Febrero

CAPITULO 7

No sé qué sentir sobre lo que pasó en mi casa. Braulio me besó, en realidad nos besamos. Cuando nos separamos, no me dijo nada, solo me tomó de la mano, me abrió la puerta de su auto.

—Discúlpame, Mavie, no sé qué me pasó, no sé por qué te besé.

—Yo también lo hice, también te correspondí y tampoco sé por qué pasó.

—No quiero que me malinterpretes, no quiero que nos confundamos por esto. Tú estás saliendo de una relación y yo también. Yo no sé tú, pero yo no tengo ganas de estar con alguien más.

—Yo tampoco, no quiero saber nada de relaciones. olvidemos ese beso, hagamos de cuenta que no pasó nada.

Braulio respira aliviado, no lo había visto, pero estaba tenso, fue un error para el que nos besamos.

—Para a la vuelta, compraré el pay.

Bajo del coche, por suerte la pastelería no tiene clientes.

—Buenas noches, Mavie.

—Buenas noches, señora Reni, me da un pay de limón, por favor.

—Tienes suerte, ya me queda uno.

—Hoy amanecí con suerte —digo.

—Ten, te doy este paquete de galletas, apenas las empecé a vender hoy, están riquísimas.

—Muchas gracias, ¿cuánto te debo?

—250 por ser una buena clienta.

—Aquí tiene, gracias y buenas noches.

Salgo de la panadería, Braulio está al teléfono. Subo.

—Está bien, Marjorie, iré a la farmacia y llevo la medicina.

Braulio cuelga la llamada.

—¿Está todo bien?

—No, era Marjorie que Molly tiene temperatura y le está empezando la gripa, quiere que compre medicamento, no sé si sea verdad, ya no confió en ella.

—Y con justa razón.

—Sí, no sé cómo le voy a hacer, la quiero lejos de mí, pero eso no va a pasar.

—Te diré lo mismo que me dijiste a mí, que ella sienta vergüenza, no tú, ella es la que te falló.

—Eso es lo, pero, Mavie, no conoces a Marjorie, mira, ni yo la conozco del todo, no tiene vergüenza. ¿Sabes lo que hizo?

—¿Qué hizo?

—Se metió a mi baño cuando me estaba bañando, quería actuar como si nada paso.

Pero qué mujer, definitivamente mujeres como Marjorie y Catalina existen y no tiene nada de amor propio, Marjorie no valoro al hombre que tenía al lado, Braulio es muy buena persona, desde que lo conozco no ha dejado de ayudarme, y Catalina pudiendo tener a cualquier hombre soltero y a su disposición me robo al mío.

—Debes hablar con ella, dejarle todo claro, antes de que tu hija se confunda más.

Llegamos a casa de Braulio, no me bajé del auto, veo que Marjorie abre la puerta, tiene una bata transparente. Braulio pasa sin siquiera mirarla. Para mi mala suerte, se acerca al coche.

—Hola, ¿Mavie Verdad?

—Buenas noches, señora.

—No me llames, señora, me llamo Marjorie, acostúmbrate a verme, ya que trabajas para mi esposo. A sí que prácticamente trabajas para mí también.

—No, señora, solo trabajo para Braulio, no para usted —le contestó.

—Ten mucho cuidado conmigo, con tan solo decirle a mi marido que te corra lo hará.

—Hágalo para que vea que la única que ya sale de su vida es usted, señora.

—Voy a estar en la vida de mi esposo para siempre —me contesta.

—Claro, como usted diga. Me saluda a su cuñado.

Marjorie no se esperaba que yo supiera de su infidelidad, pero me alegra que ahora lo sepa.

—No sé cómo pudiste engañarlo si besa riquísimo — cierro el vidrio antes de que pudiera decir más.

Se da la vuelta para ir a dentro, y Braulio viene de regreso. Marjorie le está gritando algo que no logró escuchar, pero Braulio no se queda a escucharla, sube al coche y arranca.

—¿Le dijiste que nos besamos?

—Maldita chismosa —susurró.

—¿Qué te ha dicho?

—Tiene la realidad bien alterada. Me ha dicho que es tu esposa y que yo prácticamente soy su empleada, no me pude aguantar, le recordé a su cuñado y tal vez le dije que besabas riquísimo.

—La dejaste hecha una fiera —me sonríe.

—Lo siento, no me pude resistir.

—No, que se aguante y que reciba un poco de su propio chocolate.

Llegamos a casa de Thiago, es una mansión, incluso es más bonita que la casa de Braulio. Está en una zona más exclusiva. Conozco a Thiago desde que trabajo en la empresa, siempre es muy amable y respetuoso con todos. Cuando se casó hace un mes, nos invitó a todos y no por obligación, sino porque realmente nos conoce a todos y se toma el tiempo de conocernos.

—Bienvenidos —nos reciben.

—Hola, me da gusto que estén aquí

Marisa, la esposa de Thiago, tiene quemaduras en una gran parte de su rostro y cuerpo. Su casa familiar se quemó, toda su familia murió, y ella sobrevivió de milagro.

—Me da gusto de verte de nuevo, Marisa.

—A mí también, Mavie, fuiste el alma de mi boda. Nos divertimos mucho. Lamento lo que te hizo ese chico, con razón no me cayó tan bien honestamente.

Miro a Thiago, me aseguro que nadie se enteraría de lo que me hizo Liam.

—¿Qué? Me dijiste que no se lo dijera a nadie de la oficina, mi mujer no va a la oficina, no te preocupes —se defiende.

—No te preocupes, Mavie, yo no se lo diré a nadie, y me alegra saberlo. Intentaba hacerme amiga de Catalina, ahora la quiero tener lejos de mi marido.

—No te preocupes, amor, la mayoría de veces no soporto a Catalina.

Eso es verdad, a Thiago no le caía bien, trataba de ver las cosas conmigo y no con ella, no entendía por qué.

Marisa cocina deliciosamente la plática fluyo. Thiago tiene unas historias chistosas, y Marisa no se aburre con él.

—Marisa, Mavie necesita encontrar otro lugar para vivir. ¿Puedes ayudarla? —le pregunta Braulio.

—Por supuesto, Braulio, ¿qué andas buscando?

—Algo no tan caro, por favor —es lo primero que digo.

—No te preocupes por el precio, Marisa, Mavie tienen para pagar un alquiler.

—Supe que te han subido el sueldo —me dice Thiago.

—Lo justo, ¿sabías que Catalina le estaba pagando menos?

—No, ¿cómo que le pagaba menos?

—Estoy investigando el porqué Mavie ganaba por debajo de sus compañeros.




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