Estaba en mi palacio, siendo más específico en el comedor, con mi padre frente a mí y mi hermano menor unos puestos más alejado con el gesto crispado.
Mi padre, el Rey Louis, tenía las manos en su cabeza desarmando su cabello rubio, idéntico al mío, como si estuviese teniendo la peor migraña de su vida… su migraña era yo, claro.
—¡No llevo cinco años tratando de hacerte el mejor rey, para que ahora salgas con esto, Liam! —gritó enfadado desde su sitio—. He soportado todas tus tonterías, no te permitiré una más.
—¡Yo también he cedido a todas tus peticiones absurdas! —le devolví los gritos—. He hecho todo para ser un buen rey y no puedes negarlo.
—O te retractas de tu decisión, o no permitiré que gobiernes. —siguió su regaño.
—Por supuesto. Me retracto, ¿contento? —Mi padre miró al cielo pidiendo un milagro o un homicidio, lo que sirviera—. Será mí mandato y mí decisión es que se unifique el reino con él bosque. Piensalo, es una gran idea.
—No puedes estar hablando en serio —se unió mi hermano Leonord a la conversación.
Yo le lancé una mirada significativa para indicarle que cierre la boca o le lanzaría un tenedor a la frente.
—Pueden tener cualquier tipo de habilidades. —Ignore el comentario anterior— ¿Te imaginas a uno con una fuerza abrupta que facilite construcciones? O algo con el agua, cosa que ahorraría muchos viajes peligrosos a las costas, porque ya no serán peligrosos para empezar.
—¡No son personas con las que puedes negociar! Son bestias, ¡entiéndelo! —Le rodé los ojos a mi padre e inicié ademán para irme, pero su voz me frenó. —Son criaturas muy poderosas que podrían hacerle daño a todo el reino si quisieran.
—No los podemos eliminar sin terminar en una guerra y no desaparecerán por su cuenta ¿Por qué no hacer de su existencia útil en lugar de un martirio para nosotros? —En ese momento era él quién quería irse—. Si son tan poderosos ¿Qué te hace pensar que no harán algo para cruzar las barreras y vengarse por todo lo que les hemos hecho? Es preferible pedir la paz antes de que eso ocurra.
Mi padre me dió una última mirada para voltearse y decir.
—No te voy a permitir que intentes arruinar todo lo que hemos trabajado por tantos años y mucho menos que nos mates por tus caprichos.
Con eso, salió de la habitación dejándome solo con Leonord quien fingía ser una planta más para no terminar discutiendo como llevamos haciendo desde hace tiempo.
—¿Ahora estás en mí contra de forma tan abierta? —le pregunto con fastidio—. Si te conté lo que tenía planeado con esas criaturas no fué para que le dijeras a nuestro padre.
—No puedes pretender que no le diga tus patéticos planes para acabar con nosotros. —Solté un suspiro de rabia levantándome de la silla pero murmuró algo que acabó con mi paciencia—. Quizás así se dé cuenta que tú no deberías ser el rey…
—Aunque le digas mil barbaridades sobre mí, eso no cambiará que soy el heredero al trono. —Me acerqué de un modo más brusco al que me hubiese gustado—. Para poder cambiar eso tendría que estar muerto, y aquí estoy, te guste o no.
Dicho eso, salí del comedor para distraerme haciendo cualquier otra cosa...
Todo el resto día lo pasé buscando formas de crear sistemas de seguridad, nuevos armamentos, discursos de paz, algo que nos ayudara a enfrentarnos a esas cosas mágicas en caso de que en verdad mi plan saliese mal. Nunca lo admitiría con nadie, pero tenía mucho que perder y estaba bastante asustado de morir a penas me coronen.
Dentro de nada iba a ser mi coronación y quería cambiar muchas cosas las cuáles siempre supe que mi padre hacía mal. El reino podría ser explotado de tantas formas y él solo se quedaba con sus ideas estancadas. Pero con la seguridad que tenía de obtener la corona y poder cambiar a Lexter como tanto deseaba, no me preocupaba por él, aunque tuve que haberlo hecho.
A altas horas de la noche, dónde había terminado de trabajar y quería decirle a mi padre todas las ideas que se me había ocurrido, terminé espiándolo a él y a mi hermano desde la sombras, en una extraña conversación que me dió mala espina desde que Leonord entró en la habitación del Rey con mucha más cautela de la debida.
Me escabullí como pude, tratando de abrir la puerta lo más lento posible, aprovechando la oscuridad de la noche y la falta de velas encendidas; para que no noten que estaba fuera escuchando todo.
—...en la comida? ¿Y cuándo pregunten qué pasó con él?, ¿las fresas lo mataron? —preguntó Leonord con ironía.
—Inventar historias para que la muchedumbre las crea ciegamente sin generar dudas, es más sencillo de lo que piensas —le responde mi padre—. Y si no nos creen, ¿qué harán? Solo tenemos que avisar sobre la desafortunada noticia y que comenzaremos los preparativos para que tú seas Rey.
Apreté la mandíbula de tal forma que pensé que se me quedaría trabada así por siempre.
Estaban planeando matarme como si hablaran del menú del próximo día.
Miré a mi alrededor para asegurarme de que no estuviese alguien viéndome, aunque con la leve esperanza de que todo eso haya sido un chiste de mal gusto, pero no.
Mi padre y mi hermano en serio planeaban hacerme eso, solo porque no tomé las decisiones que a ellos les gustaban para el Lexter.
Me bloqueé en ese momento de todas las formas posibles. No sentía nada. Lo único que actuó en mí fué el instinto de supervivencia exigiendome que reaccione para escapar. Tanto así que en vez de gritar o quizás llorar en desolación, volví a mi habitación con la misma cautela para empacar algunas cosas en una bolsa de viajes. Tampoco sabía a dónde quería ir con exactitud, solo sabía que allí no podía estar más tiempo si quería dormir tranquilo.
Lo más cercano a una reacción por mi parte fué que algo dentro de mí aún quería pensar que escuché mal o que quizás malinterpreté lo que querían decir y solo era una confusión. Por ello me quedé hasta el desayuno junto a ellos al siguiente día. Tenía todo preparado, la bolsa de viajes con todo lo que pudiera necesitar dentro y mi espada, cerca de la salida más cercana por si tenía que correr a defenderme.
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Editado: 06.08.2025