El doctor está limpiando la nariz de Braulio; por suerte no fue fuerte el golpe, solo tendrá un morete. Lily aún está en labor de parto, pero según el doctor, está yendo todo bien. Estoy tomando mi tercer café con mis amigas mientras Braulio sale, Jerónimo está con su familia y la familia de Lily afuera.
—Mavie, qué guapo es tu jefe aun con la nariz rota, mira qué guapo. Lástima que arruinó su camisa con la sangre que, por culpa del mono de Liam, le causó. —Tanto Zoé como yo miramos a la puerta por donde sale Braulio.
Sí que es guapo, demasiado guapo.
Me levanto de la silla para alcanzarlo.
—Ve a casa a descansar, Braulio, no es necesario que te quedes.
—No me iré sin ti.
—Ve a casa con el Mavie, te tendré informada; el doctor nos acaba de decir que lo más seguro es que el bebé nazca hasta en la mañana. —Jero está detrás de mí.
—¿Seguro?
—Si nuestras familias están aquí, además es mejor que descansen y guarden energías cuando él esté aquí.
—Está bien, llevaremos a las chicas a sus casas.
—Descuida, mi hermano las llevará; él tiene que pasar por ahí. Ustedes vayan a casa y discúlpame por lo de Liam, escribí en el grupo donde estamos todos y él aún está ahí.
—No es tu culpa, Jero. —Lo abrazo para despedirme.
—Yo manejo. —Braulio me pide las llaves.
—¿Te sientes bien?
—Sí me siento bien.
—Mejor manejo yo.
Él no reniega, se sube de copiloto. Las calles están solitarias, y lo agradezco porque tengo mucho sueño. En serio llegaré a casa y me dormiré con la ropa puesta.
El despertador sonó, intento apagarlo, pero se apaga solo; eso pensaba hasta que al otro lado de mi cama hay movimiento. Volteo asustada.
—Buenos días, Mavie.
—¿Qué haces aquí?
—No lo sé, estaban muy cansados.
Está con la ropa puesta; eso me tranquiliza. Yo también tengo la ropa puesta.
—Me iré a bañar a mi cuarto, tómate el día, seguro quieres ir con tu amiga.
—No iré a trabajar, iré a la hora de la visita, voy a preguntarle a Jero si ya nació el bebé.
—Está bien, me voy entonces.
Creo que aún no despierto. Braulio y yo dormimos juntos. ¿Cómo pasó esto?
Voy al baño para bañarme, pero antes le escribo a Jero, pero ya tengo un mensaje: mi hermoso sobrino nació hace media hora; es un pequeño niño. Podré verlo a las doce, que es la hora de la visita.
Salgo lista para ir a trabajar; aún tengo sueño y me duele la cabeza un poco. Braulio aún no baja; sacó del refrigerador todo para hacer el desayuno. Haré huevo revuelto, frijoles y picaré algo de fruta. Empiezo por poner la cafetera, después la fruta y, por último, los huevos.
La puerta de la entrada se abre; Molly entra. Atrás de ella viene su madre.
—Buenos días. —Marjorie me saluda. Está muy sonriente.
—Buenos días —contestó.
—Si le estás haciendo el desayuno a Braulio, no te molestes; Molly y yo venimos por él.
—Lo vamos a llevar a desayunar con nosotras —me dice Molly.
—Sube por tu papá, cariño.
Claro manda a su hija por delante para convencer a Braulio.
—¿Qué pretendes con hacer esto?
—¿De qué hablas? Se acerca a la cocina.
—Lo sabes, Marjorie, usas a tu hija para manipular a Braulio.
—No la utilizo, Molly, mi niña necesita y quiere a sus padres juntos.
—Eso lo hubieras pensado antes de ser infiel, ¿no crees?
—Tú no sabes nada, así que olvídate de querer ser alguien en la vida de Brau. Él volverá conmigo, volveremos a hacer una familia.
—Dudo mucho que Braulio vuelva; te acostaste con su hermano, y dudo que un día te perdone.
—Lo hará, tú no conoces a Braulio; ahorita está molesto, pero eso se le pasará muy rápido.
Molly viene cantando feliz.
—Papá, ya bajará, mami, se está cambiando. Le fascinó el plan que tenemos.
Molly no me voltea a ver. Solo le sonríe a su madre, feliz de haber logrado que su padre ceda a sus caprichos.
—¿Lo ves? Solo es cuestión de tiempo; Braulio nos ama.
—Vamos, Molly, esperemos a papá afuera.
Es una idiota, me ha arruinado mi desayuno con solo su presencia. Braulio baja las escaleras; en cuanto me ve, se tensa un poco.
—Hola —digo.
Él no me responde, solo me mira.
—Había hecho desayuno para los dos, pero creo que aceptaste ir a desayunar con tu exmujer y tu hija.
—A veces es difícil decirle que no a Molly, sé que no debería, pero ¿qué hago?
—Decirle que no, no dejar que ella se salga con la suya. Braulio, estás haciendo lo contrario a lo que hemos hablado.
—Lo sé, Mavie, solo iré a desayunar. Te veo en la oficina.
Llego a la empresa; para mi mala suerte, al primero que veo es a Liam. Está tomando café en la entrada. Pasó sin siquiera mirarlo. Por suerte él no me dice nada. Subo al elevador, me dejo caer en mi silla, abro el correo para ver todo lo que tenemos que hacer hoy. Braulio tiene dos citas por la tarde; en ambas iré con él. Voy a imprimir lo que se necesita para las reuniones; llega un correo nuevo de recursos humanos, lo abro para ver de qué se trata. Escupo el café. No puede ser, es lo último que me faltaba: Liam Sánchez Guevara es el nuevo asistente de Catalina Montiel. Ahora todo lo que tenga que tratar con Catalina lo tengo que ver con él. Esto no puede ser verdad.