Fantasía de un último deseo ll

Una oportunidad única

Arrastró la cabeza del Invasor por el suelo, encolerizado de tal forma que creía que se la arrancaría. En el camino se encontró con piedras, ramas gruesas que sobresalían y arbustos que sirvieron para hacerle mucho más daño al rival. Tras desplazarlo cincuenta metros, estrelló su cuerpo contra un árbol. Al alzar la cabeza, se enfadó aún más al verlo sonreír y ver que no tenía ningún rasguño.

"¡Está usando su Energía Espiritual para defenderse!"

Sus alturas eran similares, pero Alex le sacaba uno o dos centímetros. Observó sus ojos rasgados junto a su iris naranja, transmitía paz y tranquilidad, a tal punto que parecía que nada lo pudiera perturbar. Aquello solo ponía de peor humor a Alex.

Cerró su mano derecha para golpearlo una y otra vez en la mejilla, mientras con la izquierda le apretaba fuertemente el cuello. Sin embargo, por más fuerza que impregnara a cada golpe, no lograba sentir impacto.

Siguió lanzando puñetazos, esta vez usando distintas combinaciones y ángulos, con su Percepción Espiritual activada, buscando algún punto débil. Sin embargo, aparentemente no existía. Y para peor, no lograba borrar la sonrisa del Invasor.

"¡Mierda! ¡Solo estoy desgastando mi Energía Espiritual!"

Tomó distancia para pensar en otra estrategia de ataque. En el pasado había peleado con rivales que sabían defenderse de sus poderosos golpes. Uno de ellos era el Jefe, que desplazaba rápidamente su Energía Espiritual en el punto donde sabía que iba a ser golpeado. Pero el Invasor que tenía delante estaba defendiéndose de una forma distinta. Con sus ojos lo podía ver con claridad. Tenía el cuerpo cubierto por una densa capa homogénea de Energía que servía de escudo.

―Siempre me ha sorprendido la fuerza de tus golpes ―dijo él avanzando lentamente hacia Alex con las manos en los bolsillos de un pantalón corto que dejaba al descubierto unas piernas delgadas, pero fibrosas―. Pero sé muy bien como atacas, por lo que cualquier intento será insignificante.

"Es verdad... aquella vez había dicho que me conoce. Recuerdo que dijo que se llama Stephen. Estoy seguro de que, de los casi veinte años de vida, jamás he conocido a alguien con ese nombre".

―¿Cómo sabes sobre mí? Nunca te he visto en mi vida. Me estás confundiendo con otra persona.

―Me gustaría decírtelo, pero por ahora no tiene sentido. Además... ―lograba sentir la presencia de otros Cazadores Espirituales que se acercaban rápidamente. Conocía perfectamente la habilidad de teletransportación de Max, por lo que en cualquier momento aparecería.

Alex se volvió a lanzar al ataque, pero esta vez Stephen alzó la mano derecha hacia adelante para inmovilizarlo con su Energía Espiritual.

―Alex, no quiero pelear contigo. No tengo intenciones de lastimarte, pero si te resistes mucho no me quedará más opción que dejarte inconsciente.

"¿Qué es lo que quiere? ¡Maldición! ¡No me puedo mover! Si no me libero... puede lastimar a gente inocente. No permitiré que ocurra otra desgracia".

―He venido a buscarte. Necesito llevarte a Inframundo.

"¿Qué...?"

En ese momento, detuvo cualquier intento de resistencia. Ir a Inframundo era lo que había deseado este último mes. Era lo que pensaba todo los días. Solo él sabía lo mucho que lo anhelaba. Sin dudas, se trataba de una oportunidad única que no podía dejar pasar.

―Nuestra Reina, la mujer que conoces como Luna, está en peligro. Creemos que tú podrías ser capaz de ayudarla.

"Luna... ¿Le ha pasado algo grave? O puede que se trate del ataque que realizó Nora. Ella dijo que jamás sería capaz de despertar de sus recuerdos. Es probable que se trate de eso. Si no fuera el caso, puede ser una trampa. Esto no me gusta, pero no puedo desperdiciar esta oportunidad. ¿Qué puedo hacer? ¿La misma Luna que intentó matarme ahora necesita mi ayuda? No la entiendo".

Alex vio como Stephen creaba con su Energía Espiritual un agujero negro delante de ellos. Se sorprendió ver la facilidad con la que lo hacía.

―Nos marchamos ahora. Tus amigos llegarán muy pronto. Si aparecen esto podría acabar mal. Muy mal. No quiero lastimar a nadie. Espero que me entiendas. Y no creas que todos pueden ir contigo. Tú eres al único que necesitamos.

"Es verdad lo que dice, si llegan los demás no dejarán que vaya a Inframundo. ¡No sé qué hacer! Quiero ir, pero no de esta forma. ¡Huele a que del otro lado me están esperando cientos de Invasores para despedazarme!".

Observó el agujero negro. Sentía una fuerza que manaba desde dentro, una fuerza inexplicable que lo trataba de engullir. Todo en su interior era oscuridad o, mejor dicho, un vacío infinito.

―¿Cómo puedo saber que lo que me dices es verdad? ¡Es casi seguro que me quieres llevar para matarme!

―Tienes que confiar en mí. Ya estarías muerto si me hubiesen encomendado asesinarte. Sé que es difícil sabiendo que soy un Invasor. Pero como tú, yo también fui humano en algún momento. Un Invasor se apoderó de mí y me había convertido en alguien despiadado y sádico. Sin embargo...

"¿Otro humano junto a un Invasor en un mismo cuerpo? Es igual que Axel. Eso explica porque viste parecido a mí. ¿Cuántos más habrán repartidos por la Tierra e Inframundo?"

―No me importa tu historia ―interrumpió Alex―. Cuando vino Luna estuvo a punto de matarme. Si tu no serás el que realizará el acto, entonces es muy probable que ella lo intente. Te mandó a buscarme para terminar lo que no pudo lograr ese día. No soy tan tonto para caer en una trampa así.

"¿¡Qué hago!? ¡Tengo que ir a Inframundo!"

―Maldición ―dijo Stephen haciendo desaparecer el agujero.

En un rápido giro, detuvo con su mano una patada de Max directo a su cabeza. Alex estaba sorprendido por la velocidad y percepción del Invasor. Ni siquiera había sido capaz de sentir la presencia de Max. Sin embargo, para Stephen le era muy fácil.



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En el texto hay: extraterrestres, superpoderes, romance accion aventura

Editado: 09.07.2022

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