Pasaron semanas antes de que ocurriera el primer incidente. Los generadores de la ciudad comenzaron a fallar debido a la falta de mantenimiento, en respuesta a ello se decidió enviar un escuadrón fuera del muro para solucionar el problema. Por lo que sabemos, los generadores estaban en peor estado de lo esperado y el escuadrón se vio obligado a quedarse hasta el anochecer. Como era de esperarse, perdimos todo contacto con ellos luego de eso. Luego de aquella noche en el muro fui introducido al cuerpo de defensa bajo órdenes de Dorian, con el objetivo de salir del templo en búsqueda de provisiones y cualquier cosa que pueda ser útil.
Los escuadrones seguían un patrón claro, solo cuatro soldados por escuadrón. Un legionario como líder, en mi caso, su nombre era Vincent. Era un hombre alto, de cabello castaño, a pesar de ser delgado su condición física era notable. Se trataba del único miembro de la legión del fuego que podía pelear. Todos los escuadrones tenían un corredor y un recolector. Prácticamente todos los corredores eran antiguos trabajadores de los barrios rojos, conocidos por ser rápidos escapando y conocer todos los callejones de la ciudadela. El nuestro se llamaba Kai, probablemente tenía mi edad, pelo negro, delgado y más bajo que Vincent y yo. A pesar de su apariencia era más ágil que cualquiera de los dos y era capaz de ubicarse en cualquier sector de la ciudadela a la perfección. Los recolectores nos encontrábamos en un punto intermedio, fuimos seleccionados por conocer cuales recursos eran esenciales y donde encontrarlos, además de tener la fuerza para abrirse paso entre las ruinas, algo que nos limitaba en términos de combate. Por ultimo cada escuadrón tenía a un francotirador vigilando la zona en todo momento. Para mi desgracia fui asignado al mismo escuadrón que aquella mujer arrogante que resultó ser una de las mejores francotiradoras de toda la ciudadela. Tenía cuentas pendientes con Dorian por hacerme esto, pero gracias a el finalmente su nombre "Sasha".
La prioridad absoluta de las fuerzas de defensa era encontrar antibióticos y suministros médicos. Habíamos perdido a casi veinte civiles más en las últimas semanas, sus heridas estaban infectadas y no teníamos forma de tratarlos. Habíamos llegado al punto en el que ya no necesitábamos camillas para los heridos, solo quedaban unas ochenta personas vivas en el templo, contando a los legionarios y los civiles. Tan solo quedaban un par de heridos en las tiendas, pero en estas condiciones casi cualquier herida abierta era peligrosa si no teníamos los suministros para desinfectarlas.
Sabíamos que había suministros decentes en los antiguos hospitales o en algunos de los refugios de la ciudadela, pero los Kaiju habían dejado un rastro de carne putrefacta en ellos. Incluso con mi mascara cubriendo el olor, todavía habían miles de gusanos y ratas arrastrándose entre los cadáveres, creando una imagen digna del infierno. No podíamos arriesgarnos a traer una peste al templo, considerando que no podíamos siquiera tratar a los heridos. Nos vimos obligados a buscar a ciegas los suministros, lo que finalmente nos llevó a los barrios rojos, o al menos lo que quedaba de ellos. Las tiendas estaban desiertas o reducidas a escombros, algunos de las torretas debieron impactar la zona, dejando cráteres en los cuales se habían formado charcos de sangre seca y agua.
–Nunca pensé que este lugar tendría un final tan patético – Exclamo Kai mientras nos adentrábamos a un Viejo negocio de tatuajes del barrio.
–¿Cuál habría sido un final digno para ti? – Pregunte yo.
–Siempre creí que algún legionario amargado vendría a causar problemas y comenzaríamos una Guerra civil – No pude evitar reír a carcajadas al escuchar su respuesta, hasta que Vincent decidió intervenir.
–Tal vez te parezca gracioso cazador, pero antes de todo esto habían muchos altos legionarios más que dispuestos a borrar estos barrios del mapa.
–Solo eran un montón de viejos con demasiado poder y tiempo libre. He tratado con los tuyos, si quisieran borrar este lugar del mapa como dices, sabes bien que lo hubieran hecho hace mucho.
–Tengo curiosidad por algo cazador, ¿Por qué los llaman así? – Pregunto Kai – No salen de los muros, y tampoco sirven a las legiones.
–Antes solían salir de los muros, acompañaban a los legionarios y solían extraer los recursos de los Kaiju sin la necesidad de arrastrar los cadáveres hasta la ciudadela. Por desgracia, la mayor parte murieron en el proceso, los pocos que quedaron fueron confinados a los muros – Respondió Vincent en mi lugar.
–¿Has salido alguna vez de los muros?
–Nunca... He trabajado como cazador desde que tengo memoria, pero jamás he puesto un pie fuera de los muros. Pero si te interesa saber, los hombres que me ensenaron el oficio sí pudieron explorar el exterior. ¿Por qué crees que soy el último?
–Pensé que podrías tener habilidades interesantes.
–Perdón por decepcionarte, pero soy un humano cualquiera hasta donde sé, solamente he tenido suerte de no morir atrozmente.
–Paren de perder el tiempo los dos – Exclamo Vincent – Tenemos trabajo que hacer y el atardecer se acerca, tenemos que apresurarnos.
Ambos asentimos y seguimos con nuestro trabajo, ninguno de nosotros quería seguir aquí al anochecer. Por desgracia no pudimos encontrar gran cosa, mas allá de algunos vendajes y sedantes no había nada útil en el edificio. Por suerte estos barrios eran conocidos por traficar desde armas hasta medicamentos fuertes, por lo que era tan solo cuestión de tiempo antes de que encontráramos lo que necesitábamos.
Luego de algunas horas Kai encontró algunas cosas interesantes, entre ellas armas de alta potencia, municiones y varios sedantes fuertes. Vincent dio la orden de retirarse comenzó el atardecer. Para cuando llegamos al templo el cielo ya se había tenido de un color rojizo, faltaba poco para el anochecer. Descargamos nuestro pequeño botín y todos tomaron su propio camino, por mi parte, me dirigía hacia las tiendas para descansar un poco.