El rugido del Patrón ya no era un susurro. La Gran Esfera vibraba con una frecuencia inestable, como si la estructura que había contenido milenios de pensamiento humano ya no pudiera sostener el peso de sus propias decisiones.
Kahel descendió por la espiral central de la Esfera, cada paso acompañado por el temblor sutil del colapso inminente. A su alrededor, los nodos ya no se alineaban con precisión: algunos titilaban, otros se apagaban por segundos. La red estaba enferma.
Sira lo esperaba en el núcleo proyectivo. Su forma era distinta ahora, menos simétrica, más definida. Más... humana.
—Están preparando un ataque —dijo sin preámbulos.
Kahel no necesitó preguntar quiénes. Los Puristas habían perdido la paciencia. Ya no bastaba con aislar al Patrón. Querían quebrarlo, extirparlo del tejido dimensional como a un tumor.
—Y los Venerantes... —dijo Kahel.
—Están construyendo el Umbral —confirmó Sira—. Piensan abrir un canal directo. Fusión consciente con el Patrón. Unificarse con él.
Kahel cerró los ojos. El equilibrio había muerto. Ahora solo quedaba la disolución o el salto.
—Entonces es ahora —dijo—. La misión no es opcional.
Cónclave de FragmentaciónKahel convocó a los nodos aún no comprometidos. No eran muchos. Tal vez no bastaban.
Se encontraron en el estrato más profundo de la Esfera, donde la resonancia aún era estable. Allí, entre estructuras ya deterioradas, planteó su visión.
—El Patrón no será vencido ni asimilado —dijo—. Pero puede ser comprendido, si viajamos a su raíz.
—No tiene raíz —objetó una voz. Era Myr, nodo de navegación.
—Tiene convergencias —respondió Sira—. Nudos en el tejido. Chen es uno de ellos.
La mención del nombre provocó una onda de reconocimiento. Chen, la madre de Arytza. La iniciadora del primer gran desvío.
Kahel mostró lo que había descubierto: registros ocultos entre las capas del Patrón, líneas de decisión que nacían en la época de la colonización marciana, patrones que cambiaban forma al ser observados.
—Podemos intervenir. No destruir. No salvar. Pero sí… sembrar.
La palabra quedó suspendida en el aire.
Escisión FinalMientras el grupo de Kahel activaba el protocolo de proyección, los Puristas lanzaban su ofensiva. Enormes fractales comprimidos en estructuras agresivas eran lanzados contra los nodos Venerantes, que respondían expandiendo el Umbral.
El núcleo de la Esfera tembló. Una grieta dimensional se abrió, y por ella se filtraron ecos deformes: fragmentos de realidades alternativas, versiones congeladas de humanos que nunca existieron.
Kahel se mantuvo firme.
—Inicien la secuencia —ordenó.
Los nodos activaron el canal. No era un túnel. No era tiempo. Era convergencia.
La Gran Esfera comenzó a colapsar. En su centro, Kahel y Sira eran luz disgregándose, proyectándose hacia la multiplicidad del pasado.
Y justo antes de desaparecer, Kahel sintió la presencia del Patrón, no como enemigo, sino como testigo.
—No venimos a destruirte —susurró—. Venimos a recordar quiénes fuimos antes de olvidarte.
El Patrón no respondió.
No podía. Aún.