Después de lo ocurrido en mi cumpleaños paso una semana, mis padres se disculparon conmigo y como regalo y un intento de disculpa, me llevaron a cenar para después regalarme mi primera tarjeta de débito. Claro que seguí molesta, pero no iba a estarlo por siempre, así que acepte sus disculpas.
Era sábado por la noche y saldría con mi hermana y algunos amigos a festejar mi cumpleaños atrasado, no salimos aquel día porque mis amigos pensaron que lo estaría festejando en familia, pero ya saben cómo resulto. Por lo que me arregle para ir de fiesta a un antro de los que se encuentran en la ciudad. Mientras estaba dando un último retoque escuche el timbre de la puerta de la casa.
─Jade, ya vino Mario por nosotras ─. Me dijo Lily entrando a mi habitación.
─Ya voy.
─Bueno, pues apúrate, te espero abajo.
─Si, voy.
Aguarde algunas cosas en mi bolso y cerré mi habitación para bajar a la sala en donde me estaban esperando mi novio y Lily
─Pensé que tardarías más amor ─. Me dijo Mario, mi novio, mientras se acercaba para darme un pequeño beso en los labios.
─No, ya estoy lista, vamos.
Salimos de la casa y nos subimos al auto de Mario para dar marcha al antro en donde pasaríamos el rato. Mario y yo nos conocimos cuando entramos a la preparatoria, no fue mi compañero pero íbamos en el mismo año, él fue quien se acercó primero a hablarme, fuimos buenos amigos durante un tiempo, pero después de conocernos me propuso ser su novia, por supuesto que acepte. Desde que acepte salir con él ya ha pasado un año y medio, y seguimos manteniendo una relación estable.
Después de un rato llegamos y me encontré con más amigos ya estando dentro del lugar. La estábamos pasando bien, tomaba con medida pues mi intención no era emborracharme. Después de un rato el DJ puso música más ambientada y varias personas se pararon a bailar.
─Vamos Sara, vamos a bailar un rato ─. Me dijo Miriam, quien es mi mejor amiga, mientras me sujetaba de la mano para levantarme de mi lugar, detrás de mí me seguía Lily, Mario y otros amigos.
La música era reggaetón, no era buena bailando ese tipo de música, pero me la estaba pasando bien, así que trate de sacar mis mejores pasos. Todo iba bien hasta que sentí unas manos en mi cintura, en un principio creí que era Mario hasta que se acercaron más a mí y sentí un bulto pegado a mi cuerpo.
─Que bien te mueves muñeca ─. Me di la vuelta al no reconocer aquella voz y me encontré un tipo a quien no conocía.
─ ¡Que te pasa imbécil, suéltame! ─. Trate de apartarlo de mi pero él tenía más fuerza a tal punto que me apretó más fuerte la cintura.
─Anda preciosa, sigue moviéndote como lo estabas haciendo no te hagas del rogar ─. Fue lo último que escuche antes de que alguien lo apartara bruscamente de mí y cayera al suelo.
─ ¡Suéltala infeliz! ─. Le grito Mario mientras se agachaba para golpearlo.
Todo se convirtió en un caos, Mario no paraba de propinarle golpes en la cara al chico mientras que los de seguridad intentaban apartarlo. Cuando lograron separarlos sacaron a Mario del lugar y yo fui detrás de ellos mientras le pedía a Miriam que fuera por mi bolso.
─Suéltame gato ─. Le dijo Mario al de seguridad mientras le apartaba bruscamente las manos.
─Mario cálmate, no le hables así.
─ ¡Tu cállate que por tu culpa nos sacaron!
─ ¡¿Por mi culpa?!
─ ¡Si! Si no estuvieras de ofrecida con cualquier gato que se te atraviese no me hubiera peleado ─. Me dijo mientras me miraba con furia
─ ¡No me hables así! Yo no estaba de ofrecida como dices, él se acercó a mí de repente.
─Si claro, ahora resulta.
─Tranquilos chicos no peleen aquí afuera ─. Nos dijo Lily mientras se acercaba a nosotros.
─Si chicos ─. Le siguió Miriam ─. Mejor vamos a mi casa y continuamos con la fiesta ahí.
─Pues ya que ─. Contesto Mario mientras hacia una cara de fastidio.
Nos subimos a los autos y fuimos a la casa de Miriam para “seguir la fiesta”. Una vez que llegamos nos instalamos y Miriam saco algunas cervezas y botellas para seguir bebiendo. Para mí ya era mucho alcohol lo que había consumido por lo cual me aleje de ahí para irme al jardín a tomar aire fresco.
─ ¿Qué haces aquí afuera? ─. Me pregunto Mario mientras se acercaba a mí.
─Nada que te importe ─. Dije con fastidio mientras le daba la espalda.
─No me hables así.
─ ¿Así como?
─ Con ese tono.
─ ¡Ah claro!, ─. Me di la vuelta para verlo de frente─. ¿Pero tú si puedes hablarme como lo hiciste hace rato verdad?
─No te hubiera hablado así sino me hubieras sacado de mis casillas.
─Y me vuelves a echar la culpa a mí.
─Pues sí, si no hubieras estado de resbalosa no tendría por qué haberme puesto celoso.
─ ¡No me vuelvas a decir así!
─ ¡Pues deja de comportarte así! ─. Me grito