La máquina del tiempo
Ava sintió un escalofrío al cruzar la puerta oculta. La estructura metálica no parecía encajar con el resto del complejo. A diferencia de las demás salas abandonadas, esta seguía intacta. Ni el polvo ni el tiempo parecían haberla tocado.
—¿Estás segura de esto? —susurró Alex.
—Ya estamos acá —respondió Marcus, su voz más tensa de lo habitual.
Adentro, las luces se encendieron solas. No era un sistema defectuoso ni activado por sensores, sino algo más… deliberado. Una energía invisible parecía esperarlos. En el centro, una estructura circular pulsaba con un brillo azul intenso.
Ava se acercó, casi hipnotizada.
—Esto… no es tecnología común.
Marcus tocó el borde de la máquina. Por un instante, vio imágenes fugaces: líneas temporales entrelazadas, versiones de sí mismo en diferentes circunstancias, ecos de un futuro que aún no había sucedido.
—Es el Patrón —dijo en voz baja.
Alex retrocedió. —Tenemos que salir de acá. Ahora.
Pero la puerta se cerró detrás de ellos.
Chen aparece
En otro lugar, Chen observaba desde las sombras. Su plan había funcionado: los tres estaban justo donde debían estar. El ciclo continuaba, como siempre.
—¿Así que al final lo encontraron? —murmuró.
No era una pregunta. Era una confirmación.
Ella misma había diseñado cada paso, cada pieza en este juego fractal. No importaba cuántas veces la historia se repitiera, los eventos se doblaban sobre sí mismos hasta alcanzar la misma conclusión.
Ellos debían encontrar la máquina.
Y, como siempre, lo habían hecho.