Capítulo 2

Las cenizas de los arboles invadían el cielo nocturno y revelaban cientos de Kaijus escondidos en el bosque, un ejército deforme que no realizaba ningún movimiento, solo estaban esperando. Los soldados apuntaron hacia ellos y desataron un vendaval de balas, los gritos de las bestias comenzaron, pero seguían inmóviles, como si supiesen algo que nosotros no. Luego de unos instantes de mantenerse inmóviles mientras que decenas de ellos caían pudimos notar como algunos de ellos miraban fijamente al muro mientras sonreían, ya no quedaba rastro de los talismanes en los muros.

Los Kaijus se abalanzaron al unísono contra los muros, solo podíamos ver las siluetas que atravesaban el bosque por encima de las brasas, sin importar los disparos o incluso las llamas que calcinaban los cuerpos de los pocos que ya habían caído, los Kaiju no se detenían, en cuanto alcanzaron el muro la masacre comenzó. Algunos soldados redirigieron el fuego hacia los Kaiju que estaban escalando los muros, pero sus extremidades eran más largas que las de un humano, en instantes ya habían alcanzado la plataforma superior de los muros. En cuanto vi como los primeros soldados fueron triturados salte de la plataforma, no podíamos enfrentarlos, los gritos eran lo único que socavaba el crujido de los huesos de los hombres que eran devorados de forma brutal.

Los habitantes de la ciudadela estaban horrorizados, muchos corrieron hacia en el interior de los muros con las esperanza de escapar, pero el muro norte ya había caído, tan solo un punado de legionarios fueron capaces de escapar, dejando tras ellos el mismísimo infierno. Los Kaijus no dudaron en atravesar las llamas, tal vez habían logrado abatir una docena de ellos durante todo el tiroteo, en cambio ellos habían eliminado todas las defensas del muro norte como si nada, se dirigieron a toda velocidad hacia nosotros, al igual que todos estaba corriendo por mi vida, mi arma no me serviría de nada en este punto. Esas cosas eran rápidas, algunos ya nos estaban alcanzando, algunos de los rezagados ya estaban siendo devorados mientras suplicaban.

Cuando los Kaijus terminaron de comer, volvieron a perseguirnos con sus sonrisas bañadas en sangre y trozos de carne humana, cuando estuvieron a punto de alcanzarnos de nuevo fueron impactados por una fuerte explosión, una tras otra, la lluvia de disparos caía desde el cielo, las torretas de la ciudad habían sido activadas. Las grandes arañas de hierro que soportaban los cañones apuntaron en dirección del muro y en cuanto estuvieron fijadas al suelo dispararon una tras otra provocando un ruido ensordecedor. Habíamos conseguido algo de tiempo, pero los gritos de los Kaijus a la distancia no parecían gritos de dolor, al contrario parecían furiosos.

Nos refugiamos todos en un almacén antiguo, pero lo suficientemente grande como para albergar a todos los sobrevivientes del sector norte, además de ello las torretas habían sido trasladadas frente a las puertas. Las voces y los sollozos resonaban en las viejas paredes, algunas personas incluso comenzaban a discutir con los pocos soldados que se escondían con nosotros.

–¿Por qué están aquí malditos cobardes?, Deberían estar matando a esas cosas, para eso están aquí, deberían morir ustedes, ¡no nosotros! – No tardarían mucho en matarse entre si mismos con tal de sobrevivir – ¡Es su maldito trabajo!

–¡Cierra la boca imbécil! Si alguno de ustedes tiene un problema con que yo este aquí, les aseguro que no terminara bien para ustedes.

El soldado apunto hacia todos los que los rodearon, pero incluso en esas condiciones los hombres no retrocedieron, en este punto el miedo a la muerte no valía nada, éramos simples ratas escondiéndose en las sombras. El sonido mecánico de las torretas hizo que todos callaran de inmediato, se escuchaban solo los sollozos y la respiración de las personas, la primera torreta disparo, seguida de la segunda, provocando los gritos de los Kaiju, habían logrado encontrarnos de alguna forma, no tenía ningún sentido, el Kaiju que estudie no tenía ojos pero aun así eran capaces de localizarnos y perseguirnos de forma casi perfecta, solo pude pensar en una cosa "El sonido".

En contra de toda lógica o instinto decidí huir del almacén, corrí con todas mis fuerzas hacia la ciudad, sin prestar atención a los gritos de los soldados que me ordenaban volver con ellos. Tenía un mal presentimiento sobre el refugio, si era el sonido lo que los guiaba entonces los disparos de las torretas los guiarían a él en cuestión de minutos, pero de alguna forma también eran capaces de sentir la energía de los talismanes, ninguno ataco hasta que cayeron por completo. Había algo en ellos, algo que no pude ver en esa ocasión, nos reconocían, aunque sean más antiguos que los registros de la ciudadela reconocían a los humanos y su magia, no era la primera vez que nos encontrábamos.

Las calles estaban desoladas, cubiertas de sangre o escombros, pude llegar a mi taller rápidamente solo para contemplar las ruinas de lo que alguna vez fue mi hogar. Luego de tantas noches sin poder dormir pensando en todas la caída de los muros había adaptado mi sótano como un refugio, estaba reforzado y lo había llenado de provisiones con las que podría sobrevivir durante semanas. Me abrí paso entre los escombros hasta la apertura del sótano preparado para abrir los cerrojos cuando vi una silueta que provoco que mi sangre se congelara. Un Kaiju estaba entre las ruinas, sus brazos cubiertos de sangre y su boca llena de trozos de carne humana, estaba a tan solo unos metros de mí, viendo fijamente en mi dirección, me mantuve inmóvil sin emitir un solo sonido sin importar cuanto quisiera gritar. Esa cosa estaba dudando, a pesar de dirigirse lentamente hacia no parecía tener intención de atacar, tenía razón, los Kaiju se guiaban por el sonido, todavía tenía una mínima esperanza de salvarme, al menos eso creí cuando pude escuchar los gritos de una mujer detrás de mí, era una superviviente más la que había sellado nuestro destino.