Subo a la habitación de Molly; ya han pasado veinte minutos y no baja. Braulio está triste por eso. Sé que intenta ser un buen padre y no poder decirle la verdad de qué pasó con su madre le duele más, pero su amor y bienestar por ella es más grande.
Su puerta está entreabierta; la escucho hablar por teléfono y me acerco más para escuchar lo que está hablando.
—Sí, mamá, lo haré, aunque no quiero ir.
No sé lo que su madre le contesta, pero dudo que sea algo bueno.
—Sí, mamá, no dejaré que esté con papá.
Esa maldita zorra, seguro le está metiendo cosas en la cabeza a la niña. ¿Cómo puede hacerle eso a su hija?
—¿Puedo entrar? —le pregunto, antes de asomarme.
—¿Qué quieres?
—Quiero hablar contigo.
—Yo no quiero.
—Por favor, Molly, sé que estás molesta, pero no puedes hacerle esto a tu papá; él te ama mucho.
—¡Vete! —me cierra la puerta en la cara.
No me enojo con ella, porque todo es culpa de su madre, ella es la que la manipula.
Vuelvo abajo. Braulio está en la cocina haciendo café; me entristece que tenga un cumpleaños así, como el mío.
—Braulio. Debo irme.
—¿Tú también me vas a dejar solo?
—No, ve a desayunar con tu hija; yo iré a dar unas vueltas. ¿Te dije que mis padres vendrán pronto?
—Sí, ya te dije que son bienvenidos.
—Mi amiga Lily se irá unas semanas a casa de sus suegros; su suegra le va a ayudar cuando nazca el bebé, así que pensé llevar a mis padres a su departamento.
—No, Mavie, esta es tu casa.
—Braulio, es mejor que no vengan acá; no puedo decirles que eres mi novio, no quiero mentirles.
—Yo se lo dije a mi madre. ¿Es una mentira piadosa? —susurra.
—Y no me molesta que lo hayas hecho, pero conozco a mi madre, se pondrá intensa. No la conoces, es la mejor madre del mundo, pero no le puedo mentir fácilmente.
—Estás muy bonita —su mirada va a mi cuerpo.
—Gracias, tú también lo estás. —Por cierto, no te he dado mi regalo; voy por él.
Con lo de Marjorie y con lo que pasó con Molly, no le di su regalo.
Encuentro el regalo, regreso con él.
—Espero te guste.
Braulio empieza a abrir la caja; puse suficiente cinta para que batallara un poco, me gusta hacerlo para darle más emoción.
—Muy bonitas, gracias.
—No me decidía en la talla; espero te quede.
—Sí, soy talla M, me quedará, me pondré esta —me señala la camisa color caqui.
No quiero irme, pero no quiero seguir arruinándole el cumpleaños a Braulio. Tomo una hoja y le escribo para que sepa que me fui.
<<Feliz cumpleaños, Braulio.
Ten un buen desayuno con
Tu hija, nos vemos en la tarde.
Prometo no emborracharme, no.
Quiero olvidar tu cumpleaños>>
Mavie.
Subo a mi coche, iré a visitar a Lily, aprovecharé mi mañana libre para comprar algunas cosas para mis padres. Estoy muy emocionada porque vengan, ahora que recibí mi cheque por la campaña y por todo lo que Catalina no me ha pagado por estos dos años que trabajé con ella. Con eso podré llevar a mis padres a cenar a un buen restaurante y a llevarlos a conocer bien la ciudad. La primera vez que vinieron, se juntó con la renta y todos los servicios y solo estuvimos en casa. Sé que papá y mamá lo entienden, pero esta vez será diferente.
Mi amiga ya estaba desayunando; se suponía que yo desayunaría con Braulio por su cumpleaños. Pero Jero muy amablemente hace desayuno para mí. Jero es un hombre maravilloso; ama a mi amiga desde que eran niños, se casaron muy jóvenes y van a ser padres primerizos en pocos días. Estoy tan feliz por ellos.
—Entonces dices que la hija de tu novio ficticio ¿está en contra de tu relación ficticia?
—En realidad no es ella, es su madre.
—La madre infiel…
—Sí, la madre infiel, que no quiere perder al hombre al que le fue infiel.
—Yo digo que vayas a ese restaurante y le demuestres a esa niña que ella y su madre no podrán contigo.
—Es una niña, es la menos culpable de todo lo que está pasando con sus padres; además, fue educada por su madre, ¿qué se puede esperar de esa mujer?
—Lo sé, no digo que te pongas al nivel de una niña preadolescente, solo digo que al no ir solo estás logrando que su madre se salga con la suya, y te has puesto tan bonita para estar aquí desayunando con nosotros.
—Jero me está haciendo desayuno —le digo.
—Lo sé, pero puedo comérmelo yo sin ningún problema.
—No lo sé, y si solo le arruino su cumpleaños, sé lo que se siente y no quiero.
—No se lo estás arruinando tú, se lo está arruinando su ex; te aseguro que ella llegará también, se sentará con él y actuará como si nada pasara, porque su hija no sabe nada.
—Te amo, amiga.
Subo de nuevo a mi coche; sé en qué restaurante están porque yo misma hice la reservación hace días. Es el lugar favorito para desayunar; estaba muy emocionado porque tenía años sin ir. Tengo un poco de nervios, pero aun con todos los nervios me bajo del auto.
—Buenos días —una linda chica me recibe.
—¿Tiene reservación?
—Sí. A nombre de Braulia Herrera, seguro ya está aquí.
—Sí, pase por aquí, por favor.
Camino atrás de la chica, Braulio está de espaldas, Molly está tomando un jugo; a su lado está Marjorie. No puedo creer que esté aquí. Era lo que quería desde un principio.
—Buenos días —digo.
La cara de Marjorie al verme me encanta; está sorprendida y enojada de verme. Braulio también está sorprendido, pero me sonríe en cuanto cruzamos miradas. Molly casi se ahoga con su jugo.
—Hola, bienvenida —se levanta para saludarme.
—Me alegra que estés aquí —me susurra.
Me siento junto a él; Marjorie no deja de verme.
—Has llegado tarde, ya pedimos. Te tocará comer sola.
—Joven —Braulio llama al mesero.
—Dígame, señor.
—Tráigame un menú y puede hacer que mi pedido venga junto con el de ella, por favor.
—Por supuesto.