Fractum

Cap. 4: El ser de la pesadilla.

Cómo todos los días , Mark iba a la enfermería a visitar a su mejor amigo. Tenía una semana allí. Matthew tenía la pinta de un cadáver, en las noches solo dormía una o dos horas a lo mucho, le aterraba regresar a las pesadillas. Mark le llevaba libros para que Matthew se distraiga pero era inútil, el miedo a "El" lo dominaba. Allison de vez en cuando iba a verlo y le contaba sobre sus sueños y lo poco que sabía de su antepasado y los libros malditos.

—No se el nombre de los demás libros— decía decaída— También desconozco si ya los tenga alguien en posesión. Pero mientras no se unan los siete ni se abran creo que estaremos bien.

—Si a esto se le puede llamar "bien"— decía Matthew desanimado.

Mark solo los veía preocupado, su mejor amigo solo le había contado del hombre misterioso y sabía del Liber Mortis solo por qué estaba con el cuando apareció. Pero no sabía nada por lo que pasaba, las pesadillas, el acoso de "El" como lo llamaban y la creciente paranoia y esquizofrenia que nacía en el.
Allison se fue al caer la noche. Mark aún se quedó un rato más.

—¿Qué pasa, Mark?.

—¿Cómo?— respondió sorprendido— no pasa nada Matth.

—Claro que pasa algo— dijo viéndolo a los ojos— Estás preocupado, verdad.

—¿Tanto se nota?— dijo apenado— lo que pasa es que no sabía nada de nada. Pensaba que solo eran sueños tuyos y que el Liber Mortis lo habías sacado de la biblioteca. Pero ahora veo que es algo más, más grande de lo que pensaba. Cuando te vi en el filo del balcón y lanzarte fue aterrador, tu no harías algo semejante. Y luego apareció ella, justo después de leer del conde ¿Ella como lo supo? Pensé que era una mala broma. Pero ella también lo ve, y tú solo me habías contado a mi de "El" Entonces ¿Cómo supo sobre "El"?. Esto es real amigo. No sé que pasará después, puede que algo peor, estaré aquí para ti, amigo.

Matthew lo veía conmovido, por algo era su mejor amigo.

—Gracias, Mark— Le dijo al tiempo que extendía el puño— Eres el mejor amigo que alguien pudiera tener.

Mark chocó puños con Matthew.

—Tengo que irme— Dijo— Vendré mañana.

Mark caminaba por el oscuro pasillo del primer piso. Iba perdido en sus pensamientos cuando se dió cuenta estaba parado frente a la sala de enfermería.

—¿Cómo llegué aquí?.

Mark de nuevo caminó a su dormitorio. Ahora poniendo atención por dónde caminaba. Por un rato sintió que iba bien pero al dar la vuelta en una esquina otra vez estaba allí, en la enfermería. Mark se quedó frío. ¿Qué pasa? Se decía. Por tercera vez volvió a irse, ahora corriendo. Una neblina cubría el corredor. Algo hacia que el ambiente se sintiera sofocante, como si el aire se acabara. Siguió corriendo hasta subir al segundo piso. Estando allí se sintió un poco aliviado.

—Llegué al fin— dijo con alivio.

Abrió la puerta de su dormitorio y de nuevo, dentro estaba la enfermería. Pero era distinta. Había varias camillas viejas, con manchas de sangre y las sábanas rajadas. Las ventanas estaban cubiertas por tablones. Los focos parpadeando con un toque tenebroso. Mark se dió la vuelta para regresarse pero la puerta ¡Había desaparecido!. Un sonido lo puso en alerta, era como gotas de agua, ¡Glup! ¡Glup! ¡Glup!. Mark caminó pegado a la pared, "Esto no es real, esto no es real, esto no es real". De nuevo ese sonido desagradable, "Glup, Glup, Glup". Con la piel de gallina y el corazón en la mano siguió caminando. En la parte trasera de la enfermería había una camilla cubierta de cortinas blancas desgarradas, con sangre y sin luz. Dió unos pasos con mucho cuidado, cuando la luz se encendió en la camilla. Mark se detuvo, se quedó quieto, mirando. La silueta de un ser amorfo, que poco a poco su sombra se amasaba hasta quedar en una figura casi en cuatro patas. Tenía unas piernas encorvadas y cortas, como un caballo. Sus extremidades eran largas, llegaban hasta el suelo, pero su cabeza era de una forma casi como la de un tiburón martillo. 
Mark daba pasos para atrás, intentaba alejarse sin ser detectado. Cuando se dió la vuelta y quiso irse una voz hizo que se quedará inmobil del terror que sintió.

—¿Allí estás, amigo mío?— su voz era la de... ¿Matth?— Mark, ¿Que me ha pasado? Está todo oscuro.

El miedo se le enterraba como miles de pequeñas agujas. Solo quería gritar y correr. Esa cosa no era su amigo. Escuchó como se corrían las cortinas, giró lentamente, casi como en automático, como si algo lo obligara a girarse. Lo que vio lo dejo helado. Era como una babosa gigante. Su piel lucía viscosa a la luz, tenía unas pequeñas agujas negras en los brazos, pierna y centro de la cabeza. Goteaba una sustancia gelatinosa de todo su cuerpo, pero lo más raro era que carecía de ojos, en vez de eso tenía las protuberancias como la de los tiburones martillo con agujeros en las orillas. Tenía grandes dientes picudos y afilados y su boca siempre marcaba una grotesca sonrisa.

—¿Dónde estás amigo?— Ahora su voz comenzaba a distorsionarse, ya no era como la de Matthew— ¡Dónde estás!

Un agudo chirrido salió de su hocico. Con sus grandes extremidades comenzó a quitar las camillas del medio. Mark lanzo un grito aterrador. Comenzó a correr aterrado, la sala parecía no tener fin. Mark esquivaba todo tipo de cosas, en cuanto a la criatura saltaba, se pegaba a la pared y se colgaba de los candelabros.

—¿Porque huyes, amigo?.

Mark llegó a una puerta que estaba misteriosamente abierta. Se paró frente a ella con dudas sobre pasar por ella. La criatura se detuvo.

—¿Adónde te fuiste, amigo?.

La criatura rondaba alrededor, en búsqueda de Mark. Se detuvo frente a el. El corazón de Mark latía al borde del colapso, sostuvo lo primero que encontró y lo lanzó lejos. La criatura hizo caso omiso al ruido.

—Crees que eso funcionará en mí, estás equivocado— se levantó a su máxima altura— Serás mío.

Mark se dejó caer de espalda en la puerta. Detrás un vacío lo esperaba. 
Todo estaba oscuro, era una oscuridad pesada y abrumadora. Mark sentía una pesadez en su cuerpo, no podía moverse. Sentía la lluvia caer en su pesado cuerpo. <<¿Dónde estoy>> sintió alguien con el, una presencia inhumana. Solo miró un pie deforme, gelatinoso y pálido frente a el.




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