Tenía recuerdos sobre una ciudadela llena de vida, cuyas calles se iluminaban con faroles por las noches, en la cual incluso los niños salían a jugar. Lo único que fui capaz de ver al estar fuera eran ruinas de lo que alguna vez fue mi hogar. Escale rápidamente a la casa más alta que seguía en pie solo para presenciar el purgatorio que se alzaba frente a mí. Las calles estaban destruidas, había rastros de explosiones por todas partes y cenizas que se extendían hasta los muros, los cuales estaban reducidos a escombros en este punto. La única esperanza que podía quedar era el templo de las legiones, eran los únicos que serían capaces de sobrevivir a esto sin duda.
Camine y camine a través de los escombros, espantando constantemente las moscas que habían invadido las ruinas, miles y miles de ellas alimentándose de los trozos de carne que quedaban en las calles. No había cuerpos, al menos no completo, todos habían sido desmembrados y devorados por los Kaiju. Las ratas también rondaban las calles, en busca de cuerpos putrefactos de los cuales alimentarse, por suerte para ellas había charcos de sangre seca y carne podrida cada pocos metros. En el camino pude apreciar algunos cadáveres de Kaiju, en su mayoría incinerados por los legionarios o reducidos a simples intestinos colgando, cuyo cuerpo había sido destruido por las torretas. Incluso viendo sus cadáveres, era obvio que por cada Kaiju muertos había cientos de cadáveres humanos, esta no era una pelea justa.
Una gran sensación de alivio me invadió cuando pude notar que los muros del templo seguían en pie, incluso aquellas grandes puertas de madera se mantenían intactas, pero el alivio duro poco cuando note el reflejo de la luz del sol contra los talismanes. Estaban prácticamente muertos. Si bien habían resistido mucho más que los talismanes de los muros exteriores, no parecían tener fuerza suficiente para repeler otra horda. Incluso si había sobrevivientes, nuestros días estaban contados, pero tenía un cierto consuelo, podría dormir tranquilo por primera vez en mucho tiempo.
Avance lentamente hacia las puertas de forma cautelosa, sabía que probablemente no era el único sobreviviente de esta ciudadela sin importar que tan haya sido la masacre. A pesar de que debería mantener la guardia, sentí una gran sensación de alivio al notar a los soldados asomarse por encima del muro. Probablemente no me consideraron una amenaza ya que comencé a reír histéricamente cuando note que me apuntaban con sus armas. Por primera vez en semanas me sentía vivo.
–¿Quién eres? ¿De dónde vienes? – Todas las preguntas provenían de un joven soldado, era evidente que no estaba preparado para su puesto.
–Mi nombre es Tadashi... Tadashi Kurogane. Soy el último cazador de la ciudadela de Kioto, en cuanto a las demás preguntas, déjenme entrar al templo y con mucho gusto les daré respuestas.
–¡Déjenlo pasar! – Pude reconocer esa voz de inmediato – Cualquiera que pueda pelear nos sirve en este instante – El rostro de Dorian se asomó finalmente.
En instantes las colosales puertas de madera comenzaron a abrirse, solo para revelar una imagen que nunca creí llegar a ver. El templo estaba lleno de refugiados, sobrevivientes, probablemente docenas tan solo frente a las puertas. Habían cajas con suministros dispersadas por doquier, algunas tiendas de campaña se erguían en el interior de los muros del templo. El lugar que alguna vez fue el orgullo de los legionarios se había convertido en la esperanza de toda la ciudadela.
–Nunca te creí capaz de sobrevivir a ese infierno muchacho – Al voltear pude ver a Dorian, acompañado de algunos soldados – ¿Cómo lo lograste?
–Me había preparado para algo así, tenía provisiones en mi sótano, he estado encerrado durante semanas.
–¿No sabes nada sobre otros sobrevivientes?
–Yo...- Dude ante su pregunte, no pude evitar pensar en ellos – No lo sé, es la primera vez que salgo del refugio desde que cayeron los muros–Dorian tan solo se limitó a asentir, probablemente se había dado cuenta de que algo no estaba bien.
–Ha pasado mucho desde entonces cazador. Al menos el noventa por ciento de la ciudadela está en ruinas, exceptuando este templo, no tenemos conocimientos sobre otro sector que haya resistido el ataque – Mientras que hablaba, comenzamos a caminar hacia el interior del templo – Le legión del fuego ya no existe, la mayoría de ellos murieron para ganar algo de tiempo. Los pocos que quedan no están en condiciones de pelear todavía.
–¿Qué ocurrió con las otras dos legiones?
–Acabadas en su gran mayoría, la legión del hielo logro sobrevivir a la primera horda, pero esas cosas han vuelto sin cesar desde entonces. Muchos de ellos fueron por cayeron desde entonces.
–Los escuche durante la noche, a los Kaiju. ¿Qué tan grave es la situación hasta ahora? – Dorian hizo una pequeña pausa para luego seguir caminando.
–Cuando los muros cayeron hace seis semanas, éramos cincuenta y un legionarios, encargados de proteger a los trescientos doce sobrevivientes. Ahora solo quedan poco más de veinte legionarios y unos cien sobrevivientes.
–¿Qué rayos ocurrió? – No había forma de sobrevivir si los Kaijus nos cazaban a ese ritmo, no había esperanza.
–Nos dimos cuenta rápidamente que la nueva variante Kaiju se guiaba por el sonido, por lo que ordenamos mantener silencio total durante los primeros días, pero también nos dimos cuenta de que solo venían durante las noches.
–Si tenía razón y esas cosas vienen de las grietas montañosas del este, probablemente no estén acostumbradas a la luz solar.
–Solo tenerlos de noche ya es problemático cazador. Por suerte no se acercan a los muros, pero cualquiera que se atreva a salir por la noche está sellando su muerte. Aunque puede sorprenderte muchacho, esas cosas no han sido nuestro mayor problema.
–Si un solo Kaiju de su clase es capaz de matar a media docena de legionarios, ¿Qué cosa puede ser peor en este momento?