La pizza llegó humeante, cayendo en el centro de la mesa. Lara tenía su combo al frente, pero lanzaba miradas a la pizza.
Zack le robó una papa, recibiendo un golpe de Lara en consecuencia. Me estiré en el asiento, lista para agarrar el pedazo de muzza con jamón que me llamaba. Estaba salivando; nunca había tenido tanta hambre.
—¿Cuál pedazo quieres? —preguntó Zayn, inclinándose para alcanzar la caja.
No es que tuviera que hacer mucho, llegaba fácilmente.
—Un pedazo del lado de jamón, por favor —respondí, sonriendo ligeramente.
Me alcanzó el pedazo con una servilleta, asegurándose de que lo tuviera bien agarrado antes de tomar el suyo.
—Gracias... —murmuré, sintiendo cómo mi nuca se tensaba.
—¿Te acordás de la yincana de cuarto año? —preguntó, acomodando la pizza en sus manos—. Me encantó el mural que realizaste para tu clase.
Me sorprendí y le sonreí. —Gracias, me tomó una semana terminarlo.
—Tienes mucho talento —me sostuvo la mirada un segundo más de lo necesario.
—Yo también participé, creo que el mural no hubiera sido lo mismo si no hubiera estado para alcanzarle los pinceles —intervino Mike desde el otro extremo, con una sonrisa torcida. Los demás rieron, y él siguió sirviéndose como si nada.
Seguí masticando, pero cada vez que Zayn decía algo, sentía el peso de los ojos de Mike encima.
—¿Querés más coca? —preguntó Zayn. Sin esperar mi respuesta, se levantó a servirme un vaso.
—Wow, pero qué chico más atento —comentó Lara, riéndose.
—O un intenso —bromeó Mike, cortando un trozo de pizza con movimientos lentos, como si estuviera midiendo sus palabras.
Zayn volvió y dejó el vaso enfrente mío.
—Gracias —dije, sonriendo. Sentí el calor subir por mis mejillas.
—Cuidado, que así se malacostumbra —comentó Mike, sin mirarme, pero clavando el cuchillo en la pizza como si fuera parte de la conversación.
El resto de la cena transcurrió así: un tira y afloja con Mike, mientras Zayn me preguntaba cosas de la facultad y mi vida personal.
Lara y yo caminábamos un poco atrás, tratando de esquivar a la gente en el pasillo. Adelante, Zack bromeaba con Diego sobre el partido del fin de semana.
—¿Vamos todos juntos al auto? —preguntó Mica.
—Sí, pero primero Mike tiene que devolverle algo a Charlotte —dijo Diego, mirando hacia atrás con una sonrisa traviesa.
—¿Qué? —pregunté, frunciendo el ceño.
—Creo que el cargador que te olvidaste en su casa —aclaró Mica—. No que sea sorpresa, prácticamente vivís ahí.
Lara soltó una risa. —Si por ella fuera...
—¿Qué querés decir? —le lancé una mirada.
—Que siempre estás pendiente de él, aunque digas que no. —Me miró como si fuera obvio—. Hasta en las fotos del grupo siempre estás al lado de Mike.
—Eso es porque siempre terminamos en la misma posición, no es como que nos saquemos muchas fotos tampoco —contraataqué.
Zack silbó en broma. —Claro, claro... lo que digas, Geller.
Sentí el calor subir a mis mejillas. Mike, que caminaba al lado de Lucas, me miró de reojo, con una sonrisa apenas visible. No dijo nada... pero tampoco hizo nada por detenerlos.
Estaba cansada de la situación. Siempre era yo la que terminaba como objeto de burla. ¿Y Mike? Él simplemente escuchaba de costado, como si no estuviera involucrado en la conversación.
Necesitaba poner distancia. Hacer algo para que se dieran cuenta de que ya no era lo mismo. Que ya no sentía lo mismo.
No es como que pudiera sacar un novio de debajo de la tierra.
Aunque... tal vez no necesitara uno real.
Tal vez solo necesitaba uno de mentira.
Uno que hiciera que todos entendieran, de una vez por todas, que mis sentimientos por Mike estaban en el pasado.
Sí... eso.
Un novio falso.
—¿Creés que tres lapiceras sean suficientes para lo que resta del semestre? —preguntó Lara, dejando el paquete en el carrito del súper.
—¿Vas a escribir con lapicera toda la carrera? Te vas a agarrar una tendinitis que no tenés idea —le apuntó Mica.
—Tampoco es como que precise más. Seguro voy a usar la computadora para la mayoría de las cosas —respondió Lara.
Habíamos venido al supermercado para comprar las últimas cosas que nos faltaban. Como siempre, todo a último momento. Yo no estaba prestando demasiada atención, apenas lo suficiente para no chocarme contra nada mientras empujaba el carrito.
No sabía qué hacer. Seguía dándole vueltas a la idea del novio falso. Pero... ¿y si alguien se enteraba de lo que estaba planeando?
Dios. Mejor no pensar en eso. Aunque... sería una solución tan fácil al problema. Me dejarían de molestar con el mismo tema. Sobre todo desde el incidente... que ya era de dominio público.
El sonido de mi celular me sacó de mi espiral mental.
Mike 15:38
¿Dónde se encuentran? Las estamos buscando por todo el Disco.
No sabía qué dolía más: el hecho de que no hubiera dicho nada para defenderme cuando todo pasó... o que ahora actuara como si realmente nada hubiera pasado.
Yo 15:40
Estamos en la sección escolar, genio. ¿Qué tan difícil de descifrar es eso?
Guardé el teléfono en el bolsillo, y me encontré con Mica y Lara sonriendo como si supieran un secreto.
—¿Qué pasó? —pregunté, arqueando una ceja.
—¿Quién te estaba escribiendo? —preguntó Mica, con una sonrisa enorme y moviendo las cejas de arriba abajo.
Alterné la mirada entre las dos.
—Mike... ¿Qué están tramando? —interrogué.
—Nada... —dijo Lara, con una sonrisa que gritaba lo contrario.
Antes de que pudiera presionarla, una voz sonó a mis espaldas.
—¿Charlotte?
Me giré, y ahí estaba Zayn. Sostenía un canasto que apenas contenía una lata energizante. El pelo algo revuelto, la camiseta gris pegada al cuerpo, y shorts deportivos... parecía recién salido del gimnasio.
—¿Zayn?... ¿Qué hacés por acá? —pregunté.