Luna y Alex

Creía que no resultaría. A pesar de que parecía confiado en lo que estaba realizando, en el fondo no estaba seguro sí lo que le había dicho Nora iba a ser exitoso. Sabía que si lograba hacerla despertar significaba que ella estaba pensando en él. ¿Acaso era posible? Y si no resultaba, se imaginaba los peores escenarios para él. Ser prisionero de Inframundo para toda su vida era una de las fatales opciones que barajaba en caso de que Luna no despertara jamás.

"Nora dijo que estaba la posibilidad de que pudiese despertar, pero que lo más probable es que quede inconsciente para siempre".

Para empeorar su miedo, la presencia de Belcebú le perturbaba. Sentía que miles de ojos le observaban. Era como si le estuvieran susurrando y clavando en su oído que no podía fallar por nada del mundo si es que quería volver con vida a su planeta. Había una promesa de por medio, pero nunca dejaron en claro las condiciones sí es que fracasaba.

Cuando vio que Luna abrió lentamente sus ojos, dejó todos aquellos pensamientos atrás con un suspiro de satisfacción. ¡Había dado resultado! Nuevamente se sintió como un adolescente de quince años observando a la niña que tanto le gustaba. Aquellos ojos café que se escondían tras las párpados y que poco a poco se dejaban mostrar, era una de las razones por las que tanto se había esforzado en el último tiempo. Volver a verlos era lo que tanto había anhelado. Aquellos ojos café que tanto lo enamoraron lo volvían a observar. Aquellos ojos café solo podían pertenecer a ella. A Luna.

¡Qué dicha volver a verla! A pesar de que era igual a la Luna que estaba en la Tierra, había algo en ella que lo volvía completamente loco. Un sentimiento que desde el principio había sido imposible de explicar y entender. ¿Qué era lo que la hacía querer tanto a aquella mujer que ahora era una Invasora?

Pese a que se esforzó en mantener la compostura, sus ojos se humedecieron y unas pocas lágrimas de felicidad corrieron por sus mejillas.

Pero la emoción del reencuentro se veía marchitada por aquella imagen grabada en su cabeza y corazón. Aquel recuerdo de haber estado a punto de morir lo hizo mantenerse alerta. Temeroso, empezó a alejarse de ella antes de que sus párpados se abrieran completamente.

"Debería estar listo, lamentablemente he vuelto a quedar sin Energía Espiritual. En este momento estoy a merced de ella".

Lo que hizo Luna le tomó por sorpresa. Se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza, a tal punto de dificultarle la respiración. Me va a matar, pensó una y otra vez. Y esperó... y esperó. Solo esperaba sentir aquel frío recorrerle de pies a cabeza, pero nunca ocurrió.

"¿Qué está pasando?"

La estrechó entre sus brazos y el corazón se le afligió al escucharla llorar con tanto desgarro y con un dolor contenido desde hace meses. Su polera quedó mojada por las lágrimas de ella.

"Has tenido que aguantar tanto y no he podido hacer nada por ti... Lo siento mucho".

―Eres tú... al fin viniste.

Para Alex aquel momento era único y especial. Lo que no sabía era que para Luna significaba lo mismo o mucho más. Abrazados fuertemente en el suelo de la habitación no le importó en lo más mínimo si en cualquier momento Luna cambiaba de opinión y lo eliminaba. Intentaba no preocuparse de eso. Solo quería dejarse llevar por los brazos de ella y sumergirse en su fragancia a fresa y vainilla.

Me quiere, pensó asombrado. De alguna forma podía sentir las emociones de Luna con aquel abrazo. Me quiere, presintió. Tendría que ser muy tonto para no darse cuenta. La estrechó con más fuerza entre sus brazos y luego acarició su suave pelo negro. Y si lo que le dijo Nora era cierto, con quien más había soñado en el último mes que estuvo inconsciente fue con él. Me quiere, me quiere, pensaba con alegría.

Sin embargo, tampoco se quería emocionar. Luna era Luna de todos modos. Y antes de pensar en un futuro juntos, había mucho que resolver. E incluso, siempre existía la gran posibilidad de que lo quisiese como a un amigo y nada más. Siempre había caído en aquella zona y era lo más esperable... Y también tenía que considerar al resto... ¡Pero al diablo con todos y más si se trataba de Axel, Balam y Belcebú! ¡Solo quería disfrutar de ese momento! ¡Solo eso!

―Sí, soy yo ―Alex sonrió con ternura―. He llegado un poco tarde, pero al fin he venido. No sabes lo mucho que me costó. He intentado venir desde hace tiempo. Las cosas se dieron para que ahora esté contigo.

La ayudó a levantarse tendiéndole la mano. Cada contacto físico con ella aceleraba su corazón. Sin embargo, no podía evitar pensar que en cualquier momento moriría a manos de ella. Era un destino que estaba aceptando a causa de su estupidez.

"Ahora es cuando me matará... ahora es cuando volverá a lanzar aquel hechizo de hielo mortal".

―Madre. Me alegro de que estés bien ―dijo Belcebú manteniendo la distancia.

―Ven acá. ¡Que grande estás! ―Luna se alegró de ver a su hijo. Besó su frente y le revolvió el pelo con ambas manos―. Quiero estar a solas con Alex. Después hablamos y me pones al día de la situación de Inframundo.

Belcebú se alejó luego de darle a Luna un beso en la mejilla. Antes de salir de la habitación miró a Alex seriamente. No había que ser adivino para entender aquella mirada: no hagas ninguna tontera, le advertía.

―Es mi hijo ―exclamó Luna tras quedar solos―. Lo siento mucho.

―No te disculpes. Creo que aún no es demasiado tarde ¿No lo crees? ¡Puedo ser su padrastro si quieres!

Luna rio a carcajadas, algo inevitable ante las estupideces que decía Alex. 

―¡Sigues siendo tan idiota! ¡Me está empezando a doler el estómago por tu culpa! ―Luna se dio cuenta que hace mucho tiempo no reía de esa forma.

Alex también rio. En el fondo, no se trataba de una broma. Por Luna, estaba dispuesto a todo.

―Es un buen muchacho ―exclamó Alex cuando Luna ya había recuperado su compostura―. Es muy distinto a todos los Invasores que he conocido. Se nota que estaba muy preocupado por ti. Él fue quien me buscó para ayudarte.