This is me trying
Taylor Swift
𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚
Llamas, gritos, humo, ambulancias...
—¡Mamá! ¡Papá!
Hombres uniformados corrían con mangueras hacia la casa, los vecinos salían en pijama al ver las llamas, las personas se giraban hacia mí cuando gritaba desesperadamente, los perros alrededor ladraban fuertemente...
—Se tiene el reporte de tres adultos dentro de la casa.
—Mis papás están adentro, sáquenlos, por favor —pedí con lágrimas en los ojos—. Mi hermana...
Sentí los brazos de Logan alrededor de mi cuerpo, impidiéndome correr hacia la casa. Miraba la manera en la que las llamas se extendían, la manera en la que una explosión estalló...
Me tapé los ojos con el antebrazo cuando los colores naranjas se intensificaron. El olor a quemado estaba por todas partes. El sonido de las cosas rompiéndose, fundiéndose por el calor...
De reojo vi salir a Stella de la ayuda de un rescatista y sentí como si pudiera respirar un poco. Solo faltaba mamá y papá...
—¡Stell! —grité para que me escuchara.
La iluminación de las llamas no me dejaban verla completamente, pero estaba bien, estaba viva... Los paramédicos la subieron a la ambulancia y salieron de la residencia de inmediato. Respiré con dificultad cuando el humo y la presión en el pecho me impedían tomar aire.
—Un adulto masculino sin signos vitales —resonó por uno de los radios de los policías.
Mi corazón se detuvo por un segundo. La imagen de papá sin vida voló a mi cabeza y sentí cómo un dolor que nunca había experimentado se tornaba en mi interior.
Lo perdí y ni siquiera me pude despedir... No le había podido pedir perdón ni decirle un último «te quiero...»
—Una persona femenina con pocos signos vitales y quemaduras de tercer grado.
Logan me tomó del brazo y me llevó hacia atrás cuando vimos a los oficiales salir con mis padres en brazos. La visión se me tornó borrosa por la humedad en mis ojos y el nudo de mi garganta no dejaba salir ni un solo sonido. Mis oídos mostraban un sonido agudo y atormentador mientras veía las llamas intentando mantenerse vivas a la vez que el agua caía sobre ellas.
—¿Qué pasó? —alguien preguntó. Su voz hacía eco por mi cabeza.
Subieron a mamá a la ambulancia. Intentaban reanimar a papá, pero no funcionaba...
—El incendio creció en una de las habitaciones cercanas al jardín —informó un oficial.
Mi corazón latía muy lento, como si quisiera detenerse. Veía y escuchaba todo en cámara lenta, como si mi cerebro quisiera grabarse a detalle este momento...
—¿Se sabe por qué? —Una vecina se acercó a preguntar.
—Algo mal apagado es la teoría principal: una pequeña llama o fuente de calor que inició todo...
¿Habitación cercana al jardín? ¿Pequeña llama? ¿Fuente de calor...?
La colilla.
La colilla del cigarrillo había quedado mal apagada.
Fue mi culpa.
Me desperté en un segundo y me senté en la cama. Mi cuerpo sudaba y temblaba, sentía como si tuviera el calor de las llamas alrededor, quemándome completa.
Los recuerdos se hacían más vívidos conforme las fechas donde pasaron se acercaban. Faltaba un poco más de una semana para el aniversario luctuoso de mis padres. Ninguno de los dos pudo resistir a las quemaduras que envolvieron todo su cuerpo. Solo Stella llevaba el trágico recuerdo en su cabeza y lo compartía conmigo desde la distancia, porque después de lo que pasó hizo como si yo también hubiera muerto en ese incendio que provoqué.
Por eso sentía tanta culpa al fumar, porque más de la culpa que se tenía por tener una adicción, había sido el causante del suceso más desastroso de mi vida. Y aún dependía de eso que me había jodido la existencia entera.
Las palabras que mis padres me habían compartido a lo largo de mi vida, las acciones, los reproches, las diferencias..., todo eso rodaba siempre en mi cabeza, y había una voz dentro de mí que me decía que fui la culpable. No solo por haber dejado la colilla mal apagada, sino que en el fondo quería hacerlo..., cuando sería incapaz de hacer algo así.
Yo los amaba, después de todo los quería con mi vida entera. Hubiera dado lo que fuera por haber sido yo la que las llamas hubieran envuelto en vez de a ellos tres, pero todo lo que pasó fue como un castigo personal. Y aunque haya intentado ir a terapia en rehabilitación y tratar de convencerme a mí misma que fue un total accidente, sentía culpa. Muchísima...
Después de unos segundos me percaté que no estaba en mi habitación como debería, sino en otra muy diferente, pero que por las decoraciones reconocía demasiado bien.
Estaba en la casa de Nico.
«No, no, no...»
Me levanté desorientada y choqué con la mesa de noche, botando la lámpara sobre la madera. Busqué mis cosas y las encontré sobre una repisa debajo del televisor sobre la pared. Aún cargaba el vestido, pero ya no tenía recogido el pelo ni los zapatos conmigo. Me miré en el espejo, era un desastre de persona, el recuerdo me había hecho llorar dormida y tenía gotas negras y secas en las mejillas.
Giré el pomo de la puerta y caminé descalza por el pasillo para salir. Tenía la suerte de vivir a solo unos edificios de ellos. Vivíamos muy cerca, pero eso me hacía tener que caminar por la calle, en este desfavorable aspecto, hasta casa. Si la hora no engañaba ya Nico debería estar en el trabajo, tal vez solo estaba la chica que limpiaba su casa o...
—¿A dónde vas tan rápido? —Su voz se escuchó de manera acusadora desde la isla de la cocina.
Con la mano en el pomo de la puerta principal giré la cabeza para verlo. No estaba solo; Mason y Aurora desayunaban sobre la isla también. La suerte estaba de mi lado, al parecer.
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Editado: 20.11.2024