Ha amanecido y Brenda se da cuenta de que ha pasado toda la noche dormida en el salón, coloca el libro en el cajón y se dirige hacia la habitación para darse una ducha y despejarse.
Se prepara un buen desayuno, un cafecito con leche, unas tostadas de mermelada de melocotón, que son las que más le gustan y un zumo de naranja que se prepara ella misma.
Pone la correa a Otto y sale a pasear con él por el parque, ha salido un buen día de sol y se ve mucha gente por la avenida, se le ha ocurrido entrar en una floristería a comprar un buen ramo de rosas para ponerlo de centro en la mesa de la cocina.
El día se le ha pasado muy rápido, colocando y dejándolo todo recogido, el reloj parece haber ido más rápido que nunca y se da cuenta de que tiene que prepararse, pues hoy es su primer día de trabajo.
Rápidamente, se dirige a la habitación, no sabe qué ponerse, con que causara mejor impresión, quiere que todo le salga perfecto.
Brenda decide recogerse el pelo, cree que es mejor así, pues tiene una melena pelirroja que le ondula toda su espalda hasta la cintura.
Decide ponerse una camisa blanca, unos pantalones vaqueros, y llevar una chaqueta azul marino porque a la hora de salir hará más fresco.
Está tan nerviosa que sale precipitada, no quiere llegar tarde, aunque la hamburguesería está tan solo a tres manzanas de su apartamento.
Llega al local, hay muchos clientes, pero enseguida salen los dueños a recibirla.
Alan y Eli son los propietarios de la hamburguesería, llevan muchos años ubicados hay.
Él es un hombre fortachón, alto, con carácter, pero muy agradable
Ya cuenta con sesenta y cinco años, pero él se considera todavía un chaval y aun teniendo empleados, le gusta acercarse a la mesa de los clientes y servirles
Eli es una mujer delgada, puro nervio y temperamento que todavía sigue trabajando en la cocina, a sus sesenta años opina que todavía tiene que dar mucha más guerra.
Brenda es muy bien recibida y es presentada al resto de compañeros, ella compartirá su turno todas las tardes con Dina.
Dina es una chica delgada, de tez morena y una melena rizada, muy parlanchina, coqueta, y muy juguetona con los peques.
Esa noche hará el servicio con la ropa que lleva puesta, para el día siguiente Alan le ha comunicado que tendrá su uniforme listo.
Brenda piensa para sí misma, “Quedaré muy mona”. El uniforme le gusta, llevará una camisa negra y unos pantalones negros, una diadema roja en el pelo y también un pequeño delantal de dos bolsillos donde llevar su libreta de notas y el bolígrafo, el delantal rojo, al igual que unas cómodas deportivas y una pajarita, que a Brenda le han encantado.
Es su primera tarde y hay bastantes clientes, esta nerviosa y se siente un poco torpe, pero sigue adelante, gracias a la ayuda de su compañera lo está llevando mucho mejor.
Poco a poco va transcurriendo el tiempo, los clientes se van marchando y va llegando la hora del cierre.
Todos los compañeros se han ido marchando, Dina y Brenda se despiden hasta el siguiente día, parece que han congeniado muy bien, de lo cual Brenda se alegra mucho.
Alan y Eli se acercan a Brenda para decirle que han quedado muy contentos con su trabajo, que la han visto muy suelta y manejando la situación para ser su primera vez como camarera y le desean las buenas noches.
Brenda queda muy agradecida por la oportunidad que le dan y también se despide deseando las buenas noches a sus jefes.
Va caminando hacia casa, ya son más de las doce de la noche, pero aún se ve gente por las avenidas, empieza a caminar más rápido acordándose que tiene que sacar a Otto a pasear.
— ¡Hola Otto, vamos a la calle! — Dice nada más entrar.
El perro salta sobre ella de alegría y moviéndole la cola, deja que Brenda le ponga el collar y se dirigen hacia el parque.
—De prisa Otto, estoy muy cansada —le dice Brenda.
Después de diez minutos se dirigen hacia el apartamento, Brenda le coloca comida y le pone agua fresca, ella se come una manzana y se va a la habitación.
Se pone el pijama, pero no tiene sueño, a pesar de estar cansada decide coger un libro de la estantería para leer.
Mientras lee por un momento se pone a pensar en voz alta hablando con su perro, que no deja de mirarla como si se tratara de un cuento que Brenda le está leyendo.
Brenda le continúa diciendo que ha sido un gran día y que creía que iba a pasarlo peor, que sus jefes parecen unas buenas personas y qué Dina, su nueva compañera, se ha portado muy bien y la ha ayudado mucho, al mismo tiempo que se da cuenta, de cuanto le ha cambiado su vida.
Al final continúo leyendo el libro sobre la almohada hasta que el peso de sus parpados empezó a pesarle y se quedó dormida.
De repente se despertó de golpe, estaba teniendo una mala pesadilla, se levantó y se fue a la cocina a beber un poco de agua fresca.
Abrió la ventana de la cocina y se asomó, las avenidas estaban vacías, no circulaban coches, había un silencio descomunal, tan solo el brillo de las estrellas y la pequeña brisa que rozaba su cara.
Brenda entró dentro y se sentó en una silla en la cocina, miro hacia el reloj, eran las cinco de la mañana, no sabía qué hacer, pero sin saber cómo estaba marcando el número de móvil de su amigo Dylan.
—¿Quién es? Se oyó al otro lado.
—Soy. Soy Brenda—dijo ella con una voz muy tímida.
—¿Ocurre algo? ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? —dijo preocupado.
—Nada, tuve una pesadilla. —contesto Brenda.
—Si necesitas algo, voy para tu apartamento. —le contesto él rápidamente.
—No, lo siento, no debí llamarte— le dice con tristeza.
—No te preocupes, no pasa nada —dijo él.
—Lo siento, te desperté—le dice apenada.
—No, tranquila, tampoco estaba dormido—le contesto.
—Bueno, Dylan, buenas noches —le dijo.