Febrero

CAPITULO 1

Todo es perfecto: una vida perfecta, un trabajo perfecto, un novio perfecto. Febrero es mi mes favorito, el siete de febrero es mi día especial. Mi cumpleaños. Hoy es siete de febrero, mi día esperado. Liam, mi novio por cinco años, me pedirá matrimonio. Lo sé, ha estado distante últimamente desde diciembre, estoy segura de que es por eso.

—Mavie, me acompañas a la cafetería, por favor.

—Claro, Claire.

—Tengo que traer unas cosas y no puedo sola, las dejaron por error en la cafetería.

Caminamos hasta la cafetería. Tenemos una gran cafetería, muchos aquí sobrevivimos con café y galletas. Abro la puerta y, para mi sorpresa, mis compañeros de trabajo están aquí, me empiezan a cantar las mañanitas.

—Gracias, chicos, pensé que se habían olvidado de mi cumpleaños —digo.

—¿Cómo se nos va a olvidar, Mavie? —Sí, desde que inicia enero, estás contando los días para febrero y no solo tú nos haces a nosotros hacerlo —me dice Charly.

—Pide un deseo. —Claire me acerca el pastel. Con la veladora encendida.

Siempre pido el mismo deseo: salud para mí y para mi familia. Sopló la velita en medio de abrazos y felicitaciones.

—Ya casi te alcanzan los treinta. —Charly se burla.

Llegar a mis veintiocho es magnífico, todo es perfecto.

Después de compartir el pastel con mis compañeros de trabajo, vuelvo a mi puesto. Soy asistente de Catalina Montiel, que es socia de la empresa; tengo dos años laborando aquí. Sé que hay un dueño, pero no lo conozco, tiene algunos años en el extranjero. Catalina es la que viaja a verlo, es todo un misterio, pocos son los que lo conocen. Al menos los nuevos, como Charly y yo, no lo conocemos, tenemos solo dos años en la empresa. Estoy muy a gusto, a pesar de que Catalina es un hígado, se puede trabajar con ella la mayoría de las veces. Liam, mi novio, trabaja con ella desde el año pasado. Yo le conseguí el trabajo, sé que no es lo que le gusta, es su chofer, pero ya que se quedó sin empleo y Catalina se había quedado sin chofer, yo le hablé maravillas de mi guapo novio.

—Mavie, Catalina, ¿ya llegó? —me pregunta el chico de contabilidad Isaac.

—No ha llegado, me dijo que tenía cosas que hacer antes de llegar a la oficina.

—En cuanto llegue, por favor, llámame para venir a hablar con ella.

—Por supuesto.

Le envió un mensaje a Liam para preguntarle si ya vienen o si les falta. Pero no le llega el mensaje, le llamo y tiene apagado el celular. Qué raro, esta mañana me llamó para felicitarme, me dijo que no podía venir a felicitarme personalmente porque tenía ocupada la mañana. No quiero molestar a Catalina por si está en una cita de negocios, en ocasiones tiene citas fuera de la empresa y no me informa con quién.

Termino de hacer mis cosas, Catalina no llega y Liam tampoco, y ya me estoy poniendo nerviosa, tal vez le pasó algo. Tomo el celular para llamarla. Suena dos veces, luego es contestado.

—Catalina…

No me contesta, pero lo que escucho me deja helada. Está con alguien que conozco muy bien, está teniendo sexo con mi novio. Catalina y Liam están juntos. Cuelgo la llamada, no puedo creer esto. ¿Desde cuándo me está poniendo el cuerno con mi jefa? Tomo mi bolsa, no sé dónde están, pero no me importa. Me subo al coche, recuerdo que tengo el número del portero de la privada de Catalina.

—Dígame, señorita —me contesta de inmediato.

—Señor Luis, buenos días, disculpe que lo esté molestando, pero quiero preguntarle si Catalina ya ha salido de casa.

—No ha salido, señorita, su chofer llegó muy temprano hoy, pero no han salido todavía.

—Muy bien, en un momento voy, necesito entregarle unos documentos.

No sé cómo le hago, pero llego hasta la privada, intento limpiarme las lágrimas, para que el señor Luis no sepa que estoy llorando.

Entro a la privada, la casa de Catalina es la tercera. Me estaciono y bajo. Sé dónde guarda la llave de repuesto, muchas veces he venido y la he usado. Entro, sin hacer mucho ruido, en la mesita de la sala, hay dos copas de vino, platos con el desayuno sin terminar y un paquete de condones abiertos. Escucho sus risas, están juntos. El día más especial para mí, el día en que pensé que me propondría matrimonio, me está poniendo el cuerno con mi jefa. Con la mujer que yo misma le presenté. Llamo nuevamente a Catalina. Mientras subo las escaleras, sé perfectamente dónde está su habitación.

Los escucho sonreír y hablar de mí.

—Me está llamando Mavie.

—No le contestes, yo le llamaré luego.

—¿Vas a dejarla?

—Lo haré después; ahora no puedo.

—Pobrecita, cree en los cuentos de hadas.

—Sigamos en lo que estábamos; no quiero hablar de Mavie.

Por un momento se me vino a la mente entrar y golpear a Liam hasta cansarme, pero con la poca dignidad que me queda salgo de la casa de Catalina.

Subo a mi coche, me seco las lágrimas una y otra vez.

Mamá me llama, intento calmarme antes de contestar.

—Hola, mamá —digo.

—Feliz cumpleaños, mi amor.

—Gracias, Mami.

—Queríamos llamarte antes, pero pensé que estarías ocupada.

—Sí —me limito a contestar.

—Tu papá tendrá vacaciones en su trabajo muy pronto, me ha dicho que quiere que vayamos unos días contigo.

—Eso me encantaría, mamá.

—¿Cómo te sientes? Estás lista para tu gran noche, espero que Liam te haya preparado la mejor pedida.

Cometí el error de decirle a mi madre que Liam me pediría matrimonio. Le dije que me lo pediría, ni siquiera le dije qué era lo que yo pensaba: soy una gran idiota.

—Escucha, mamá, estoy manejando, te llamaré luego.

Manejo sin rumbo, no puedo creer que Liam me haya hecho esto. ¿Cómo pudo engañarme? A mi celular le entra un nuevo mensaje; sé bien de quién es.

Liam

Te amo, mi amor, ya quiero que

Sean las siete para comerte.

Lo llamo, quiero ver si es capaz de negar que me engaña. Contesta a la primera.

—Hola, cariño, estaba por marcarte, ya casi vamos a la oficina. Catalina ha tenido una reunión larga hoy.




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