Flores de primavera en la arena

Cada acción tenía una consecuencia... Algunas a futuro

Can't Handle Change

Roar

𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚

Había vuelto a escribir.

No había sido fácil. Siempre había cosas que me lastimaban, pero poco a poco iba lidiando con ellas. Tenía que lidiar con ellas. No podía permitir que los recuerdos me lastimaran. No más.

—¿Lista? —Nico se levantó del sillón a mi lado y me tendió la mano.

Miré un segundo la puerta que se mostraba a unos pasos de nosotros con terror, pero también como la llave a mi libertad.

—Lista. —Tomé su mano y caminamos hacia la sala del juicio.

Estábamos a unos minutos del juicio de Logan. Una semana atrás había ido a la comisaría para poner la demanda por violencia doméstica y se lo habían llevado a prisión hasta que se diera el juicio.

Hoy era el juicio y sentía que se me salía el alma de solo ver su cara de nuevo.

El ver a los oficiales entrando a casa para tomarlo y llevárselo claramente no había sido del agrado de él. ¿A quién le gustaba que lo acusaran de algo? A nadie, pero con Logan todo era peor.

Niccolò abrió las puertas dobles y una pequeña sala se mostró adentro. Estaba el escritorio del juez junto con algunos abogados, el estribo donde Logan estaría en un par de minutos, el estribo donde yo debería de dar mi declaración y algunos asientos para personas conocidas. Entre esas personas estaba la familia de Miller.

Elizabeth me vio entrar de la mano de Nico y su mirada de incredulidad no me pasó desapercibida. Dejó a su esposo hablando con uno de los muchos abogados que tenían y se acercó a nosotros.

—Haz que esto pare, Olivia. Es una orden.

—¿O si no qué? —Nico me tomó del brazo y me puso detrás de él.

Elizabeth se irguió ante la acción, a la defensiva.

—O tendrá que decirle adiós a la carrera, porque no pienso pagar un solo centavo más en la educación de una malagradecida.

—Hágalo. —Se encogió de hombros, restándole importancia—. Nadie le está pidiendo que pague cosas que no le corresponden.

Elizabeth sonrió con ironía. Odiaba esa sonrisa, me hacía doler el estómago.

—El juego que hicieron con mi hijo no lo voy a dejar pasar. Es injusto lo que está pasando.

—¿Así de injusto como las veces que Olivia ha estado en emergencias por un arrebato de su hijo?

Solo había estado una vez en emergencias, pero eso no quitaba todo el daño que había hecho.

—Mi hijo es inocente.

—Hasta que se demuestre lo contrario —Nico concordó—, y hoy se va a demostrar lo contrario, señora Miller.

Ya le había hablado de ellos y de lo horrorosas personas que podían ser. Nico, sin conocerlos, los odiaba. Sobre todo, a ella. Elizabeth dio un paso hacia atrás y asintió con la cabeza.

—¿Quieren jugar? Muy bien, pero les advierto a los dos que no soy un oponente fácil. Tú lo sabes, Olivia. —Inclinó la cabeza para verme. Su mirada transmitía enfado y desagrado, emociones que siempre estaban presentes cuando yo estaba a su lado—. Para que te quede claro, la plaza de empleo que tenía para ti, desaparece. Y todo lo que tenías con mi hijo; apartamento, comodidades, dinero..., también desaparece.

—Ella no necesita nada de eso.

La señora Miller volvió a sonreír con ironía a la vez que le daba un recorrido a Niccolò de pies a cabeza, con curiosidad y lástima.

—No, ya veo que consiguió a alguien más que la mantenga feliz y cómoda.

Se me secó la garganta al escucharla decir eso. Nico no era eso para mí, y no quería que él pensara que sí lo era.

—Ah, por cierto —se giró hacia nosotros antes de sentarse—, espero ver los dólares que gasté en tus matrículas y en el material de fotografía devuelta en mi cuenta bancaria.

El cuerpo se me puso frío. ¿Cómo iba a conseguir tal dinero en poco tiempo? Prefería morirme y no...

—Ahí estará —Nico habló con seguridad, como si ya el dinero estuviera en la cuenta de Elizabeth.

Lo miré con desconcierto. Sabía lo que estaba pensando y no iba a dejar que eso pasara.

—Nico, no...

—Tú no me vas a decir que hacer —dijo con diversión. Hablaba tranquilo, pero yo no estaba para juegos.

—No voy a dejar que pagues tal suma.

—Lo hablamos luego, pero no hay discusión sobre eso, ¿de acuerdo? —Me besó la frente, sin dejarme rechistar.

No me preocupaba que no lo tuviera, nada más hacía falta ver donde vivía para saber el buen estado en el que estaba su cuenta bancaria. Era justo eso lo que me preocupaba: que no le importara gastar su dinero. Que no le importara gastarlo en mí.

Nos sentamos en las butacas frente al escritorio y una puerta se abrió para darle paso a Logan. Se notaba cansado. Tenía el cabello más largo, medialunas bajo sus ojos, los labios pálidos y algunas heridas visibles en el cuello y mandíbula. Se había peleado con alguien. No tenía ni una sola duda.

Mi cuerpo se tensó cuando me ubicó entre las personas en un segundo, como si fuéramos unos imanes que se atraían con gran magnitud. Su mirada se oscureció cuando me miró fijamente, como si quisiera darme un mensaje a través de sus ojos. Y se oscureció aún más cuando vio a Nico a mi lado.

Él no sabía de las salidas que había tenido con él, o de los almuerzos que habíamos compartido. Solo conocía a Nico por ser el doctor que me atendió en el hospital un par de veces, pero le jodía que alguien "insignificante" en mi vida le haya dado la vuelta a las cosas a tal nivel hasta meterlo en prisión.

—Inicia la sesión —un hombre habló en voz alta, cortando el contacto visual de mi ex novio y yo.

Pasaron minutos donde se leyeron las declaraciones, se mostraron evidencias y donde mi voz se oyó en el estribo. Gracias al cielo había apartado el miedo algunas veces y había sido inteligente, porque así la voz de mis declaraciones tenía más peso.

Había descargado una copia de la cámara de seguridad del pasillo de la fecha del incidente antes de que Logan la borrara a mi lado y había guardado en un USB más grabaciones de nuestros altercados en casa, gracias a mi cámara que siempre pasaba encima de la repisa del salón principal.




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