My Kind of Woman
Mac DeMarco
𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚
—Esa caja va en la otra habitación.
Jacob suspiró ante la orden de Nico y volvió a tomar la caja para llevarla hacia mi habitación.
Los Baker, Nico, Aurora y Lana me ayudaban a mover mis cosas a otro apartamento, lejos de Chelsea y más cerca de donde vivían ellos. Había pasado más de una semana del juicio y mi vida había cambiado en gran magnitud. Y en parte gracias a la ayuda de todos ellos.
Nico se había encargado de pagar absolutamente todo lo que Elizabeth quería devuelta, todo conforme a los dos años que llevaba de carrera. Había sido un milagro que Elizabeth no se acordara de la rehabilitación, porque eso también lo habían pagado ellos. Pero estaba segura que en cualquier momento tocarían a mi puerta y me darían cada uno de los recibos de ese año.
No había vuelto a hablar sobre ello con Nico. Habíamos pausado la conversación por todo lo del juicio y el proceso que conllevaba, pero sabía que teníamos una charla pendiente. Aunque ninguno de los dos lo hayamos pactado, sabía que él quería saber qué me había llevado a tomar esa decisión o cómo había sido el proceso que había llevado. Y yo quería darle respuestas.
Por otro lado, Jacob me ayudó con todo el proceso de la denuncia. Me explicó cada paso, incluso me habló de la gravedad de mi situación. Yo claramente lo sabía, pero nunca lo había visto de modo legal, con todos los reglamentos que había detrás, que eran demasiados, debía admitir. Y ahora que había pasado por cada uno de ellos, me sentía libre.
Johana se había puesto la misión de encontrar un trabajo que se mezclara con mis habilidades, y lo había encontrado. El lunes empezaba a trabajar como recepcionista en una galería de arte. Se presentaban tanto obras en pintura como enormes fotografías colgadas en las paredes, así que sería como un apoyo y motivación para terminar la carrera.
Y, Aurora, había tomado la importante misión de ayudarme a buscar un nuevo apartamento, cerca de su casa, claramente. Dijo que debía vivir cerca para tener noches de películas cuando quisiéramos y para que escapara de su casa cuando Nico no la dejara comer dulces y así se viniera a la mía, porque sabía que yo iba a ser más blanda con eso. ¿Quién podía resistirse a los chocolates y esas cosas? Nadie, solo Niccolò.
—¿Esta dónde va? —Johana preguntó con una caja en sus manos, con las cosas de Horus dentro de ella.
—Déjala aquí en el salón —le pedí.
—El gato aún no tiene habitación —Mason habló mientras abría una ventana para ver la ciudad.
—Toda la casa es su habitación —Aurora protestó. Me había dado cuenta que era fanática de los animales, pero por el trabajo de Nico y el tiempo que pasaba afuera, era mejor no tenerlos—. Es más, la casa es del gato, no de Olivia.
—Hey. —Jacob los señaló, intercalando el dedo entre los dos—. Sin pelear.
—Nadie está peleando —dijeron a la vez.
Una pequeña risa salió de mis labios. Era divertido verlos convivir.
Lana pasó detrás de mí con una caja llena de ropa. Ella también había sido de gran ayuda, no solo ahora, sino desde que empezó a trabajar para los Miller y se empezó a integrar en mi vida.
La vi entrar a mi nueva habitación y dejé lo que estaba haciendo en el salón para seguirla. Me había deshecho de muchas cosas cuando empaqué. Había muchísima ropa que había dejado en organizaciones de caridad, porque no quería tener las cosas que Logan me había regalado viviendo conmigo de nuevo.
Quería empezar desde cero en todos los sentidos posibles. Y la ropa era uno de esos sentidos.
—Veamos que podemos ordenar. —Empezó a sacar prendas para meterla en el armario.
Me daba gusto que estuviera aquí. Claramente Elizabeth no podía saberlo, la despediría solo por rencor y orgullo, pero en el momento en que se enteró que Logan no formaba parte de mi vida nunca más, corrió a buscarme.
—Este es bonito. —Levantó un vestido frente a ella—. Apuesto a que se le ve precioso.
Me lo había regalado mamá en el último cumpleaños que había pasado con ellos. Solo lo había usado una vez y fue cuando salí de rehabilitación y pasé al cementerio para visitarlos.
No quería volver a ver ese vestido en mi vida.
—Puedes dejártelo. —Me acerqué a ella y le quité el vestido para ponérselo al frente y que se viera en el espejo—. Está técnicamente nuevo. Solo lo usé una vez y fue como por veinte minutos. Si te gusta, es tuyo.
Lana se giró hacia mí y tomó el vestido con una sonrisa que reflejaba un valor más arriba que el cariño.
—Eres un ser increíble, ¿lo sabías? —Me sorprendí cuando me habló sin formalidades. Siempre insistía en llevar conmigo el mismo protocolo que con los Miller, y le había insistido en dejar de hacerlo, pero era complicado—. Tienes mucho que ofrecer al mundo, Olivia, solo que no lo notas, pero las personas alrededor tuyo lo saben. Así como también te quieren. Muchísimo.
Se me comprimió el corazón por un instante. Lana era una persona demasiado sincera y muy sabia también. Tenía un año más que ella, pero pareciera como si ella me ganara en inteligencia emocional por diez más.
—Se lo digo todo el tiempo —Nico habló en el umbral de la puerta. Ambas nos giramos hacia él y lo encontramos mirándome—, pero a veces puede ser un poco cabezota —bromeó y me sacó una sonrisa.
—Ya la conociera más —Lana concordó con él y la miré con los ojos entrecerrados—. Una maravillosa persona, pero a veces es muy difícil que escuche a los demás.
—Gracias, yo también te quiero, Lana.
—Y cuando se enoja... —continuó—. Créame, señor Bianchi, no quiere verla molesta. Solo lo he hecho una vez y fue suficiente para no querer llevarle la contraria.
Traté de recordar ese día y no pude evitar fruncir las cejas con un poco de recelo y vergüenza. La historia no era la historia más interesante, solo me molesté con uno de los amigos de Logan, en casa de sus padres, para un cumpleaños del señor Miller, pero eso no era nada influyente, sino que todo pasó porque iba demasiado drogada.
#197 en Joven Adulto
#3511 en Novela romántica
amor miedos secretos, temas sensibles, ayuda bullying maltrato amistad tristeza
Editado: 20.11.2024