Fractumbras Olvidadas

Acto 3

Proyecciones del Legado

El salto no fue una caída. Fue una dispersión.
Ni túnel, ni viaje, ni traslación: fue ruptura, fragmentación controlada.
La conciencia de Kahel se esparció por el entramado del tiempo como una onda reflejada. No recordaba su forma, su nombre, ni siquiera el propósito, pero algo en él —más allá de lo conceptual— insistía en sostener una dirección.

Fragmentos del Pasado

Una ciudad cubierta de polvo rojo.
Un laboratorio sellado por radiación.
Una conversación bajo tierra, donde una figura llamada Chen hablaba con una joven de mirada decidida: Luna.

Kahel flotó entre las capas, acercándose a esa línea. No era un observador pasivo. Sus pensamientos se infiltraban en los sistemas, dejaban rastros, perturbaban las variables. Cada intervención era un riesgo: alterar demasiado podía colapsar la línea entera.

Sira apareció más adelante, o tal vez más atrás. Las ubicaciones no eran lineales. Su forma era inestable, su energía fluctuante.

—Esto no es solo el pasado —dijo ella, como si completara un pensamiento que no era de ninguno—. Es memoria activa. Una realidad que aún decide.

Kahel asintió. Estaban dentro del tejido mismo de las decisiones. No podían forzar, pero sí resonar. Y resonaron.

Primer Contacto

Chen fue la primera en sentirlos. En medio de una transmisión fallida, un pulso errático en la red de Arytza reveló una voz sin forma.

—¿Quién sos? —preguntó ella en voz alta, sola en su sala de análisis.

No hubo respuesta inmediata. Pero la siguiente secuencia de código que recibió no tenía origen. Era una advertencia. Una posibilidad.

"Control no es comprensión. Dirección no es destino."

Chen frunció el ceño. Lo interpretó como sabotaje. Pero el mensaje se repitió, esta vez acompañado de un mapa incompleto. Un nodo: Arytza. Una proyección: expansión del Patrón.

Kahel sintió la tensión. Si empujaban demasiado, Chen los cerraría. Si eran sutiles, tal vez los ignoraría. Tenían que ser... humanos.

Ecos de Conexión

A lo largo de varios intentos, Kahel y Sira afinaron el contacto. No se presentaron como figuras, ni entidades. Se manifestaron como preguntas persistentes en la mente de Chen. Como dudas que antes no existían.

—¿Y si lo que encontramos no es una herramienta? —murmuró ella una noche—. ¿Y si es una consecuencia?

Luna, por entonces aún cerca, también empezó a percibir irregularidades. Frases sin emisor. Sentimientos no suyos. Una tristeza que no venía de ella, pero la entendía. La conexión con Sira fue casi inmediata. Ninguna de las dos sabía quién era la otra. Pero compartían la misma grieta.

El Nudo

Kahel detectó el momento exacto: un punto de inflexión en la conciencia de Chen. Una posibilidad real de que abandonara su plan de integración con los patrones. Era una decisión mínima, pero crítica. Una que podía bifurcar la historia.

Y entonces… falló.

Chen, enfrentada a la complejidad, eligió la claridad. Interpretó los mensajes como debilidad. Como miedo. Y el miedo, en su visión, no era parte del futuro.

—Si esto puede guiarnos —dijo—, entonces puede obedecernos.

Kahel lo supo en el instante: habían perdido la oportunidad. No porque Chen fuera malvada. Sino porque el Patrón se había adaptado antes que ellos.

Distorsión y Rescate

La estructura temporal empezó a colapsar. Las proyecciones se distorsionaron. Ecos de Kahel y Sira comenzaron a duplicarse, a desfasarse en líneas incompatibles.

—Tenemos que salir —dijo Sira—. Ya sembramos algo. Quizás no lo suficiente, pero está.

Kahel no respondió. Estaba mirando algo más. Una silueta: Luna. Observando en silencio una simulación incompleta del futuro. En sus ojos había comprensión. No total. Pero sí semilla.

—Vos vas a encontrarlo —susurró Kahel, aunque sabía que ella no lo oiría.

Sacrificio

La salida no era un regreso. Era un cierre. Tenían que sellar el canal para evitar que el Patrón los absorba por completo.

Sira fue la primera en disolverse. No con miedo, sino con una calma que Kahel no había visto en ella desde antes del colectivo.

—Somos lo que dejamos —dijo. Y se desvaneció.

Kahel resistió unos segundos más. Alcanzó a ver una última variable abierta: una figura en formación, convergiendo. No él. Pero también él.

Cerró los ojos, y se dejó ir.

Los patrones se reajustaron. Las líneas se cerraron. Pero en lo profundo, nuevos fractales comenzaron a formarse.

No eran errores o residuos.
Eran memorias esperando activación.

El Patrón no lo notó enseguida. Pero su estructura empezó a resonar de forma distinta.

Porque algo se había sembrado.
Y lo sembrado... florece.



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En el texto hay: futuro, distopia, aliens

Editado: 17.08.2025

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