logrado ponerse de pie. Daba por hecho que había sido gracias a la Energía Espiritual que estaba liberando. Seguía sintiendo la enorme presión de Balam, pero solo era un leve hormigueo en todo el cuerpo.

―¿Es en serio? Esto debe ser una pesadilla...

Se siguió preguntando mientras miraba al dragón en el cielo. Jamás había visto algo así y no sabía cómo enfrentarlo. Todo era un remolino de información y sentimientos que no sabía cómo procesar. La aparición de Luna y Balam lo había descolocado totalmente. Aun así, no estaba interesado en ninguno de ellos. Solo quería y deseaba vengarse por lo que le habían hecho a su amigo.

―Yo... no puedo hacer nada para curarte y tampoco creo que sea capaz de derrotar aquel dragón. Pero ustedes... Luna... Balam.... ¡Van a lamentar haber lastimado a Alex!

Se teletransportó para aparecer frente a Balam dispuesto a golpearlo con todas sus fuerzas, pero un denso campo de Energía Espiritual lo separó de su enemigo. Luna había intervenido con una de sus magias para resguardarlo.

―¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿En serio vas a proteger a este desgraciado?!―gritó Max. Sus dientes tronaban por la desesperación que le causaba el extraño comportamiento de Luna. Estaba tan enojado que sus músculos faciales estaban totalmente contraídos.

Presionó con tanta fuerza  que sentía que el brazo derecho se le iba a dislocar y, aun así, siguió intentando penetrar la férrea defensa. Maldecía para sus adentros. Lo único que lograba era ver más cerca la sonrisa burlesca de Balam y su tranquilidad.... que solo lo encolerizaba más.

―¿Por qué estás defendiendo a este imbécil? ¿De verdad eres una Invasora? ¡Tiene que ser una broma! ―sus alaridos desgarradores hicieron que le doliera la garganta. Sentía cómo le corroía al tragar saliva.

―Así es. Es un gusto verte de nuevo. Ha pasado muchísimo tiempo ―respondió ella con una sonrisa.

"¿Muchísimo tiempo? ¡Nos vimos hace unos minutos en la otra Facultad! ¿En serio se trata de otra persona?"

―¡Cállate! No te imaginas todo lo que ha sufrido Alex por ti. Estuvo buscándote todo este tiempo... con la única esperanza de volver a verte. ¿Cómo es posible que le hayas hecho esto? ―dijo Max observándola con odio, tanto que sentía que en cualquier momento saltaría sobre ella para matarla.

―Nunca le pedí que lo hiciera ―respondió Luna encogiéndose de hombros. Se le notaba muy cansada y pálida. Pero aun así lograba mantener intacta la magia que protegía a Balam―. Es hora de que vayas a acompañar a Alex. Si tantas ganas tienes de verlo, te enviaré junto a él.

El calor abrasador junto a un reflejo anaranjado, lo hizo voltear al dragón que estaba sobre su cabeza. El ataque de aquella criatura había sido tan veloz que no se percató en qué momento la Facultad estaba cubierta, la mayor parte, en llamas.

―¡Alex!

El ataque había sido dirigido a su amigo, pero el Jefe estaba junto a él, defendiéndolo a duras penas con Escudos que se iban creando a cada segundo.

"¡Qué alivio! El Jefe se podrá encargar de él y de aquella bestia".

Sentir la respiración agitada de Luna le hizo volver a mirarla. Había caído de rodillas con una sonrisa muy parecida a la de Balam. Para Max, ella solo estaba disfrutando el sufrimiento de todos y por sobre todo, gozaba el haber herido mortalmente a Alex.

"Luna... ¿Qué es lo que te ha pasado? ¿Cómo es posible que te hayas convertido en una Invasora? ¡No lo sé! Pero... tengo que cumplir mi deber como Cazador Espiritual... voy a matarte..."

Intentó golpearla, pero se distrajo al ver que detrás de ella se encontraba Nora recuperando la consciencia.

―¿Qué haces aquí? ¿Por qué no huiste? ―preguntó Max, pero al ver sus heridas volteó para ver a Balam, que seguía de brazos cruzados y sonriendo. Lo que más deseaba era hacerle desaparecer aquel repugnante rostro―. ¿Ahora también quieres secuestrarla a ella?

―Es una Cazadora Espiritual. ¿No lo sabías? ―respondió él.

Max quedó sorprendido por tal revelación. En algún momento lo había sospechado, pero nunca pensó que llegaría a ser verdad. Intentó tomarla en brazos y teletransportarse para llevarla muy lejos de ahí, pero Balam lo golpeó velozmente en la cabeza, empujándolo fuera del edificio.



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En el texto hay: extraterrestres, superpoderes, romance accion aventura

Editado: 09.07.2022

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