Fractum

Cap. 5: Directo al infierno.

"¿Dónde estoy?" Se preguntaba Mark cada que despertaba. Le era difícil saber si estaba despierto o estaba en una horrible pesadilla, lo cierto era que todo era surreal y aterrador. Estaba sumergido en una profunda oscuridad, tan pesada que no podía moverse. Era una oscuridad violenta y cruel.

Allí, Mark sentía que flotaba, no sabía decir si había estado horas, días o semanas. El tiempo estaba detenido para el. Una gota de agua cayó sobre su frente, pronto le siguió un gran chubasco de lluvia helada.

Pronto sintió un tacto frío y lodoso, se percató que estaba recostado en la tierra. Se puso en pie, "¿Dónde estoy?". La lluvia caía de abajo hacia arriba. Miró a su alrededor y todo estaba de cabeza. Miraba a lo lejos el viejo internado dónde residía, pero... Distinto.

La barda perimetral no estaba, al igual que las bancas del patio central ni el gran portón. En su lugar había varias lápidas y cruces. En las ramas de los árboles habían varias celdas con cuerpos dentro y el gran faro del fondo se encontraba encendido. Un sabor salado inundó su boca, un sabor parecido a la sangre. La lluvia se tornó carmesí, al igual que la tierra. Comenzó a llover sangre.

En una de las cruces estaba parado un hombre, alto, con gabardina negra y sombrero de copa. Mark lo observaba de lejos y el hombre hacia lo mismo. 
La sangre cayó se manera súbita, todo volvió a estar del lado correcto. Los cuervos cantaban una tenebrosa canción mientras picoteaban los cuerpos de las celdas colgadas. Mark observaba al hombre, estaba algo lejos de él pero sentía una presión horrible en el estómago. La luz del faro se enfocó en Mark, eso provocó un silencio sepulcral. Toda atención cayó en el. Mark intentó correr pero una gran mano blanca lo detuvo. Su tacto era pegajoso y sus ojos sin luz no emitían emoción alguna, eran ojos muertos.

Lo lanzó hacia la puerta. De nuevo estaba en la oscuridad. Unas luces verdes se encendieron. Varias antorchas emitían esa luz fantasmal. Dentro se encontraba lleno de máquinas e instrumentos extraños. Frascos con líquidos raros y criaturas grotescas. Un piano tocaba una melodía tan tenebrosa que provocaba la piel de gallina. Mark caminó entre los instrumentos maquiavélicos. Se paró frente a un frasco con líquido verdoso que contenía lo que parecía un feto pero con unos extraños tentáculos en ves de brazos. Lo toco y el feto emitió un horrible chillido que casi le reventaba los tímpanos a Mark.

El silencio reinó. Ese pesado silencio, notó que el piano se había detenido. Unos pesados pasos se oyeron a lo lejos, venían hacia el. Intentó correr pero era imposible, estaba rodeado de cientos de instrumentos espantosos. Miró una sombra extenderse por la escalera.

—¿Acaso tenemos visitas?— dijo una voz melosa.

Mark giró para esconderse, algo lo sostuvo del hombro.

—¿Porque corres muchacho?— La voz melosa cambio a una agresiva— acabas de llegar, ¿Crees que te dejaré ir?.

Mark miró a quien lo había agarrado. Fue aterrador. El hombre vestía traje de gala con varias manchas de sangre, sus manos eran pálidas y frías. Su cabeza se encontraba dentro de una jaula circular, parecida a las de pájaro, solo que llenas de grandes estacas metálicas que atravesaban su cráneo. Sus ojos eran amarillos, inexpresivos. La mitad izquierda del rostro estaba quemada, aún se le veían rastros de brasas ardientes en el. La mitad derecha no tenía piel, era casi todo huesos, solo los ojos estaban intactos.

—He traído el sacrificio, Amo— Dijo el hombre de gabardina, su voz era demoníaca— Un alma pura para poder abrir...

—liber animarum—terminó el hombre enjaulado— El libro de las almas.

El hombre de gabardina sostuvo a Mark del cuello, ahorcandolo. Lo último que Mark vio fue al hombre enjaulado sostener un libro rojo, con un ojo en la tapa; un tenebroso ojo.

Matthew estaba por salir de la enfermería, estaba casi todo listo. Allison se encontraba con el. Ella sostenía un montón de panfletos; con la cara de Mark. Ya había pasado una semana desde su desaparición, misteriosamente nadie recordaba a Mark, como si nunca hubiera existido. La última vez que lo vio fue el día día que Allison le avisó de su desaparición, bueno aún no estaba seguro si realmente lo vió o si en verdad era Mark.

—Matth— dijo Allison— Renunciaré a la presidencia estudiantil.

—¡¿Qué?!— Matthew no daba crédito— ¿Porqué? No debes renunciar.

—No puedo seguir allí— dijo decidida— Me quita tiempo, debo estar para ayudarte. Mira nos conocemos de hace poco pero sufrimos de lo mismo, pasamos lo mismo. Debemos ayudarnos.

—Pero...

—Pero nada, hay que encontrar a Mark y siendo presidenta será imposible ayudarte. Además hay que buscar información de los libros y...

Matthew puso su mano en la cabeza de Allison revolviendole el cabello rojo.

—Gracias, Allison.

Allison se ruborizó, le quitó la mano rápidamente y se volteó.

—No es nada.

Esa tarde, al salir de la enfermería se separaron para repartir los panfletos. Esparcieron tantos como pudieron, pero nada; nadie sabía de él. La mayoría ni siquiera se acordaban de haberlo visto, incluso otros conocidos de Mark.

Sin darse cuenta, cayó la noche. Cansado de caminar todo el día sin éxito alguno de averiguar el paradero de su amigo. Derrotado se fue a su dormitorio. Pasó junto al pasillo del sótano, un aire frío recorrió su espalda. Sentía que debia ir al sótano y abrir su vieja puerta, pudo resistir la tentación.
Siguió adelante, justo al dar vuelta en la esquina sintió una mirada clavada en el. Miró atrás y lo vió. Matthew se talló los ojos para verificar que lo que vio no era una ilusión. ¿Porqué Mark caminaba hacia el sótano?.

Matthew se regresó. Afuera la lluvia asediaba como miles de flechas a un castillo. Los truenos y relámpagos iluminaban el cielo, la luz eléctrica se corto; quedando todo a oscuras. Bajó las escaleras hacia el sótano, Mark estaba parado frente a la puerta, dándole la espalda a Matthew.




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