Flores silvestres.

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— Es hermoso — dijo en apenas un susurro y dejó caer su mochila. El paisaje delante de él lo había dejado sin aliento. Las largas horas de viaje y las molestias que tuvo durante su excursión por fin tenían un sentido.

Sacó fotografías de todo. La cascada frente a él fue su primera musa. Después, los peces que saltaban en el río y las aves que bajaban para descansar.

Tomo foto de los alrededores. Una gran cantidad de árboles se extendía a lo ancho de todo ese lugar, pero lo que más llamaba la atención eran las flores. Había demasiadas de ellas, el suelo estaba completamente tapizado, inclusive algunas lograron crecer entre los huecos de las rocas. Había flores blancas y amarillas, pero la que predominaba más, era la flor rosada.

Saco su libreta, un lápiz y comenzó a anotar sus observaciones. Él era más visual, pero su trabajo le pedía a detalles algunas cosas. Igual no tenía problema en hacerlo.

Camino por los alrededores y continuó con su trabajo. Todo marchaba bien hasta el momento y si seguía así, le darían una exclusiva en la revista.

Mientras continuaba escribiendo, escuchó algunas ramas moverse. Dejó de escribir y se giró para ver de dónde provenía el ruido, grande fue su confusión al no encontrar la causa.

— Que extraño... — iba a volver a lo suyo, cuando noto algo. Colocó el lápiz entre las hojas de la libreta y la cerró. Camino hasta llegar a lo que requería de su atención y se inclinó un poco.

Tocó con cuidado la flor de color rosa que había sido aplastada, quizá por algún animal. Se veía un poco diferente a las demás. Sacó un palito de paleta del bolsillo de su pantalón (compro una antes de ir a ese lugar) y lo sujeto con la flor usando un pedazo de papel.

Por lo menos podría crecer y continuar viviendo.

Se puso de pie nuevamente y tomó su cámara dispuesto a seguir con su trabajo.

— ¿Hola? — tuvo que hacer uso de su autocontrol para no pegar un grito de nena.

Del otro lado del rio formado por la cascada, había una chica con una vestimenta algo extravagante, de pie, mirándolo fijamente y... ¿le sonreía?

Pasaron varios minutos para que la sorpresa que se había llevado antes se disipara. Solo entonces fue capaz de hablar.

— ¿Quién eres? — preguntó en voz alta. La extraña chica, con cabello largo de color rosa y atado en una descuidada trenza, no le respondió. Comenzó a caminar rodeando el rio para llegar hacia él, a pasos lentos y suaves.

Por la forma en que lo observaba parecía tenerle... ¿miedo? Quien debería de estar asustado es el, ¿no?

— ¿Tú quién eres? — escuchó la voz de ella una vez que se acercó lo suficiente hasta el, quedando a tan solo unos cuantos metros de distancia — No suelen venir personas como tú a este lugar.

— Yo... — dudo un poco en responder. Al final acabó por hacerlo — Soy biólogo. Trabajo para una revista naturalista, me llamo Sasuke Uchiha.

— ¿Un biólogo? — Ella lo miró raro — ¿Que es un biólogo?

Los ojos de Sasuke se abrieron ligeramente más de lo normal debido a su estupor.

— ¿No sabes...? — Rasco su cabeza algo confundido — Bueno, un biólogo es una persona que estudia a los seres vivos. Como las plantas y sus organismos.

— Ah, vaya — ella se acercó un poco más — Entonces, ¿por eso viniste aquí? — parecía sentirse más en confianza, o por lo menos eso era lo que notaba.

— Si, así es — aun no comprendía muy bien la situación — Y, ¿tú vives aquí?

— Solo vengo a pasar el rato aquí — ella le respondió — Mi casa queda un poco más alejada de este lugar — dejo de mirarlo a los ojos.

— Oh, ya veo — quizá estaba perdida, o tal vez...

Abrió su libreta de nuevo y sacó un pedazo de papel doblado y algo gastado de entre las hojas. Lo repasó algunas veces hasta que por fin comprendió mejor la situación.

"La cascada de Kikyo Paz ha perdurado por más de cincuenta años. A pesar de su poca actividad turística, existen testimonios de quienes afirmaron haber encontrado grupos de personas y aldeas viviendo en las profundidades del bosque".

— Entonces... — volvió a mirar a la chica — ¿Tú vives por aquí cerca? — ahora tenía más sentido su extraña presencia en ese lugar, aun así continuaba pareciéndole alucinante.

— Más o menos — ella le sonrió.

Sasuke reparo un poco más en su vestimenta. Traía una blusa corta rosada que dejaba al descubierto su ombligo, la adornaban piedras doradas y colgantes. La falda de igual color, tenía colguijes dorados y un lazo del mismo color. Sus muñecas y tobillos estaban adornados por un par de pulseras doradas, y no llevaba zapatos.

— Ya veo — medito unos momentos la situación — Y... ¿viene mucha gente por aquí?

En ese momento la sonrisa se desvaneció del rostro de ella.

— Algo así — dijo con evidente preocupación, y Sasuke no comprendió a que se debía.

— Entiendo — prefirió abstenerse de preguntar cualquier otra cosa.

— Tú vienes de afuera, ¿verdad? — le preguntó ahora ella.

_Si — contesto simple mientras volvía a tomar su cámara. A toda costa debía terminar ese trabajo y dejar su curiosidad para otro momento.

— Ya veo — lo miro de pies a cabeza, lo cual incomodó un poco al Uchiha — Pero tú no eres mala persona.

— Bueno, supongo que no lo soy —respondió tranquilo— No debes preocuparte por mí, en seguida me retirare. Solo quiero terminar mi investigación.

Sasuke observo como la chica estrechó sus ojos, mirándolo fijamente con esos peculiares orbes color verde.

— Me quedare para vigilar que no hagas nada raro — ella le sonrió.

—... Supongo que no hay problema — realmente le daba igual, mientras pudiera terminar su trabajo.

Coloco el lente de la cámara frente a sus ojos y continuó sacando más fotografías.

La pelirrosa, que lo contemplaba desde una distancia prudente, se quedó embelesada ante el perfil delante de ella. No parecía ser como las demás personas, se veía tan... diferente.

Era como una flor que acababa de abrir sus pétalos. Fresco, joven; simplemente hermoso.




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