La silla de Braulio es más cómoda que la mía; tal vez si se la cambio antes que llegue, no me diga nada. Me gusta su oficina; me encanta que puedo ver parte de la ciudad. Aún no tiene nada; prácticamente está vacía, solo tres fotografías de Molly: una de cuando era bebé, una donde está con él, y estoy segura de que la última es reciente porque el sillón donde está sentada sonriendo es el de nuestra casa. Mi teléfono vibra, veo quién me manda mensaje, es Zoé. Está abajo, bajaré por ella para que la dejen pasar. Le mando un mensajito a Charly, por si tiene tiempo, subo para que vea a Zoé. Charly conoce a mis amigas y desde el minuto uno se llevó bien con ellas, tanto que hasta convive con todas, aunque no esté presente yo. Abro la puerta, choco con un cuerpo, más bien con unas flores. Miro a ver con quién choqué; es Braulio.
—¿Me has traído flores? ¿Para disculparte?
—No, sí te he traído flores, pero no lo hago para disculparme, al menos no pensé en eso cuando las compré.
—¿Qué pensaste?
—Solo pensé que no sé si te gustaban y que lo iba a averiguar.
—Sí me gustan, pero si me pones a decidir si quiero flores o tacos, voy a elegir los tacos.
—Anotado —me sonríe.
Tomo las flores.
—Gracias, están muy bonitas. Voy a buscar un florero, pero antes iré por mi amiga Zoé; esta abajo me esperará un rato para irnos a su casa.
—No es necesario que bajes; llamaré a recepción para que le den entrada.
—Te lo agradezco, espero no te moleste que me espere aquí en mi escritorio.
—No me molesta, en veinte minutos tenemos la reunión con los nuevos clientes.
—Estoy lista, estaba trabajando en eso, solo voy a imprimirlo.
—Lo siento, Mavie, por mi comportamiento en la mañana, no es tu culpa que Liam esté trabajando aquí.
—Yo también te pido disculpas; no debí decirte lo que tienes que hacer con tu hija, lo siento.
—¿Borrón y cuenta nueva?
—Supongo, aunque unos tacos y cerramos el trato.
—Voy a llamar para que dejen pasar a tu amiga.
—Iré a imprimir mientras mi amiga sube. ¿Le puedes decir que dónde estoy? si sube y aún no termino.
—Si yo le digo. — voy a su computadora para mandar a imprimir los documentos.
—¿Estás usando mi computadora?
—Sí, perdona que no te pedí permiso, pero había personas pasando con las cosas de Bernardo y mejor entré a tu oficina. Por cierto, tu fecha de nacimiento no es una buena contraseña; cualquiera puede saberla.
—La cambiaré.
—Puedes poner mi fecha —me burlo.
Voy directo a imprimir. No puedo creer que Braulio me regalara flores, me encanta que lo haya hecho y que nos arregláramos, sobre todo esto último porque me sentía muy triste por cómo actuamos. Las hojas empiezan a salir.
—Hola. —Bernardo está a mi lado, y no sé en qué momento llegó.
—Hola, Bernardo.
—Te voy a preguntar algo.
—Dime.
—¿Tú y Braulio fingen estar juntos?
Su pregunta me saca de onda. ¿Por qué me lo está preguntando? ¿Se lo habrá dicho Thiago?
—No, no fingimos, Bernardo —digo con mucha seguridad.
—¿Estás segura?
—Lo estoy.
—Amiga, he llegado. —Zoé se interpone entre Bernardo y yo para abrazarme.
—Qué bueno, amiga. —Zoé mira a Bernardo con interés, no puedo negar que Bernardo. es muy atractivo
—Hola, me llamo Zoé. ¿Y tú?
—Bernardo Herson —contesta, viendo de pies a cabeza a mi amiga.
Zoé es una mujer muy atractiva; de las cuatro es la que mejor cuerpo tiene, y la que mejor viste; claro, es la que mejor estilo tiene y ella misma hace su ropa. Nosotros tenemos suerte de que ella nos regale mucha ropa, sus clientas le dejan los sobrantes y ella hace magia con ellos, y nosotros somos las beneficiarias de eso.
—Me voy, tengo cosas que hacer.
Saco las últimas hojas.
—Tengo una reunión en unos minutos, te puedes quedar aquí en mi escritorio, hay internet en mi computadora, puedes ver lo que quieras.
—Charly me ha escrito, vendrá un rato, así que no me aburriré.
Dejo a mi amiga en mi escritorio. Braulio ya está esperando a los clientes, estoy un poco nerviosa. No es que no haya asistido a reuniones de este tipo; lo he hecho durante estos dos años, y yo era la que hablaba con los clientes. No sé si Braulio sea igual que Catalina, lo estoy dudando; él no me ha dicho nada.
Entro a la sala de reuniones, Braulio se ha puesto su saco. Me he dado cuenta de que rara vez se lo pone, pero siempre lo tiene listo para estas ocasiones.
—Ya están subiendo —me dice.
—¿Quieres que yo les dé los pormenores?
—No, lo haré yo, pero si necesito ayuda o quieres decir algo, puedes tomar la palabra.
—Gracias, Braulio.
Los clientes llegaron, es una empresa mediana, quiere lanzar al mercado dos productos, quiere que hagamos sus promocionales y quieren que un talento de la empresa sea imagen. Previamente, ya hemos tenido pláticas con la chica elegida.
—¿Qué les parece la propuesta?
—Me parece perfecto —dice una de las chicas.
—Sí, a mí me encanta, Barbie Feil es perfecta para el comercial. —Dice la otra chica.
—Podría ser que en el mismo corte pongamos los dos productos en vez de solo uno. Pueden ser dos modelos; puede ser Tamara Gil; ella es muy diferente a Barbie y juntas se verán espectacular —digo.
Braulio me mira por un momento; yo desvío la mirada, no sé si hice mal en opinar cuando las chicas ya estaban conformes con lo que había propuesto él.
—Sería buena idea —la mujer más joven responde.
—Si están de acuerdo, lo podemos hacer, hablaremos con Tamara para ver su disponibilidad.
—Sí, pero ¿cuánto más sería?
—Debemos hacer un nuevo presupuesto, pero no sería mucho; solo tomaríamos en cuenta a Tamara.
—Braulio, querido.
Marjorie entra sin tocar la puerta. —Disculpen, no sabía que mi esposo está en una reunión.