¿Con qué cara miro a mi hija y le digo que su padre es uno de mis nuevos jefes, le veo todos los días y que no le importa un comino saber si ella está bien?
Esa pregunta me ronda en la cabeza todo el día desde que llego a mi nueva jornada de trabajo y debo confrontar con la asidua jornada que tengo en mis narices. Me cuesta hacerme un ratito para ir a ver a Basil al piso de abajo, no obstante, aprovecho una tarea completamente automatizada que consiste en digitalizar los primeros manuales de uso de Lady Bombón, una muñeca que hace a lo más nuclear de la marca. En ese tiempo, aprovecho para seguir escuchando la clase que me envió antes Gabriel y tomo algo de conocimiento acerca de cómo funcionan las criptomonedas que generan los fanáticos del arte y su vinculación con algunos dibujos animados que antes se valoraban por audiencia y espectadores, hoy tiene su grueso de mercado en piezas únicas que se atesoran como si fuesen una moneda que incrementa día a día su valor producto de la inflación.
En este caso, la moneda es la pieza digital del personaje en cuestión y el equivalente a la inflación es el incremento de interés de parte de los usuarios.
Vaya, me resulta interesante. Se me termina casi al mismo tiempo que termino yo con la digitalización de los manuales, incorporando también otros que he considerado que serían de utilidad y podrían capturar a un mercado de nostálgicos yendo un poco más hacia atrás con otros personajes que ha tenido con anterioridad la marca.
Hoy ya han entrado en funcionamiento las oficinas del piso de arriba, lo cual me ha dado la oportunidad de conocer otros del nuevo equipo de trabajo. Hay gran incidencia en la parte de promoción digital y oficinas con nuevos nombres. Ahora “Producto” es “Branding product”, Recursos Humanos es “People” y el departamento de Cuentas y Contable ahora se ha dividido en cinco. Sí, en CINCO y leo las placas a medida que paso andando entre los cubículos con gente metida en sus computadoras, celulares, audífonos y prácticas de mindfulness entre descansos de trabajo. Ahora tenemos en Contable a “Cash Flow”, “Financial”, “Crypto funding”, “Investment and development” y “C&S” que significa algo así como “los que trabajan a comisión y los que trabajan por salario y los que cuentan con ambas”.
No me pregunten qué implica cada una, pero seguro tendremos una capacitación asincrónica que nos enseñará en qué consisten.
Por otro lado está el sector tecnológico para el cual necesitaría toda una tarde para entrar en detalle y comprender bien de qué se trata cada sector con sus nombres.
—En qué momento cambiamos de lugar de trabajo y qué hicieron con el que teníamos antes, pero válgame Dios que están entrando hombres buenos, carne fresca.
Suelto una carcajada al escuchar a Basil quien viene tras de mí sosteniendo una caja mientras yo sostengo la mía con los manuales de Bug, el personaje extra a Lady Bombón que he visto como posible.
—¿Ya le pusiste el ojo a alguno?
—¿Viste los del sector de Contable? Cristo Jesús, los hombres que manejan dinero saben cómo hacer para ponerse candentes.
—¿Sabías que ya no se llama “Contable”? Y ahora son cinco oficinas diferentes.
—Eso explica que hayan entrado como quince personas.
—No les conozco, pero me caen mal.
—¿Tu ex está ahí?
—Chissst.
Le mando a callar para que nadie sepa que tengo algún tipo de vinculación con la gente nueva, ya tengo suficiente con lo que me ha pasado hasta el momento.
Una vez que ambos nos detenemos en el despacho de Gabriel, le pregunto:
—¿Tú también vienes?
—No, solo te acompañaba, voy a Contable a preguntar por los reportes de cuentas que debemos archivar.
—¿Y no era mejor enviarlo por mail?
—Quiero escanear bien a los hombres de esas oficinas con mi radar de hombres no heterosexuales.
Suelto una carcajada y me da un beso en la mejilla antes de desearme suerte y desaparece por el pasillo.
La puerta del despacho de Gabriel se abre y salen dos hombres, uno de ellos es mi ex y ni siquiera se fija en mí al pasar riendo, manteniendo una conversación con su compañero. Si se dio cuenta de que estoy acá, me ha ignorado con toda la intención. Podría decir se que también le ignoré.
—Señor…—murmuro, acercándose a la puerta.
Gabriel está de pie, con una mano en el bolsillo de su pantalón, observando un proyector delante que está demasiado claro por las luces apagadas, las cortinas bajas, pero la puerta abierta.
Me intimida un poco andar a medias luces con él.
—Sí, Sophie. Pasa.
—Traje reportes de los dos personajes con los que trabajarán el producto mínimo viable para las criptos nuevas.
—¿Eh? ¿Dos?
—Estuve escuchando las clases desde el móvil y avancé un poco más, creo que tendríamos que considerar a Bug.
—Mmm. ¿A ver?
Reposo la caja en la mesita más cercana, saco unos papeles y debo acercarme a él para que el reflejo del proyector ilumine la portada del manual de instrucciones de Bug, el personaje que traigo a modo de propuesta para trabajar.
Su perfume se mete en mis fosas nasales y se clava en mi entrepierna.
Digo, en mi pecho.
Es delicioso.
—Claro, lo ubico.
—Sabes quién es.
—Acabas de abrir el cajón de los recuerdos de mi cabeza, Sophie—admite—. Los chicos de mi generación éramos fanáticos de este personaje friki—. Levanta su cabeza y descubro que está sonriendo—. Creo que nos puede servir.
También sonrío.
—Vaya. Es… ¡maravilloso!
La sonrisa de ambos crea un ambiente de tensión extraña ante nuestra cercanía, cuando cae en la cuenta de lo que está pasando y corta el ambiente con sus palabras, esta vez en un tono más bajo:
—¿Te veo esta noche?
Trago grueso e inspiro profundamente.
—¿Llevo el manual?
—No. No lleves libros ni nada de trabajo. Quiero verte a ti, Sophie.