Farsa de amor

Detalles que importan

Nos reunimos todos en la rambla, como de costumbre. El aire fresco del río me erizó la piel, y antes de que pudiera decir nada, Zayn se acercó y me pasó su campera por los hombros. Lo hizo de manera tan natural, como si ya lo hubiera pensado antes.

—Así —murmuró con una media sonrisa, acomodándome el cuello de la tela—. Mucho mejor.

El calor de la campera era nada comparado con el que me provocaba su cercanía. Me sorprendí a mí misma disfrutando de ese gesto, sin pensar demasiado, sin la necesidad de justificarlo como antes. La verdad era que me gustaba. Me gustaba que él me mirara como si yo fuera importante.

Caminamos hasta el pasto donde solíamos sentarnos, y no solté su mano en todo el trayecto. Era raro lo rápido que se había vuelto familiar. Tal vez por la forma en la que me sostenía, firme, como si estuviera seguro de querer hacerlo.

Cuando nos sentamos, Zayn se colocó a mi lado, y apenas lo hizo, pasó un brazo por mis hombros. Antes habría sentido todas las miradas encima, preguntándome si estaba bien, si no me estaba apurando demasiado. Pero esta vez no. Esta vez me acomodé contra él, sin darle vueltas. Había algo en su seguridad que me desarmaba, que me hacía sentir que estaba en el lugar correcto.

Lo escuchaba hablar, hacer bromas, y me sorprendía riéndome de cosas simples, sin miedo a que sonara tonto. En más de una ocasión noté cómo Mike nos observaba desde el otro lado de la ronda, con esa expresión difícil de descifrar que parecía una mezcla de incomodidad y algo más. Antes me habría obsesionado con descifrarlo, con preguntarme qué pensaba de mí. Pero ahora... no.

Claro que lo notaba, no podía evitarlo, pero mi mente no se quedaba atrapada ahí. En cambio, volvía a Zayn, a su voz grave contándome un chiste, a la forma en que sus dedos jugaban distraídamente con el borde de mi manga, a esa sonrisa que parecía reservada solo para mí.

Y mientras lo miraba, pensé que quizá no necesitaba entender a Mike. Que tal vez lo que había entre nosotros siempre había sido amistad, cariño... nada más. Porque lo que estaba empezando a sentir ahora era distinto.

Con Zayn todo era nuevo, pero al mismo tiempo cómodo. Como si estuviera aprendiendo a querer de otra manera, más real, más madura.

Mica y Lucas estaban en lo suyo, compartiendo un paquete de papas como si fueran la única pareja del mundo. Ella se reía con la boca llena y él la miraba como si cada cosa que hacía fuera adorable.

—Dejá de mirarme así —lo retó ella, dándole un codazo suave.

—¿Así cómo? —Lucas sonrió, robándole otra papa antes de que pudiera alejarse.

—Como si fueras un perrito —dijo Mica, pero sus mejillas rojas la delataron.

Todos alrededor soltamos una risa, incluso Zayn, que la miró divertido. Yo aproveché ese instante para observarlos. Era extraño, pero verlos juntos no me daba envidia ni nada parecido... más bien, me daba esperanza.

Lucas la abrazó y la empujó contra las mantas, empezando a hacerle cosquillas para poder robarle la bolsa. Mica se reía descontroladamente, tenía todo el rostro sonrojado. Al final soltó la bolsa y levantó las manos en son de paz, rindiéndose.

Unos metros más allá, Zack intentaba mantener una conversación con Lara, aunque ella parecía más concentrada en sacar fotos del cielo.

—¿Sabías que a esta hora la luz tiene un nombre especial? —dijo él, rascándose la nuca, torpe.

—La hora dorada —respondió ella sin mirarlo, enfocando con el celular.

—Exacto —Zack sonrió, como si acabara de pasar una prueba secreta.

Era casi tierno verlos así. Zack, que siempre había sido tan confiado con todos, parecía nervioso frente a Lara. Y ella, aunque distante, no lo apartaba. Tal vez era el comienzo de algo, pensé.

—Bueno, bueno —intervino Diego en voz alta, rompiendo la tranquilidad—. ¿Alguien me va a dar algo de comer o voy a tener que mendigar?

Todos soltamos una carcajada. Era imposible no hacerlo con él. Siempre lograba romper la tensión cuando las cosas se ponían demasiado densas.

—Tomá, drama queen —Mica le tiró el paquete de papas vacío.

—Muy graciosa —refunfuñó Diego, pero sonrió igual.

Me acomodé otra vez contra el hombro de Zayn. Él bajó la mirada hacia mí, como si no pudiera evitarlo, y me acarició el pelo de forma distraída. Ese gesto, tan simple, me derritió más que cualquier palabra.

Tal vez estaba empezando a enamorarme.

No como antes, con inseguridades y dudas, sino de verdad, con cada detalle, con cada instante que compartíamos.

Y cuando volví a levantar la vista, noté los ojos de Mike sobre mí otra vez. Me sostuvo la mirada apenas un segundo antes de girar el rostro hacia otro lado, como si nada. Pero esa chispa estaba ahí, escondida, y yo lo supe.

Por primera vez, no sentí la necesidad de ir tras ella.

Devolví la mirada a Diego y me aclaré la garganta. —Tal vez deberíamos pensar en qué cenar, no creo que una bolsa de papitas vacía pueda llenarnos a todos.

Me reí mientras Mica me fulminaba con la mirada, guardando la bolsa vacía en su bolso para que no se fuera volando.

—¿Qué proponés que comamos? Podríamos pedir que nos trajeran la comida —sugirió Lara, dejando de lado su celular y acomodándose más cerca.

Zack se estiró y colocó su campera sobre los hombros de Lara en el momento que ella comenzó a temblar.

—Capaz conseguimos algún descuento por la aplicación, pero lo más económico sería pedir un metro de pizza —dijo Zayn al lado mío. Me dedicó una sonrisa torcida antes de volver su atención a los demás.

Mike se acomodó el canguro. —No se preocupen chicos, hoy invito yo, pidan lo que quieran.

Tenía una sonrisa superficial, como si esa simple acción hubiera demostrado que era mejor que Zayn. Se estaba comportando como un niño.

Diego se frotó las manos. —Opa, ¿qué les parece pedir unos cinco chivitos?

Abrí los ojos como platos.

—Tampoco te vayas al carajo, Diego —dijo Mike, pegándole en la parte posterior de la cabeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.