El otro día me preguntaron que qué pensaba sobre el amor. Me reí. Me reí porque pensé en ti. Dije que me parecía una puta mierda. Y mentí. El amor no es una mierda, mierda son las personas que te hacen pensar así. Y seguí pensando en ti. Recordé el primer día en la playa y el último en aquel banco. ¿Y sabes qué? No dolió. Y sonreí, porque por fin era capaz de recordar tus abrazos sin llorar como una cría. Ya no dueles y joder, qué bonito es el mundo, es precioso, mucho más que cuando mi mundo eras tú. Y no puedo evitar sonreír al recordar todos los besos que me diste, porque tú, amigo mío, fuiste el único que me folló el corazón sin ponerme tan siquiera un dedo encima. Y te daría las gracias, por enseñarme que hay trenes que solo pasan una vez. No te preocupes, estaré preparada para el siguiente.