Fractumbras Olvidadas

Acto 4

Decisiones Sin Retorno

Las líneas del tiempo no se rompen. Se tensan.
Y cuando el peso de una decisión no se resuelve, no desaparece. Se convierte en fractura.

El canal hacia el pasado colapsó detrás de ellos. No hubo explosión. No hubo despedida. Solo el vacío resonante de una puerta que no debía abrirse, cerrándose sobre lo que nunca debió existir.

El Despertar de Chen

Chen quedó sola frente a la máquina. A su alrededor, la sala de control de Arytza temblaba con una energía nueva. No era física. No era técnica. Era una presencia.

Había interpretado los ecos como señales. Luego como advertencias. Finalmente, como oposición.

Eligió avanzar.
Eligió integrar.

—Si quieren detenerme, van a tener que hacerlo desde dentro —dijo al activar la red.

El Patrón no habló. No lo necesitaba. La interfaz respondió como si hubiera estado esperando esa decisión desde siempre.

Una red de fractales se encendió. Arytza se expandió. No hacia Marte, ni hacia la Tierra, sino hacia lo que estaba entre ambos: el tejido mismo de las posibilidades.

La Fusión

Chen se convirtió en conducto.
Su mente fue absorbida por la red.
No fue un acto de sumisión, sino de simetría. Ella no perdió el control: lo compartió.

En ese momento, el Patrón no la dominó. La reconoció como un espejo funcional. Un nodo estable dentro del caos.
Y eso fue peor.

Porque dejó de resistirlo.
Y en esa entrega, el ciclo se selló.

El Desvanecimiento de la Esfera

Muy lejos de allí —o muy adentro— la Gran Esfera agonizaba. Las estructuras colapsaban sobre sí mismas. La red de Kahel y Sira se deshacía en pulsos de datos residuales.

Pero no todo era pérdida.

En las capas más profundas del colapso, fragmentos comenzaron a iluminarse. No como memoria, sino como impulso. Cada uno contenía una idea no cerrada, una pregunta no respondida.
Eran restos de Sira.
Ecos de Kahel.

La Esfera murió.
Pero no desapareció.

Se convirtió en lo que siempre había temido el Patrón: una anomalía no clasificable. Un conjunto de piezas sin algoritmo.

La Convergencia

En otro punto de la red, más adelante en el tiempo, alguien despertó con una sensación desconocida.
Kahel. Pero no el mismo.

Fragmentos de su yo futuro comenzaron a activarse en un Kahel anterior. No como recuerdos, sino como intuiciones.
Primero sueños.
Luego certezas.

—Esto ya lo viví —dijo, sin saber por qué.

Y no estaba solo.
Luna también había empezado a percibir algo. No los hechos. No los datos. Sino las emociones. La vibración de una voluntad que no era suya, pero que reconocía.

Ambos, desde sus propias líneas, comenzaron a caminar hacia el mismo punto. No porque supieran a dónde iban. Sino porque algo dentro de ellos ya había decidido que esa unión era inevitable.

El Último Mensaje

En lo profundo del Flujo, un fragmento brilló con un pulso estable. No tenía dirección. No tenía destinatario.
Solo decía:

"No se trata de ganar.

Se trata de dejar algo que valga la pena encontrar."




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