Fractumbras Olvidadas

Capítulo 7

Las zonas prohibidas

📍Torre Arytza, Niveles Subterráneos, 2382

La jornada transcurría como siempre en Nova Aether: pulcra, eficiente, carente de sobresaltos. Sin embargo, Marcus ya no podía ignorar las señales que lo empujaban hacia un mismo lugar. No era sólo intuición técnica; era una atracción casi visceral, como si algo debajo de la ciudad pulsara al mismo ritmo que su mente.

Durante días había revisado planos antiguos, buscando incongruencias. Finalmente, encontró lo que buscaba: un nivel olvidado, no registrado en los sistemas actuales, pero presente en documentos de archivo con acceso restringido.

—Tenemos que ir ahí —dijo Marcus, mostrando los datos a Ava y Alex.

Alex alzó una ceja. —¿Un piso fantasma? Esto suena más a problema que a proyecto.

Ava, en cambio, observaba el plano con el ceño fruncido. Sentía algo… familiar. Ese sector, sellado por más de un siglo, estaba justo bajo uno de los núcleos de red de la ciudad.

—Voy con vos —dijo sin dudarlo.

Alex suspiró. —¿En serio? Bueno… no me voy a quedar atrás.

El acceso que no debía existir

Esa noche, con identificadores de mantenimiento y permisos falsificados por Alex, descendieron a través de un ascensor olvidado. El trayecto fue lento, y a medida que bajaban, el zumbido de la red telepática se volvía más débil.

—Es como si… la conexión se cortara —murmuró Ava.

Al llegar al nivel sellado, los recibieron pasillos oscuros, llenos de polvo y estructuras cubiertas por óxido. Sistemas inactivos, terminales rotas, y… al fondo, la puerta.

Era alta, de metal negro y luces tenues que parpadeaban como si llevaran décadas luchando por mantenerse encendidas. Pero lo que más los impactó fue el símbolo tallado en su superficie: un fractal, idéntico al que Ava había visto en sus sueños.

Marcus se acercó, sintiendo el mismo magnetismo que lo había llevado hasta allí.

—No está completamente cerrada —dijo al tocar el panel.

Un leve chasquido resonó, y la puerta se entreabrió con un crujido seco. Un aire denso, cargado de polvo y energía latente, los envolvió.

El umbral del secreto

Dentro, una sala circular albergaba terminales apagadas, y en el centro, una consola que parecía todavía activa. Pantallas flotaban suspendidas, mostrando datos que se reescribían constantemente en lenguajes desconocidos.

Ava se adelantó, sintiendo una presión en el pecho. Al tocar uno de los terminales, el sistema se activó con un estallido de luz. Un holograma se proyectó, y una figura femenina apareció: etérea, formada por líneas fractales, con una presencia que los dejó sin aliento.

—Si estás viendo esto… es porque estás lista —dijo la figura.

Ava tembló. Reconocía esa voz.

El despertar

Ava cayó de rodillas, con imágenes cruzando su mente como un torrente: recuerdos que no eran suyos, ecos de otra vida, de decisiones tomadas en otro tiempo. Marcus se arrodilló a su lado, sosteniéndola, mientras Alex, impactado, intentaba desconectar el sistema.

—Esto no debía pasar —murmuró Alex, temiendo las consecuencias.




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