Sin aliento, Bursa caminaba presurosa hacia su trabajo (el cual era en una tienda departamental del centro comercial Perisur) había tomado un taxi, pero este se quedó atascado en el tráfico y por consecuencia tuvo que caminar las cuadras restantes. Chocó con gran número de personas quienes la insultaban y miraban mal, pero ni siquiera lo notó debido a su cansancio.
Las puertas se abrieron cuando el censor la detectó y apurada se encaminó a las escaleras eléctricas que la conducirían al piso donde se ubicaba su empleo.
Llegó un poco sudorosa y cansada al establecimiento. Sacó una cinta de su mochila y se anudó el cabello, luego fue a dejar sus cosas en el lugar respectivo donde los empleados depositaban sus objetos.
Su primera labor fue el acercarse a un anaquel lleno de camisas que con anterioridad un par de chicas había desacomodado.
Una pareja entró causando revuelo a causa de sus risas, juegos y tropiezos al emplazamiento; estos no pasaron desapercibidos para Bursa, puesto que el chico se le hacía conocido. Para mala suerte de la morena, el hombre notó su mirada y se la devolvió de forma despectiva; la chica pelinegra que lo acompañaba dirigió su vista a donde la enfocaba su acompañante y con una sonrisa se encaminó hacia Bursa.
No sabía como reaccionar ante que la había cachado mirándolo, pero no le interesaba, lo miraba porque se le hacía conocido, no por otra razón.
— Disculpe, señorita, ¿sabe donde puedo encontrar un vestido para ir a una boda? — Bursa estaba a punto de responder cuando la interrumpió para seguir hablando — pero que no sea como normalmente se llevan. Ya sabe, los colores comunes: rojo, negro, azul; quiero uno plateado o de otro color pero que no sea dorado. He encontrado varios plateados pero no son los indicados como para ir a una iglesia.
Bursa lo pensó un minuto pero no sabía como responder, ella estaba segura de que no tenían un vestido plateado que fuese prudente para entrar a una iglesia. Todos eran perfectos para una fiesta en fin de semana.
—No estoy segura de haya algún vestido acorde a lo que busca, pero seguro hay vestidos de boda en colores llamativos.
—Gracias. — respondió la clienta.
Tuvo que encaminarse al almacén para verificar si había algo con las características que buscaba, puesto que en la tienda sólo había prendas para el verano que estaba próximo. Gracias a Dios que encontró justo lo que la chica había estado buscando, pero no sólo eso, sino que encontró varios vestidos no tan llamativos pero sí de colores llamativos y poco comunes para llevar a una boda; pero después de todo, era justo lo que buscaba su clienta.
Se encaminó a la chica y le entregó los vestidos para después mostrarle la dirección del probador.
Bursa tuvo que quedarse fuera de los múltiples probadores al lado del chico que acompañaba a la chica que atendía. No podia evitar el que su mirada se dirigiera hacia él, y era consciente de que él se había percatado de su mirada; por lo cual decidió hablarle.
—¿Lo conozco? — le preguntó.
Él no se dignó si quiera a mirarla por un par de segundos para después hacerlo con desagrado mirándola de arriba a abajo.
—Honestamente dudo que nos conozcamos. — respondió cortante y ahí fue cuando Bursa decidió no dirigirse más hacia él.
Era la persona más despota que había conocido, aunque suene extraño, en su trabajo nunca había tenido una mala experiencia -de ese rango- tan desagradable; claro que solamente llevaba un año recién cumplido con ese empleo.