Febrero

CAPITULO 12

Braulio.

Llegamos a casa, por suerte vivimos tan cerca de la casa de Thiago que me permití tomar un poco más de lo que acostumbro, sobre todo porque sé que Molly está con su madre. Después del beso con Mavie, las cosas fluyeron, no me incomoda que lo haya hecho. Si me lo preguntan, es un gran beso de cumpleaños. Además, que solo estábamos amigos íntimos, pensé que sería peor. Llevo tantos años festejando mi cumpleaños con mi familia que pensé que este sería triste, pero no. Mavie lo ha hecho bien, es curioso que de cierta manera nos acompañamos en nuestros cumpleaños. Tomé nota mental de buscar un regalo para ella, ella se tomó la molestia de comprarme un regalo.

—Creo que me voy a dormir, estoy cansada.

—Espera, Mavie, debemos hablar de lo que está pasando.

—Sí. —Se sienta en el sillón.

—Nunca había besado a otra mujer. Bernardo tiene razón, la única novia que he tenido es Marjorie, la conozco desde siempre. En realidad, fue muy difícil para mí descubrir su engaño. Joder, eso hizo que mi amor se transformara, ella no lo ha hecho fácil. Odio que me manipule por medio de Molly. Estaba tan ciego con ella, ahora que la veo con diferentes ojos, me doy cuenta de lo equivocada que estaba con ella. No me di cuenta de que empezó a verse con Dylan, me siento estúpido, ¿sabes? Pensé que mi hermano quería acercarse más a mí, nuestra relación nunca fue cercana, aunque yo intenté que lo fuera. Soy un idiota, él no quería tener lazos conmigo, solo quería a mi esposa.

No sé por qué le estoy contando todo esto a Mavie, tal vez porque estoy un poco ebrio. No suelo abrirme de esta manera, no me gusta ser juzgado, pero Mavie es diferente; ella me entiende, le acaban de hacer lo mismo. Al menos ella la tiene más fácil; no tiene que lidiar con su ex más allá del trabajo. Yo tengo que ver a Marjorie toda la vida, ya que compartimos a Molly.

—No quiero decir que me arrepiento de casarme con ella porque es como si renegara de mi hija.

—Te entiendo, Braulio, Molly lo hace más difícil. Marjorie sabe que con ella te puede manipular.

—No quiero dañar a Molly.

—Lo sé, pero Molly debe saber lo que realmente pasa, tal vez le puedes endulzar las palabras, pero tiene que saber que Marjorie falló y no tú.

—Es tan difícil.

—¿Crees que fingir que estamos juntos sirva de algo?

—Puede ayudar a que Molly entienda que ya no volveré con su madre. Pero no sé si quiera fingir, Mavie. No después de lo que ha pasado esta noche.

—Creo que nos estamos precipitando, Braulio; nuestras vidas son complicadas. Hace quince días pensé que me iba a casar y mírame dónde estoy ahora.

—¿Te arrepientes de haberme besado? Porque yo no, no sé exactamente qué estoy sintiendo, pero me gusta.

—Estás ebrio, Braulio, está claro que no sabes lo que sientes.

—¿Y tú? No tomaste, dime lo que sientes.

—A diferencia de ti, yo sí he salido con más chicos, pero Liam está diferente; con él me imaginé un futuro, fueron cinco años. Honestamente, no estoy segura de qué, si me fue infiel en otras ocasiones, lo más seguro es que sí.

—Ninguno de los dos pensó en nosotros, en el daño que nos estaban haciendo.

—Sí, me hubiera encantado que no me arruinara mi cumpleaños. Ya dirás que es una tontería comparada con lo que me hizo, pero mi cumpleaños era sagrado y él lo sabía.

—Discúlpame por no saber que era tu cumpleaños, te habría comprado un pastel ese día.

—No importa, Braulio, gracias a ti al menos estuve a salvo ese día, me expuse y pudo pasarme algo.

—Pero no te pasó nada.

—Tuve mucha suerte.

El celular de Mavie suena.

—Es Jero —contesta de inmediato.

Después de gritos, Mavie se levanta.

—Voy para allá, si te veo allá.

Mavie se pone las sandalias que se había quitado en la entrada.

—¿Qué pasa, Mavie?

—Mi amiga se puso de parto, ¿puedes creerlo? Es emocionante. Voy a ir al hospital; no creo que vuelva.

—Te acompañaré.

—No es necesario, Braulio, mejor ve a dormir, mañana seguro amaneces con dolor de cabeza.

—No importa, iré. Tú manejas, yo no puedo.

—Está bien, vámonos.

Llegamos al hospital, Mavie se acerca a unas chicas y a un chico que están en la sala de espera. Se abrazan y sonríen.

—Chicos, él es Braulio, mi jefe.

—Así que tú eres Braulio. Yo soy Zoé, mucho gusto.

—Y yo soy Doris.

—Él es Jerónimo, es el esposo de mi amiga que está a punto de ser mamá.

Jerónimo me saluda.

—Felicidades, ser padre es lo más hermoso que vas a tener en tu vida.

—Gracias. —Jerónimo está nervioso, como es de esperarse. Cuando Marjorie se puso de parto, fue el día más emocionante y estresante, tenía sentimientos encontrados, no quería que les pasara nada. El miedo me invadió cuando el parto se complicó; sentí esos minutos como horas eternas.

—¿Ya te han dicho algo?

—No, lo que me dijeron es que estaba dilatando en cinco. Algo así entendí, no lo sé.

—Tranquilo, son normales los nervios —digo.

—Gracias, Braulio. Mavie me dijo que eres padre.

—Sí tengo una hija de doce años.

—Braulio, ¿estás un poco ebrio? —me pregunta Zoé.

—Hoy es mi cumpleaños, así que tome un poco.

—Oh, es verdad, Mavie nos dijo que iría a tu cumpleaños. Feliz cumpleaños.

—Muchas gracias.

—Deberíamos sentarnos, la noche será larga.

Mavie y yo nos sentamos al fondo, por suerte encontramos asientos disponibles. Es un hospital público, hay demasiadas personas, muchos se notan que tienen tiempo aquí. Doris me ha traído un café muy cargado, no conocía a los amigos de Mavie, me cayeron bien a pesar de que un hospital no es un lugar agradable para conocer personas.

—Jero, ¿cómo está Lily? —Liam llega.

Mavie se incomoda con tan solo verlo. Él se incomoda al verme a mí.

—¿Qué hace este aquí? —le pregunta a Mavie.

—Es mi novio, está en el lugar indicado. —Los ojos de Liam posan sobre mí. Está molesto.




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