No nos paramos a pensar en lo devastador que es perder a la persona a la que amas
más que a ti mismo,
se nos pasa por la mente
como un suceso fugaz e improbable
pero no es hasta que esa persona se va,
la dejamos ir o simplemente la echamos de nuestra vida
es ahí,
cuando el mundo se nos viene encima
y te das cuenta de que lo malo
no era tan malo,
que quizás podrías haber luchado un poco más
que las discusiones por tonterias se podrían haber evitado,
que deberías haber apreciado hasta la mínima estupidez.
Y te derrumbas
día si y día también,
pero intentas rehacer tu vida
porque esta sigue con o sin ti
y todo cambia; las personas, las situaciones;
todo avanza
todo menos tú,
porque sigues anhelando un pasado en un presente imposible
y mientras el tiempo sigue su paso,
tu simplemente lo ves pasar de largo deseando que
el mismo huracán que te arraso al irse
vuelva con la misma fuerza para reconstruirte.
Y esperas.
Y esperas mucho más.
Hasta que te das cuenta de que,
o te construyes de nuevo tu sola
o viviras entre polvo y vacíos el resto de tu vida.
Yo te sigo esperando.