I Hate You
SZA
𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚
—¿Fotografía?
—Es mi carrera soñada —le hablé a Logan mientras movía la mano en el aire, trazando las estrellas en el cielo.
Hace una media hora que habíamos salido de mi casa. Estábamos acostados sobre el césped de algo parecido a una pequeña montaña en un parque cerca de donde vivía. No habíamos ido muy lejos, le había dicho a Logan que no quería estar fuera de casa mucho tiempo
—¿Esa tontería quieres hacer cuando termines la secundaria?
—Sí, si es que llego a terminar la secundaria.
De un enorme milagro iba pasando los cursos. En el fondo no era tan tonta, de hecho, por mucho tiempo había sido de las mejores de mi clase. El problema era que me había hecho muy despistada, había dejado de tomarle importancia a las cosas principales y ponerle más valor a las que no debía.
—¿Por qué lo dices?
—Mírame, Logan. —Giré mi cabeza hacia él y él hizo lo mismo—. A ti tus padres te quieren, te dan el dinero que quieras y, si no puedes pasar un curso, la tarjera de ellos lo cambiará. Tienes muchas cosas a favor. En cambio, yo solo soy... alguien más en el mundo. Alguien con poco valor.
—A mí me importas.
—Porque estás mal de la cabeza.
Tal vez él no lo notaba, pero esa clase de comentarios no iban de broma por mi parte. De verdad estaba mal de la cabeza, y no solo por fijarse en mí, sino porque no me soltaba. Tal cual un niño con un juguete nuevo.
Le pasé el cigarrillo y me levanté del césped, limpiándome el pantalón.
—Es tarde, vamos.
—Son la una de la mañana y no llevamos ni una hora aquí.
—Sea la hora que sea, dije que no quería estar afuera tanto tiempo.
Me quedé de pie sin darle otra opción que levantarse y caminar hacia el auto para volver a casa.
—Cuando nos conocimos, ¿qué pensaste de mí? —me preguntó después de minutos en silencio.
—¿Ver las estrellas te puso sentimental?
Logan me miró con el ceño fruncido. Estaba hablando en serio. Suspiré antes de hablar.
—Físicamente, que eras atrayente.
—¿E interiormente?
—Nada.
—¿Nada? ¿Por qué?
—¿Para qué hacerse una idea si de todos modos lo que vas a mostrar no es lo que eres? —le pregunté—. O tal vez, ni siquiera sabes quién eres y reaccionas por inercia.
—¿Me estás diciendo que soy falso?
—Estoy diciendo que nunca podré conocerte lo suficiente.
Y no mentía. No me alcanzaría la vida para saber su verdadero él. Aunque, de todos modos, tal vez el que me mostraba todo el tiempo, siempre había sido él; misterioso, sin importancia por sus acciones, impulsivo...
—Las personas cambian, Logan, se vuelven mejores o peores. Son etapas, nunca somos iguales.
—Tú eres la que se puso sentimental.
—No, estoy hablando desde mí como ejemplo. Mira la Olivia de hace un año y mira la de ahora, ¿notas una diferencia?
—Una enorme.
—Ahí lo tienes.
Milagrosamente sí había notado el cambio. El punto era, ¿sabía que ese cambio había sido por él? ¿Por sus actitudes? ¿Por su influencia...?
Las personas tenían un impacto enorme en nosotros, pero no nos dábamos cuenta hasta que las consecuencias, fueran positivas o negativas, empezaban a suceder. Empezábamos a cambiar, copiando los actos que la otra persona hacía, empezábamos a pensar diferente, a sentir diferente, a tratar diferente...
Y era una mierda cambiar por alguien más. Era como si no tuvieras identidad propia.
Llegamos a mi residencia y nos movimos por las calles. Me asombré cuando vi a muchas personas afuera de sus casas, mirando hacia una dirección con nerviosismo y caras pálidas.
El corazón se me detuvo cuando vi un camión de bomberos afuera de mi casa, extendiendo las mangueras para apagar las llamas que abarcaban toda mi propiedad. Logan detuvo el auto de golpe y yo me quité el cinturón con desespero. Corrí por la acera y moví a las personas para que me dejaran pasar.
Llamas, gritos, humo, ambulancias...
—¡Mamá! ¡Papá!
Hombres uniformados corrían con mangueras hacia la casa, los vecinos salían en pijama al ver las llamas, las personas se giraban hacia mí cuando gritaba desesperadamente, los perros alrededor ladraban fuertemente...
—Se tiene el reporte de tres adultos dentro de la casa.
—Mis papás están adentro, sáquenlos, por favor —pedí con lágrimas en los ojos—. Mi hermana...
Sentí los brazos de Logan alrededor de mi cuerpo, impidiéndome correr hacia la casa. Miraba la manera en que las llamas se extendían, la manera en la que una explosión estalló...
El vaso de cristal cayó con fuerza sobre la cerámica cuando se me resbaló de las manos, sacándome un susto.
Los recuerdos siempre estaban presentes, pero se hacían más visibles y frecuentes cuando las fechas donde pasaron, se acercaban. Y era justamente por eso que odiaba celebrar mi cumpleaños, porque unas cuantas semanas antes de esa fecha, pasó el mayor desastre de mi vida y los perdí a todos.
Stella podía andar por las calles de Estados Unidos haciendo de las suyas, pero no quería saber nada de mí. Llevaba años sin saber nada de mí, así como yo tampoco sabía nada de ella. Y me dolía no saber nada de la única persona que tenía con vida en mi núcleo familiar. No saber nada de la única hermana que tenía...
Me agaché para recoger los pedazos de vidrio antes de que Horus pasara sus patitas por los cristales y se hiciera daño.
—Mierda —exclamé cuando un vidrio me cortó la piel.
Como un milagro, Logan se levantó del sillón y vino hacia la cocina para ayudarme. Me levantó del suelo y me examinó la mano.
#198 en Joven Adulto
#3509 en Novela romántica
amor miedos secretos, temas sensibles, ayuda bullying maltrato amistad tristeza
Editado: 20.11.2024