Fractum

Cap. 10: Apocrypha.

Dentro del reino de las pesadillas, justo en lo más bajo de ellas se encontraba un lugar profano, sádico y maldito. Allí, Miles de almas vagaban sin rumbo, todas víctimas de crueles rituales para ascender al vacío.

El cielo estaba completamente cubierto por nubes tormentosas, los relámpagos iluminaban los tenebrosos árboles marchitos y la tierra rojiza por la sangre que caía de dichas nubes adornaban el castillo maldito de Eintracht. Las paredes estaban llenas de cuerpos y cadáveres. Los cimientos aún soltaban un olor a quemado; aún recordaban el incendio del pasado.

Adentro todo era igual. El castillo estaba lleno de objetos inhumanos, profanados y blasfemos. En el cuarto principal había un escritorio lleno de objetos de procedencia inhumana, objetos traídos de otras dimensiones malditas. Frente a la ventana estaba el Conde Maxim Eintracht viendo las Miles de almas deambular sin rumbo.

Alguien se paró en el umbral de la puerta.

—Parece ser que Thorne Solskjaér comenzó a mover sus fichas — Decía un joven con gafas— Entrenará a Crowne a controlar el Liber Mortis para andar libremente por la pesadilla y…

—Llegar al límite sombrío y acabar con R’ellitie — terminó Eintracht — Acaso se le olvida que necesito esto.

El conde levantó el Liber animarum.

—Thorne quiere que busque los otros dos libros primero — Siguió el chico de gafas— Ellos tienen el Liber Mortis de Crowne, el Necro Tenebrae de su nieta, el Liber Somnia de Thorne y de alguna manera han conseguido el Orgha Infinium.

El Conde golpeó con su puño el escritorio, tirando todo lo que había en el

—¡Maldita sea!— Gritó furioso — ¡Ese hijo de puta! Cómo es posible que tengan cuatro libros en posesión.

—Además el Cosmium nos han descubierto, saben dónde se encuentra Apocrypha. En cualquier momento vendrán.

El Conde Eintracht estaba más que furioso. Todo eran malas noticias.

—Consigueme tiempo— Dijo el Conde— trae todas las almas a Apocrypha, he encontrado el hechizo que necesitabamos. Seremos seres superiores.

—¿Qué pasará con Crowne y el Cosmium?.

—Ya te contaré, has lo que pedí.

—Si, amo Eintracht.

El chico de gafas salió a gran velocidad de allí. El conde se sentó en su silla, tocaba su rostro; notaba que la piel que le faltaba en el rostro comenzaba a regresar.

—Falta un poco más y será el momento de actuar. Solo un poco más.

Agarró una pequeña figura de su escritorio, una igual a la que tenía Thorne en su oficina, el Tótem de R’ellitie.

—Frank— Dijo de pronto— Has llegado.

Frank Müller apareció en la puerta, traía consigo a una persona inconsciente.

—Lo he traído, Amo— Dejó caer el cuerpo— ¿Seguro que es la persona que necesitamos?.

—Lo es Frank. Esa persona era de las más cercanas a Xavier Crowne, también perteneciente a Somnia Limitis. Thomas Linderman.

Frank pateo a Thomas para verificar que seguía con vida. Gimió de dolor al sentir las patadas.

—¡Bienvenido!— Exclamó Eintracht— Siéntese como en casa.

Thomas le escupió en la cara.

—Haha— Rio Eintracht — ¿Así me pagas la hospitalidad?

Eintracht impactó su extraña jaula que llevaba en su cabeza en contra de Thomas.

—Intenté ser bueno pero te negaste. Te haré sufrir.

—Hijo de puta— Susurró Thomas— Jamás obtendrás lo que deseas.

—¿No?— Dijo en burla— He abierto el Liber Animarum y las almas comienzan a aglomerarse afuera Sabes lo que significa ¿Verdad?

Thomas sudaba frío. Visiones de horrores invadieron sus pensamientos. “Invadir”.

—¿De verdad lo harás?.

Eintracht reía como psicópata.

—Claro que lo haré. Solo necesito una cosa más, por esa razón sigues aquí con vida y no con las almas afuera

Thomas sentía un horror indescriptible. ¿Está tan loco para hacer “eso”? Parece que si.

—¡No te lo entregaré!— se llevó la mano a su cuello, sujetó el talismán que colgaba de el— ¡No lo haré!

—Ouh sabes que lo necesito y también algo más — Dijo meloso— Vamos que dices si me dices y toda tu familia no recibirá daño. ¿Qué dices?.

Thomas lo tenía que pensar. ¿Acaso era demasiado egoísta? Salvar su familia y dejar morir a todas las demás personas. Tenía que tomar una decisión.

—¿Qué decides, Thomas Linderman?.

—No lo haré, vete a la mierda.

—Que desilusión — Dijo decepcionado — Te di la oportunidad de salvar a tu esposa y pequeña hija. Imbécil.

Eintracht chasqueo lo dedos y apareció una pequeña niña de seis años junto a una señora. Ambas estaban abrazadas. Thomas las miró sorprendido.

—Gina… Eli… — Las miraba perplejo — ¡Suéltalas!.

Eintracht hizo una mueca terrorífica.

—Mira lo que tú estupidez provocará.




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