A veces, el silencio dice más que una guerra.
Luna no huyó. No se escondió. Simplemente se alejó. Sabía que quedarse significaba ser absorbida por un ciclo que ya no podía aceptar. Chen había elegido su camino. Y aunque Luna sentía que la había perdido, también comprendía que no todo estaba perdido.
Desde la distancia, veía cómo Arytza crecía con una perfección aterradora. Los patrones no solo influenciaban decisiones… las diseñaban. El futuro estaba siendo moldeado por una lógica que no tenía compasión, y eso, para Luna, era el verdadero enemigo.
Mientras el polvo marciano devoraba el horizonte, Luna supo que no bastaba con resistirse. Tenía que actuar.
No para ganar. Sino para sembrar.
Sembrar una grieta.
Un desvío.
Una estrategia.