Flores de primavera en la arena

Un lobo acechando a su presa por los pasillos de la secundaria

Norman Fucking Rockwell

Lana Del Rey

𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚

Olivia Moore, ¿cierto?

Alguien cerró de golpe la puerta de mi casillero y se atravesó entre los estantes y yo.

La chiquilla que hizo un revuelco en la fiesta del domingo.

Lo miré con recelo a través de los lentes de sol que ocultaban mi resaca.

¿Tú eres...?

Logan Miller, un placer. Me extendió su mano para darme un apretón.

Lo ignoré y empecé a caminar por el pasillo. El chico que no me interesaba su nombre comenzó a caminar a mi lado.

Haremos una fogata la noche del viernes de la próxima semana en el bosque.

¿Y eso a mí me interesa porque...?

Porque quiero que vayas conmigo, como mi cita.

Me detuve en el pasillo cuando escuché su respuesta. Me giré lentamente hacia él para observarlo. Típico chico de secundaria que era famoso por sus fiestas y por meterse en peleas con estudiantes menores, oreja perforada con una argolla pequeña, brazos con algunos tatuajes sobre ellos, chaqueta de cuero negra con un perfume varonil impregnado en ella y una sonrisa encantadora. Era lindo, lastimosamente. Tenía una belleza atrayente, pero no como la de un ángel; al contrario, la de alguien parecido proveniente del infierno.

¿Y por qué me querrías como tú cita? ¿Qué no escuchaste las cosas espantosas que dijo mi hermana de mí esa noche?

Logan sonrió con picardía y me dio un escaneo visual de pies a cabeza.

Créeme, eres la persona indicada para mí.

Ya.

Aparte que, amo los retos, y algo me dice que tú serás uno de ellos en mi vida.

Que alegría me da escuchar que no soy una chica fácil.

No lo eres, por eso es que has estado reservada para mí, y solo para mí recalcó eso último.

Me asombraba escuchar su tipo de posesividad, sobre todo con alguien que era una total extraña para él. Si bien íbamos al mismo instituto, pero en distintos cursos, ninguno de los dos sabíamos del otro. Al menos él no de mí, porque yo sí había escuchado la clase de problemillas que podían ser las personas como Miller, pero él no de alguien como yo, que pasaba desapercibida entre las demás personas, o que lo intentaba hasta que me pasé de alcohol en esa dichosa fiesta.

Le di dos palmadas en el pecho y le mostré una sonrisa encantadora.

Buena suerte, Miller.

—¿Qué tanto piensas?

La voz de Logan interrumpió el recuerdo del día que nos conocimos.

—Tonterías.

Esa interacción de ambos en los pasillos de la secundaria siempre venía a mí cuando pensaba en él. Cuando estaba distraído y me le quedaba observando por un rato, pensando en qué habría en su cabeza, en qué pensaría cuando me veía, o por qué fue a por mí, habiendo tantas chicas en el instituto, ¿por qué yo? Si ni siquiera nos conocíamos.

Esa fiesta fue de los mayores errores de mi vida. Me coloqué en el foco de la atención de los demás por las cosas que dije de Stella por ir borracha y las cosas que ella dijo de mí por venganza.

Logan supo de mi existencia por los rumores, las cosas que se hablaban, y tal vez me tomó como objetivo porque vio a una chica traumada y fácil de manipular debajo de toda esa fachada de chica aventurera o de mucho carácter. Y lo consiguió.

Cruzamos el enorme portón de la casa de sus padres y de inmediato mi humor cambió drásticamente. Lo poco de la Olivia divertida y sincera se escondía para ser la Olivia que la señora Elizabeth y el señor Christopher Miller querían que fuera.

—Andan de muy buen humor por el regreso de sus vacaciones en España, así que intenta preguntarles sobre eso. —Logan detuvo el auto frente a la puerta principal—. Con suerte lograrás entablar una conversación normal con mamá.

Los Miller y sus enormes vacaciones por el mundo. No les bastaba con presumir su cerebro —que en lo personal no les servía de mucho porque eran personas bien extrañas—, sino que también tenían que alardear la enorme suma de dinero que tenían en sus cuentas bancarias.

Bajamos del auto y cruzamos la entrada principal. Un olor a especias llegó a nosotros cuando nos adentramos al salón. Claramente ninguna de las comidas preparadas sería hecha a manos de la señora Miller, para eso tenía a un número exagerado de personal, y sinceramente lo agradecía. En el momento en que probara alguno de sus platillos, podía caer con la suerte de que tuviera algún tipo de veneno que me desaparecería de su vista.

—¡Mi chico favorito! —Elizabeth se emocionó cuando vio a Logan.

—Soy tu único hijo, madre.

Gracias al cielo. No me quería imaginar otro Miller por ahí haciendo...

—Olivia. —Levanté la cabeza para verla—. Te ves bien, mi hijo dijo que tuviste un ataque estos días. —No pasé desapercibido su tono de desprecio.

Me aceptaba solo porque Logan no me apartaba de su lado. Y no lo pensaba hacer nunca, se lo dejó muy claro, así que no le quedaba de otra que tolerarme.

—Sí —respondí viendo de reojo a Logan—, no tomé la medicación a tiempo y me afectó.

Elizabeth hizo un ruido con la lengua y negó con la cabeza.

—¿Impedirán esos ataques tuyos en el avance de la carrera? Porque ya hablé con el congreso y están expectantes a que termines tu carrera para que trabajes con ellos en los eventos gubernamentales.

Por supuesto que eso era lo que le preocupaba: los montones de dólares que había invertido en mí para generarme una plaza en su área de trabajo.

—Para nada, señora Miller. Estoy comprometida con mi responsabilidad.

—Así me gusta. —Me dio dos leves palmadas en la mejilla—. Ahora, a almorzar. Tengo muchas cosas que contarles; lugares que conocimos, atracciones que visitamos, gente importante con la que nos relacionamos...

Dejé de prestarle atención y solo los seguí mientras ella alardeaba de todos los lujos que tenía. Nos sentamos en la mesa del jardín y el señor Miller saludó cuando pasó por el marco de la puerta.




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