Nadie supo que Galilea, con su encantadora inocencia, poseía el poder de manipular personas, cosas y situaciones a su alrededor; para obtener así lo que quería.
En sus sueños se desdoblaba, y sabía que soñaba y estando allí cambiaba hasta la forma de sus sueños, tenía la capacidad de cambiar hasta el final de sus sueños.
Mientras que crecía vio varios finales de su vida y los cambió; porque entendió que ella debía cambiar y si no lo hacía probablemente uno de eso finales y no le gustaba ninguno; por eso, aún no sabe cual será su termino; lo que si sabe es que lo está creando aún.
Una tarde, Galilea sentada frente al mar, mirando a su alrededor, le gustó lo que veía y agradeció por ello, ya que se encontraba en Grecia; hizo un recorrido de su vida y estimó todo lo que hizo y lo que le queda por hacer; agradecida porque producto de su prosperidad económica ayudó y sigue ayudando a muchas personas, así como a una parte de su familia; sabe que es una mujer importante en el mundo exterior pero está consciente que lo más importante que sólo es una mujer, hija de Dios, y agradecida por todo lo que él, le ha concedido.
Ella muy suavemente cambia como piensan, sienten y desean las personas a su alrededor; toca y genera amor, a su alrededor es un destello de luz de Dios, porque todos a su paso, sienten su cercanía.
Y lo que un día trató de entender a su gata Minerva, y su conexión con ella, avisoro que ésta ya no existía que se había desaparecido de su mundo; que ella siempre fue una sola y que esa forma de conectarse, era su propio proceso de evolución, porque aún no podía comprender el exterior, lo bonito y no tan bonito de su cotidianidad; que todo estaba en su mente y ella le daba vida y lo cambiaba de forma y patrón si quería.
Y es cuando en esa tarde, viendo como le pasaba la vida como una película, supo que su esencia fue, es y siempre será FELINA.