New Person, Same Old Mistakes
Tame Impala
𝐍𝐢𝐜𝐨
Llevábamos al menos cuatro horas dentro de la discoteca y yo no había podido dejar de verla en todo ese tiempo. Primero, porque se veía preciosa y feliz. Segundo, porque ese vestido me estaba matando.
Olivia siempre era de usar pantalones y converse de diferentes colores, según la ropa que usaba. Así que verla en la acera, con las piernas y espalda al descubierto, el cabello recogido y un vestido corto y ajustado no había sido el comienzo que esperaba que tuviera mi noche.
La veía bailar desde el sofá de nuestra mesa. Evelyn, Emily, Johana y ella se habían integrado a un grupo aún más grande de amigas que estaban celebrando un cumpleaños. Jayden y Will habían subido a la terraza del segundo piso para fumar un cigarrillo, Taylor y Ben estaban en la barra pidiendo otro grupo de botellas y Jacob y yo conversábamos de vez en cuando en el sillón. Él no era mucho de bailar, pero le gustaba estar en el ambiente. Yo no solía tomar, pero hoy lo estaba haciendo.
—¿Por qué tan callado, Bianchi?
—Cansancio del trabajo. —Hablaba sin apartar la vista de unos ojos verde oliva—. No tengo ganas de hablar.
—Huh —dijo con burla y lo sentí acercarse a mí—. ¿O es que estás muy concentrado en algo que no puedes formar las palabras?
Lo miré un segundo y lo vi observando a Livvie con una sonrisa burlona. Intercalé la mirada entre ambos y luego lo vi a él con las cejas fruncidas.
—¿Qué es lo que tienes en la mente, Baker? —Se llevó el vaso a los labios sin desaparecer esa sonrisa. A veces lo odiaba tanto—. Dilo, porque se te va a hacer un cortocircuito.
—Solo pienso que... es una noche para disfrutar. —Fue su única respuesta. No era lo que quería oír, pero ¿qué era exactamente lo que quería escuchar?
Las chicas rieron cuando volvieron a la mesa. Livvie se sentó a mi lado y dejó caer la cabeza hacia atrás en el sillón. Respiraba pesadamente, su pecho subía y bajaba con fuerza. Mi mirada se perdió un segundo ahí, pero la aparté cuando ella me sonrió con coquetería.
—¿Qué? —me preguntó.
—¿Cuántas botellas llevas?
—Las suficientes para siquiera acordarme por qué estamos aquí.
Negué con la cabeza y ella se acercó a mí con una sonrisa hasta poner su cabeza en mi hombro. Sus ojos brillaban por el alcohol y las luces,
—Nadie me negó hacer lo que quisiera.
—Y no te estoy renegando. Puedes tomar lo que quieras mientras sepas dónde están los baños en caso de ser necesario.
—¡Bianchi! —Me empujó por el mismo hombro donde estaba recostada hace un segundo y yo deseé no haber hecho el comentario.
Levantó la cabeza de nuevo y me miró. Se veía relajada, feliz. Sabía que no salía mucho a fiestas, o que el idiota que solía llamar novio no la dejaba asistir a ellas, así que estaba disfrutando mucho la noche.
—¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una fiesta? —le pregunté. Livvie negó con la cabeza y pareció recordar algo.
—No volví a ir a fiestas desde que metí la pata en una.
—¿Tan malo fue?
—Me comporté como una niña, aunque tal vez si era una; tenía solo dieciséis años y estaba celosa de mi hermana y borracha hasta los huesos.
—Celos y alcohol no son una buena combinación.
Negó con la cabeza y buscó algo que añadir a la conversación antes de que ese recuerdo la atormentara, porque en su mirada se notaba que aún le dolía.
—¿Tú tampoco vas mucho a fiestas?
—No, en eso tenemos algo en común.
—¿Por qué no? —Me gustaba cuando se ponía curiosa.
—Dejé de asistir a ellas cuando después de una la cigüeña dejó a una niña en mi puerta.
Eso pareció asombrarla, porque levantó las cejas y abrió los ojos adormilados. Nunca le había hablado de cómo se dio mi relación con Anna, ni como Aurora llegó a mi vida. Tal vez era hora de empezar a hacerlo, pero claramente cuando estuviera totalmente consciente.
—¿La extrañas? —Su pregunta me sorprendió.
—¿A quién?
—A la madre de Aurora. —Fruncí las cejas, ¿A qué venía esa pregunta ahora?—. El día que me buscaste en la facultad dijiste que no estabas con ella, pero nunca me dijiste por qué. ¿La extrañas?
No se le escapaba ni un solo detalle en las conversaciones.
—No —dije seguro—. No la extraño, como Aurora tampoco lo hace.
—Pero los niños necesitan a una mamá...
—Anna no era una madre para ella.
Eso pareció dolerle. Sabía que no se llevaba con sus padres, no sabía el porqué, pero tal vez ella tenía a una Anna de madre y compartía el sentimiento.
—Pero...
—¡Shots para todos! —la interrumpió Ben.
Quise ahogarlo con todos los vasos que traía en una bandeja, pero a la vez estaba agradecido por ahorrarme esa conversación. Pese a que quería decirle mis cosas a Olivia, a veces no sabía cómo. En esa parte llegué a entenderla muy bien.
Empezaron a repartir los pequeños vasos para tomarlos a la vez. Will y Jayden bajaron las escaleras y llegaron de nuevo a la mesa. El olor a tabaco llegó a nosotros, a Olivia, porque pude ver cómo suspiraba y trataba de enfocar su atención en otra cosa. Quería dejar de fumar, pero eso solo eran palabras dichas por ella, no había intentado hacerlo. Lo que sí sabía era que no le gustaba fumar delante de mí, nunca lo había hecho. Por algún motivo sentía vergüenza cuando hablaba de eso conmigo. Se sentía culpable de alguna manera.
Su atención cayó sobre Taylor, que estaba sentado frente a ella. Él inclinó la cabeza a un lado y le sonrió. Yo suspiré y fijé mi atención en Will, que estaba de pie para decir algo. No quería ver cómo alguien de mi grupo de amigos se coqueteaba con la chica que había integrado a mi vida unos meses atrás. Con la chica que me gustaba, porque sí, lo hacía.
Olivia me gustaba, muchísimo, tanto que me asustaba, porque no quería salir lastimado de nuevo, pero me asustaba más porque sabía que no sería correspondido.
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Editado: 20.11.2024