Ocean eyes
Billie Eilish
𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚
Jueves. Una semana después de descubrir que Nico odiaba las arañas y amaba el verano. Así como también el rock era parte fundamental de su vida y el surf había sido su pasión —y que aún lo seguía siendo, muy en el fondo de su corazón— durante toda su infancia.
Pasé los días anteriores almorzando con ambos, con Nico y Aurora. Estaba totalmente convencida de que ellos eran muy buena compañía, sobre todo ella. Siempre tenía algo que contar y transmitía demasiada alegría. Era como un rayito de sol, así la veía.
Fueron los almuerzos más divertidos que había tenido en mi vida. Y, por palabras de Aurora, dijo que no podía esperar para salir de la escuela y entrar a la facultad para estudiar y almorzar conmigo. Para ese tiempo yo ya estaría entrando en mi cuarta década y la facultad solo serían recuerdos vagos en mi cabeza, pero le dije que sí para no matarle la ilusión.
Logan detuvo el auto frente a la entrada principal de la facultad y me dio una mirada efímera.
—Nos vemos después de clase.
Quitó los seguros del auto para abrir la puerta y yo bajé en menos de un segundo. La situación entre nosotros estaba apagada, fría. Claramente a mí no me importaba, así él pasaba en su mundo y se olvidaba de mí por unos días.
Lo vi desaparecer calle abajo y me di la vuelta para entrar al edificio. Pasé por la acera, pero antes de abrir las puertas de cristal, me detuvo la voz de la persona que no esperaba escuchar a esta hora.
—¿Es cosa mía o los calcetines que sobresalen de tus tenis son verdes también?
Me giré hacia Nico y lo observé por unos segundos. Tenía los brazos cruzados, una chaqueta de cuero negra que le resaltaba las facciones varoniles del rostro, los lentes dándole un aire intelectual, el cabello castaño desordenado y una sonrisa coqueta en sus labios. Con ropa informal estaba... guapísimo. Hasta con el uniforme azul que portaba la mayoría de veces se veía estupendo, tenía que admitirlo.
Igual no pasaba nada si veíamos lindos a nuestros amigos, ¿cierto?
—¿Qué persona normal ve los calcetines de los demás?
—Alguien con buen gusto en la moda.
Sí, el cabrón sabía cómo combinar prendas y sacarle todo el provecho del mundo a su atractivo.
—¿Insinúas que no tengo buen gusto en la moda?
—Insinúo que tus calcetines verdes son bonitos.
—Nadie había halagado mis calcetines. Muchas gracias, doctor Bianchi.
Su comisura izquierda se elevó más, formando un hoyuelo en su mejilla. Pegué a mi pecho la carpeta que tenía con unas fotografías dentro y fruncí las cejas cuando vi la situación con claridad.
—¿Qué haces aquí tan temprano? Son las diez, Nico. Faltan horas para el almuerzo.
—Sí, pero hoy no solo almorzaremos. Tengo planes diferentes.
—¿Planes como cuáles? ¿Entrar a clases conmigo? ¿Escuchar la charla que el profesor piensa darme por las fotografías que pienso mostrarle? ¿Hacer...?
—Planes como ir a mi casa a celebrar un cumpleaños.
Mi cuerpo y mente se quedaron en blanco cuando escucharon el plan.
—Por salir la vez pasada fue que me gané un problema, Nico.
—Lo de hoy no implicará caídas —se excusó rápido—. Solo ambiente en familia, pastel y muchas historias por parte de mi hermano. —Medio sonrió—. Aparte que hay alguien con quien quiero que hables.
¿Alguien con quien quería que hablara? ¿Eso qué significaba? Di un paso hacia atrás y me empecé a balancear levemente con los pies. Debería entrar a clases porque tenía que enseñarle algunas fotografías al profesor. Aunque no había empezado a trabajar en el proyecto, saqué algunas para que viera que estaba trabajando en algo. Pero también quería ir con él...
—¿Me prometes que llegamos antes de mi horario de salida?
Nico no pudo evitar sonreír y asintió con la cabeza.
—Más que prometido. Te traigo antes de la salida, pero de aquí a las cuatro de la tarde me perteneces.
Me mordí el interior de la mejilla para ocultar una sonrisa. Subimos a su auto y salimos del edificio. De camino a su casa me iba hablando de la actividad. Ya sabía que el cumpleaños de Aurora era esta semana, no paró de repetirlo durante los almuerzos, pero no pensé que yo iba a formar parte de esa fecha.
Hace muchísimo que no asistía a un cumpleaños. Los de Logan siempre eran en casa de sus padres con sus amigos o parte de su familia, pero eran cumpleaños aburridos. Técnicamente era como si yo no formara parte de la actividad, así que me emocionaba un poco estar rodeada de otro ambiente.
Sobre todo, estar en la casa de Nico.
No recordaba la última vez que estuve en casa de algún amigo. Tuvo que haber sido en mis primeros años de secundaria, ¿tal vez? Pero, aunque no fuera algo nuevo, la situación con él era diferente. ¿Por qué?
—Todos mis amigos son los tuyos también —habló en el elevador mientras miraba mi reflejo en el espejo que teníamos enfrente—. Mi familia es la tuya también, aunque como consejo sugiero que andes lejos de ellos, sobre todo de mi hermano. Es la persona más molesta que existe en el planeta, no para de hablar y de hacer preguntas innecesarias. Siempre tiene algo que contar que no va ni al caso. Va a influenciarte para hacer cosas que amenacen contra la vida humana porque es salvaje y aventurero, además que...
—Tú estás hablando demasiado ahora mismo —lo interrumpí—. Así que no puedes quejarte de eso sobre tu hermano.
Nico se acomodó las mangas de la chaqueta de mal modo, como un niño regañado.
—Sí, pero él es peor.
Intenté no reír y dejé que me guiara por el pasillo hacia su apartamento. Abrió la puerta de su casa y unos globos flotando pasaron por delante de nosotros. Atrás de ellos, claramente, iban unos niños corriendo.
—¡El rojo es mío!
—¡Yo lo vi primero!
Miré a Nico con curiosidad.
—No tienes más hijos, ¿cierto?
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Editado: 20.11.2024