De nuevo en casa

Caminó durante casi un día hacia el norte, siempre siguiendo un sendero de tierra que se abría entre los árboles. De vez en cuando descansaba y reflexionaba sobre los acontecimientos en los que ha estado envuelta últimamente y cómo aquellos se entremezclaba con las visiones que tenía y que al fin sabía que significaban.

"Es complicado de entender todo lo que está pasando en mi cabeza. Cualquiera pensaría que estoy volviéndome loca, pero sé que no es así. Todas las visiones que he tenido son reales y el hecho de que haya estado en Inframundo y que los espíritus de Invocación existan, solo afirman lo que soy".

Se levantó nuevamente, quejumbrosa. Ya no podía permitirse el seguir perdiendo el tiempo en aquel bosque y más considerando que la oscuridad ya estaba apoderándose del ambiente.

Lo que más le urgía era llegar pronto a Aurora, pero le desmotivaba saber que la distancia entre ambas ciudades era extensa.

En un momento se había arrepentido en no haberle pedido ayuda al Jefe, pero lo que más odiaba era recibir favores de los demás. Al fin y al cabo, siempre había sido así, reservada y solitaria.

El sol se había escondido completamente junto a todos su rayos. En su lugar, la luna era la que reinaba la inmensidad.

"Luna... Luna... Luna... Cómo me habría encantado clavar mi espada en tu corazón y acabar con todo esto. Si las cosas fueran así de fácil... "

El sonido del motor de un camión se acercaba a gran velocidad para luego alejarse. Por lo cerca que lo escuchó, sabía que pronto llegaría a la carretera. En cuestión de minutos logró divisarla. Apuró el paso con una sonrisa, pese a que las imponentes montañas con su pico nevado solo señalaban que recién estaba en el límite norte de Lyon.

Resignada y tragándose su orgullo, extendió el brazo izquierdo con el pulgar hacia arriba esperando que algún auto alivianara su largo viaje. Con llegar a los pueblos aleñados a Aurora le bastaba. Calculaba que desde ese punto le tomaría menos de medio día en llegar a su hogar.

La noche era gélida. Con la mano que tenía libre acariciaba su brazo para hacerlo entrar en calor. Creía que no tendría suerte al ver que pasaban de largo más de diez automóviles, pero no fue así. Una camioneta de color rojo se detuvo con una pareja en su interior. Tras las preguntas de rigor, tuvo la fortuna de que se dirigía hacia su querida ciudad natal.

Stella se sentó en el asiento trasero. Le preguntaban de todo y ella trataba de responder con cortesía. Lo único que quería era dormir un rato, aunque sabía que no lo lograría.

―¿Te enteraste de lo sucedido en Aurora? ―preguntó el joven que iba al volante.

Por su apariencia juvenil, Stella inquiría que no debía tener más de veinticinco años. La mujer que estaba a su lado aparentaba una edad cercana.

―Sí ―respondió Stella.

Como podía olvidarlo. Por su culpa la mitad de la ciudad fue destruida.

―Estuvimos en Lyon de vacaciones justo cuando Aurora fue devastada. Estamos evaluando mudarnos, pero con lo que ocurrió hoy en una de las Facultades de la Universidad de Lyon... No sabemos cuál de las dos ciudades está más maldita. Solo espero que aun quede algo de nuestra casa. Vivíamos en el sector afectado. Para peor las autoridades decidieron demoler toda esa zona. Tal parece que la quieren llenar de fábricas y empresas.

―¿Qué? ―Stella se inclinó en el asiento sorprendida por la información. No esperaba que las autoridades de la ciudad fueran hacer algo así.

―Sí. Todo lo que sufrió daño desaparecerá. Lo último que me enteré de algunos familiares es que todavía no empezaban producto de las constantes huelgas.

Stella asintió. Solo esperaba que su vivienda aún siguiera en pie y que nada hubiese cambiado. Que al llegar su abuela la recibiera con alegría y su perro saltara sin parar.

El resto del viaje cerró los ojos sin ser capaz de conciliar el sueño, pero bastó para no ser el centro de la conversación y la pareja siguiera en lo suyo. Las visiones la volvían a asaltar, dejándose llevar por ellas, redescubriendo más cosas sobre ella misma.

"Considerando lo que ocurrió en Aurora, todo lo que tuve que vivir en inframundo y muchas otras cosas más, me sorprende que fuera capaz de burlar tantas veces a la muerte".

Durante el viaje la pareja intercambió lugares cada cuatro horas para descansar y habían hecho una parada obligatoria en una posada que contaba con restaurante. Pese a que se negó en una primera instancia, no tuvo más remedio que aceptar la invitación a comer. Lo consideraba una pérdida de tiempo y más si era con unos desconocidos. No podía negar que disfrutó volver a comer algo decente.

Tras dos días de viaje, llegó a Aurora. Se despidió de la pareja, agradeciéndoles profundamente, y siguió su rumbo. Parecía que todo estuviera normal, pero era simplemente porque se encontraba en el sector de la ciudad que había resultado ilesa.

No podía afirmar que se respiraba paz. Las protestas sacudían a Aurora todos los días. Las calles estaban repletas de panfletos y la fuerza policial resguardaba cada esquina. De lejos podía escuchar el clamor de cientos de manifestantes que exigían la paz; otros que se reconstruya la ciudad y algunos solo querían explicaciones de la perdida de sus seres queridos.

"Pobre gente..."

Ya no era la ciudad en la que hace meses podía pasear tranquila y feliz. Todo había cambiado y por culpa de ella.

"Si atacaran de nuevo... sabría cómo defenderla. Sin embargo, es demasiado tarde, el daño ya está hecho. Sé que hay algo muy turbio detrás de todo esto, pero ya no es mi lucha. En este momento hay cosas más importantes que merecen mi atención... Debo seguir adelante y cumplir con mi palabra".

¿Cómo era posible que hubiese olvidado tantas cosas? Se preguntaba mientras avanzaba hacia su casa. Si hubiese tenido presente que en su interior estaba Bahamut los hechos habrían sido muy distintos. Y es que tampoco lo llegó a percibir en algún momento.