Fire Island 1º Hasta que te conocí

Capítulo 4º Nueva Vida

Ya ha transcurrido una semana desde que Brenda está en New York, ha recolocado su mente, se siente muy a gusto en su trabajo y por fin va moldeando su vida.

No está siéndole nada fácil, pues echa mucho de menos las bromas de su padre y los abrazos y buenos consejos de su madre.

Pero sabe que va por buen camino, lucha a contracorriente, se defiende en las noches que tiene alguna pesadilla y en los momentos en los que la rodea la soledad.

Por fin ha llegado el nuevo curso, hoy es el primer día que coincidirá con sus amigos en su segundo curso de periodismo

Nada más entrar en clase se encuentra con Dylan.

—Hola Brenda, ¿Qué tal amiga? —Le dice.

—Hola, muy bien ¿Y tú? —Le contesta ella.

—Muy bien, deseando empezar el curso. Espero que me vaya igual de bien que el curso anterior.

—Sí, yo también, aunque dicen que es más difícil y el profesor muy exigente.

—Hola pareja, ¿Qué tal estáis? ¿Cómo va todo Brenda? —Pregunta Margaret, que como siempre llega apurada.

Dylan empieza a pensar para sí mismo, “Ojalá fuera Brenda, mi pareja. Soy un estúpido”.

Dylan es un gran amigo para Brenda, él ha estado apoyándola en los malos momentos y ha ido a visitarla a la isla, han pasado buenos momentos paseando por la playa y su compañía le ha hecho sentirse arropada, pero es así como ella lo ve, como un gran amigo.

Dylan la ve como algo más que una amiga, está locamente enamorado de ella, pero lo vive en silencio, no es capaz de dar el primer paso, no quiere molestarla, se enamoró desde la primera vez que la vio, en el primer curso de periodismo.

Pero no se atreve, se ve a sí mismo muchas veces como un cobarde, no quiere perderla, no lo soportaría.

—Bien amiga, tú siempre corriendo—comenta Brenda.

—Sí, tienes toda la razón—le contesta con una sonrisa.

—Por cierto, ¿Qué tal en el trabajo? —Le pregunta Margaret.

—¿Qué trabajo? — Pregunta Dylan sorprendido.

—Es verdad Dylan, no te había comentado que estoy trabajando de camarera, comencé hace una semana—contesta Brenda mirándole.

—Me va muy bien, mis jefes son muy buenos y mi compañera es genial, un día os la presentaré. —Afirma Brenda.

—Pues claro, un día tenemos que ir a esa hamburguesería. ¡Dalo por hecho! —Contesta rápidamente Margaret.

—Por supuesto, un lunes me viene bien, porque es mi día de descanso —dice ella mirando a ambos.

Dylan está algo estupefacto, él no sabía nada de lo del trabajo y, sin embargo, Margaret si, ella no había estado en la isla durante el verano.

—Claro, un lunes quedaremos—respondió él finalmente.

Entro el profesor con un semblante serio y pidió que cada alumno

se sentará en su silla y pondrían los libros sobre la mesa, y su cuaderno de apuntes.

Cada alumno se sentó en su lugar correspondiente, Margaret y Brenda estaban una al lado de la otra, Dylan dos filas más atrás.

El profesor empezó con la clase, observando detenidamente a cada uno de sus alumnos, el aula estaba en silencio, todos están escuchando al profesor, tomando las notas en su cuaderno.

No se escuchaba ni un murmullo.

Al finalizar la clase todos salían, al tiempo que se despedían del profesor hasta el día siguiente, la clase ha estado bien, ya tienen tarea para estudiar en casa.

Brenda, Margaret y Dylan también se despiden hasta el día siguiente en la puerta de la universidad.

Brenda llega a casa, y como siempre le sale a recibir su fiel amigo Otto, él es, su fiel compañero, su dulce compañía, con el comparte sus buenos y sus malos días y también sus largas noches.

Brenda deja los libros sobre la mesa del recibidor, y sale con Otto a dar un paseo, el perro disfruta corriendo por el parque.

—Hola, ¿Ese pastor alemán es tuyo? —Le pregunta un chico.

—Sí, es mío. ¿Y esa preciosidad es tuya? —Le dice ella.

—Sí, me lo regalo mi madre —en mi cumpleaños.

—Perdona, ¿Qué raza es? —Preguntó Brenda un poco sonrosada.

—Es un Lebrel afgano, es un perro procedente de Afganistán —dándole información a Brenda-

—Tiene un pelo fino, sedoso y muy largo —continúo hablando ella.

—Sí, este tipo de galgo es así con este pelaje, hay galgos de muchas razas—le seguía explicando.

—Además, es enorme, muy bonito, tiene un color rubio dorado, la verdad no había visto nunca ninguno—le contesto ella.

—Por cierto, me llamo Lucas, nos hemos despistado hablando todo el tiempo de mi perro, él se llama Turco.

—Encantada, me llamo Brenda —mi perro se llama Otto.

—Bueno, se me hace muy tarde, tengo muchas cosas que hacer, trabajo por las tardes y me he entretenido demasiado—le contesta ella muy acelerada.

—Perfecto, espero volver a verte —y a ti también Otto.

—Claro, yo siempre vengo a este parque, sobre esta hora, seguro que nos volvemos a encontrar.

—Hasta, otro día entonces —le dijo él.

—Hasta, otro día Lucas—se despidió ella.

Brenda quedó entusiasmada con ese chico, había algo que le atraía mucho de él, se encontraba muy serena a su lado.

¿Tendría la suerte de volverlo a ver?

Lo acababa de conocer y ya lo echaba de menos.

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.