Fantasía de un último deseo ll

¿Qué le sucederá a Alex?

El portal se había cerrado, desapareciendo ante la vista de todos. Tampoco había rastro de Alex y Stephen. La mano de Luna, que antes sostenía la de su amigo, solo sujetaba el aire. En varias ocasiones, la movió desesperadamente.

―¡Vuelve! ―gritó Luna. Sus ojos estaban enrojecidos.

―Se fue. No sigas buscándolo ―dijo Max, poniéndose de pie para sujetar las manos de Luna que solo anhelaban volver a sujetar las de Alex.

Cuando logró tranquilizarla, Max golpeó el suelo con frustración. Lamentaba que una y otra vez fueran derrotados con facilidad pese a todo lo que entrenaban. ¡Dedicaban muchas horas del día para desarrollar sus habilidades y aun así aparecían Invasores más poderosos que les hacían morder el polvo! Por culpa de la debilidad del grupo, Luna había pagado las consecuencias, y por ahora todavía desconocían el alcance de todas ellas. Y ahora, era el turno de Alex. ¿Quién sería el siguiente?

―¡Maldita seas!

El grito de Max fue igual de desgarrador que el de Luna. Pese a que había sido capaz de tranquilizarla, en él ocurrió todo lo contrario. Yuuki se acercó lentamente. Alzó la vista para mirarla, preguntándose cómo se sentiría por todo esto. Sus ojos, igual que los de Luna, estaban rojos, pero no había soltado ninguna lágrima hasta ahora.

―¿Hemos perdido a Alex? ―la voz de Yuuki estaba quebrada.

Aquellas palabras resonaron en la cabeza de Max. ¿Lo habían perdido? ¿Podía afirmar que realmente era así? En ese momento, no quería darle falsas esperanzas a Yuuki, y mucho menos mentirle, cuando la verdad era muy evidente.

―Se fue a Inframundo. En el fondo... era lo que él quería. Volver a ver a Luna. La que es Invasora.

Yuuki le tendió la mano para ayudarle a que se pusiera de pie. Estaba helada y temblaba, muy probablemente por los nervios que le generaba toda la situación.

―Pero... pero... por mucho que fuera lo que él quisiera... Debíamos protegerlo. Alex se fue a meter a la boca del lobo. Luna ya lo intentó matar... Lo hará de nuevo. ¡Tenemos que hacer algo!

―¿Necesitan que los cure? ―preguntó Luna.

―Estamos bien. Aquel golpe no nos hizo mayor daño. Solamente estamos sin Energía Espiritual.

Max contempló al resto del equipo. Nora seguía inconsciente por lo que Luna iba en su auxilio. Boris estaba sentado en el borde de la acera, con la manos entrelazadas y una mirada muy seria.

―Lo siento ―dijo Luna tras ayudar a Nora para que recuperara el conocimiento―. Todo lo que está pasando es por mi culpa. Alex quiere lo mejor para mí. Me dijo que buscaría la forma para que todo sea como antes. Quiere solucionar el conflicto en el que estamos metidos.

―No te preocupes. Alex es un cabezota. Siempre ha sido así. Ahora tenemos que buscar la forma de ir hasta allá y evitar que le pase algo malo.

"Si de repente aparecieran dos Alex, uno humano y otro Invasor, esto se descontrolaría completamente. Le pasó a Luna... Nada descarta que le suceda lo mismo... Alex... ¿Por qué tienes que ser tan imbécil?".

Cuando estaban todos los ánimos bajos, y sin ni siquiera pensar en qué hacer realmente, el Jefe apareció.

―Lo siento por llegar tarde. Al sentir que estaban todos reunidos, no creí que realmente necesitasen mi presencia. Cuando empecé a sentir que sus Energías desaparecían es cuando empecé a preocuparme.

―Se han llevado a Alex ―fue lo único que dijo Max.

No lograba calmarse. Caminaba de acera en acera, cruzándola constantemente. Su mal humor era evidente. No podía evitar sentirse inútil y no dejaba de cuestionarse el por qué siempre aparecía alguien más poderoso.

Su enfado se lograba entender completamente. Se había mantenido entrenando sin descanso durante el último mes y más las dos primeras semanas posterior al ataque a Lyon, debido a que las clases estaban suspendidas en todas las Facultades. Entrenó día y noche en el mundo virtual del Jefe.

¿De qué había servido? Se repetía una y otra vez. Nada tenía sentido si no lograba defender a sus seres queridos.

―Es probable que lo conviertan en un Invasor ―las palabras de Yuuki solo hundían cada vez más la moral del grupo.

El Jefe había restaurado la Energía Espiritual de todos. Max aprovechó aquella oportunidad para teletransportar al grupo a la casa del Jefe.

―Para serles sinceros, Alex me había planteado la posibilidad de ir a Inframundo en reiteradas ocasiones. En todas ellas le fui sincero. No la hay. O al menos yo no la conozco. Creo que para el ser humano le es imposible.

―¿Entonces que hacemos? ―Yuuki estaba sumamente preocupada.

"No importa lo fuerte que me haga, mis amigos siempre resultarán lastimados... Si Alex llegase a morir... o si lo convierten en Invasor... No me lo perdonaré jamás".

Otra de las razones por las que pasaba gran parte de su tiempo en la casa del Jefe era por la presencia de Nora en su departamento. Llevaba un mes viviendo con él. Tenía que ser sincero. Le molestaba. No era capaz de aguantarla, pero nunca se lo decía directamente para que no se sintiera presionada. Intentó en varias ocasiones preguntarle cómo le estaba yendo en la búsqueda de un nuevo hogar, pero siempre evitaba el tema de conversación.

Había ido al sector afectado por el ataque, pero el departamento donde vivía ella aún estaba en reconstrucción y, al menos, tardaría dos meses más en estar como nuevo. ¿Cómo sería capaz de aguantarla durante tanto tiempo?

En las primeras semanas, cuando llegaba a casa y entraba como cualquier persona normal, siempre la encontraba con calzas cortas apretadas y blusas que dejaban al descubierto gran parte de su abdomen. Lo intentaba abrazar y darle un beso en la boca, pero lograba zafar con la teletransportación. Aquello se repitió en tres ocasiones y no estaba dispuesto a tolerar una más. Empezó a usar su técnica para llegar directamente a su habitación, y así, minimizar los contactos con Nora.



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En el texto hay: extraterrestres, superpoderes, romance accion aventura

Editado: 09.07.2022

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