Fausse Note

Capítulo 4 «¿Fuiste al Concierto?»

—Pero si aquí tenemos a mi mejor amigo, el caballero, que ayer estaba insultado a una de las chicas de teoría musical. —Dice Levi divertido pasando un brazo sobre mi hombro.

Ruedo los ojos, esa bruja se había pasado.

Lo peor es que nos instalamos como una hora más solo peleando, y ya todo se reducía a jodete, pedazo de estiércol.

Más vale no me encontrará a semejante idiota por ahí, era capaz de seguir discutiendo con esa gastadora de oxígeno y de la poca agua dulce que quedaba en el mundo.

Bostece, lo peor es que no había dormido enfrascado en pelear con la amargada esa.

No tenía ánimos para nadie, podían perderse en medio del mar, ¡todos!

—Andas calladito hoy. —Esteban le siguió el juego a Levi.

Rodé los ojos, que me dejarán tranquilo hasta el 30 de Febrero.

—Ayer no estaba tan calladito por el teléfono... —Agrego Alejo.

Ya veía que no me iban a dejar olvidar el asunto por el resto de mi vida.

—Lo dicen como si no se lo tuviera merecido. —Hablo al fin.

—En eso te apoyamos Sal, pero que te has quedado horas peleando con ella. —Agrego Levi.

—A mí me entretuvo la noche, así que nada que agregar. —Dijo Esteban uniéndose a la conversación.

A pesar de todo, no me arrepiento, me sirvió como ejercicio mental.

—No la iba a dejar ganar, por favor, el orgullo primero que nada.

—Mi lema de vida. —Agrego Alejo.

En eso concordaba con él.

—Ya veré yo, cuando les salga el tiro por la culata. —Debatió Levi.

Rodeé los ojos, dudo que eso pasé.

—Lo que digas, Lev. Los veo luego, me toca práctica.

—Suerte y cuidado que la pelota no te deje más descerebrado. —Se despidió Levi.

—No lo escuches, nos vemos Sal. —Le siguió Esteban.

—Yo llego en diez minutos a la práctica. —Añadió Alejo, el único que estaba en el equipo de basket conmigo.

Aún quedaban 20 minutos para la práctica, llegaría temprano, tal como me gusta.

Saqué una barrita energética de mi chaqueta, mejor desayunar antes que me dijeran algo, como me había despertado de mal humor, no había tenido ánimos de cocinar, y mi nevera estaba vacía, no había dejado nada para preparar una comida rápida.

Resople, todo por la ridícula de teoría musical.

Mejor hacía el intento de dejar de pensar en la desquiciada.

Mordía molesto mi barra energética cuando vi a la chica de la otra vez.

Su piel seguía teniendo ese color pálido irreal, y seguía con las benditas gafas que no me dejaban detallar su rostro por completo, aunque si note que eran unas diferentes, esta vez cargaba al menos una camisa blanca con una imagen colorida, el cabello recogido en una coleta que llegaba hasta la mitad de su espalda, unos pantalones negros con líneas blancas, y unos botines.

¿Acaso solo tenía ropa blanca y negra?

Una completa contradicción.

Repetí el mismo pensamiento que tuve al tener una primera impresión de ella.

Aún no me cabía en la cabeza, alguien con voz tan aguda y aniñada podía lucir así.

Claro que aún no la había visto sin las gafas, aunque dudaba que desapareciera el efecto que causaba, al menos en mí.

Acelere el paso cuando vi que sacaba unos AirPods con la intención de colocárselos.

—Nilla.

Siguió con la vista anclada a su teléfono, cómo ajena a todo, jugando con la diminuta caja de los AirPods en su mano.

—¡Nilla!

Esta vez dio un respingo y giro su cabeza en mi dirección, pude ver un ligero trozo de su ceja que sobresalió por sus lentes, así supe que estaba alzando una.

Antes que tuviera oportunidad de decirle algo, vi como desviaba su cara, y caminaba a velocidad hasta su amiga pelinegra, la misma del otro día a la cual le debía el conocimiento de su nombre, pasando justo al lado mío, sin notarme, y le daba un abrazo.

—Daynne. —Escuché cómo chillo entusiasmada.

La chica se rio y caminaron a dirección contraria de mí.

Pero... ¿Qué acaba de pasar?

—No me di cuenta de que habías llegado, a penas escuché cuando me llamaste.

Oh, ella creyó que fue su amiga y no yo.

Suspiré, igual había sido algo más bien impulsivo eso de ir a hablar con ella.

No escuché la respuesta de su amiga, pero ya se habían alejado lo suficiente para hablar con ella, retome algo confundido el camino hasta la práctica de basket.

Me fui directo al vestidor y me coloqué mi uniforme, mejor que me concentrará antes del entrenamiento.

Lástima que lo único que pude hacer fue mirarme las agujetas con la mente aún dormida.




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