Fracturas

Un crimen de odio

La casa de Carlos Fuentes se encontraba abarrotada de gente, el equipo de criminología ya estaba presente en la escena. En cuanto cruce la puerta vislumbre a Sandra, mi asistente, quien inmediatamente llegó y me puso al tanto de la situación.

-Buenos días señor, una vecina que le suele llevar panecillos al señor Fuentes fue la que nos llamó, se preocupó cuando no abrió la puerta, está en su casa esperando a que la interrogue. No hay señales de que fuera un robo. La policía llego y fue la que encontró el cuerpo, luego nos llamaron.

-¿Qué me puedes decir del cuerpo?-dije mientras me guiaba a la habitación.

El cuerpo del Carlos Fuentes estaba recostado en la cama rodeado de sangre que ya se empezaba a secar, sus sabanas color crema estaban revueltas y teñidas de rojo. Grandes perforaciones se podían distinguir en su pecho, al menos unas seis, el odio se distinguía en estas paredes.

-Según el forense su cuerpo indica que murió a las cinco de la madrugada, recibió siete puñaladas con un objeto punzo cortante que no hemos logrado identificar todavía, sin la autopsia no podemos indicar todavía el motivo de muerte. Le ataron las manos con abrazaderas plásticas por lo que si intento defenderse no puedo.

-¿Qué hay de las puertas?

-Ninguna fue forzada

-¿Y ventanas?

-Tampoco.

-Bien, en cuanto acaben de fotografiar y tomar muestras de la escena manda el cuerpo al quirófano, necesitamos la autopsia lo más pronto posible. Iré a entrevistar a la vecina, necesito que me busques el archivo del caso por el que fue encerrado Carlos Fuentes y lo dejes en mi escritorio, en cuanto llegue lo leeré.

-¿Cree que sea alguien relacionado con esa tragedia?

-Es lo más probable, este fue un crimen de odio y con lo acontecido hace años muchas personas querrían herirlo. Empezaremos por ahí.

-Entendido.

En cuanto toco a la puerta de la casa de al lado una señora regordeta me abre, su rosto muestra a una persona gentil pero en su gesto se puede ver consternación.

-Buenos días señora, soy el detective Enrique Montés, he venido a hacerle unas preguntas respecto a su vecino.

-Claro, por favor pase-dijo mientras se hacía a un lado para dejarme entrar- por favor siéntase cómodo, gusta algo de tomar, acabo de hacer té de manzanilla.

-Se lo agradezco pero será en otra ocasión-dije sentándome en el sofá de la sala.   

-Claro, entiendo-dijo mientras se secaba el sudor de las manos en su delantal- Carlos está muerto ¿cierto?

-Es cierto, no luce sorprendida al respecto, señora...

-Gómez, mi nombre es Alejandra, no me sorprende tristemente, él lo repetía constantemente y yo nunca pude contradecirlo. ¿Cómo murió?

-Fue asesinado

-¡Qué horror! Ojala Dios le tenga misericordia-comentó mientras se persinaba

-¿Platicaba mucho con él?

-Sí, era la única que platicaba con él, el resto del pueblo lo trata como escoria y finge que no existe, bueno existía.

-¿Qué relación tenía con la víctima?

-Soy su vecina de toda la vida, yo lo vi crecer, su madre Doña Margarita -que Dios la tenga en su gloria- era mi mejor amiga, yo nunca tuve hijos pero vi crecer a Carlos al otro lado de la cerca, me sentía como una segunda madre para él.

-Le mencionó a mi asistente que le solía llevar panecillos ¿Por qué motivo?

-Como le mencionó lo conozco desde pequeño y pase muchas tardes en su casa jugando cartas con su madre. Siempre me ha gustado cocinar postres, así que cada que iba de visita le llevaba panecillos de zarzamora, eran sus favoritos. Cuando salió de la cárcel y regreso a la vieja casa de al lado le lleve unos cuantos por los viejos tiempos, sabía que necesitaría a una amiga ahora que su madre no estaba, cuando menos me di cuenta se volvió una costumbre darle una docena cada miércoles.

-¿Notó algo extraño ayer o en los días previos?

-No, todo ha sido como siempre y créame que le digo que lo habría notado si hubiera pasado, aquí todo es igual cada día. Soy ya una mujer de sesenta y ocho años de edad por lo que me quedo en casa todo el día y le puedo decir que nada fuera de lugar ha pasado.

-Mencionó que Carlos decía que moriría constantemente, ¿tenía alguna sospecha que le llegará a comentar? ¿Le dijo que estaba en peligro?

-Si él pensaba en alguien en particular que pudiera llevar a cabo tan terrible acto no lo compartió conmigo, pero puedo decirle que ese hombre cargaba con muchos demonios tras lo sucedido en su vida los últimos años. Sabía que nadie lo había perdonado porque él tampoco lo había hecho. Siempre decía que merecía morir de la forma más cruel.

-¿Cree que alguien del crimen de hace veinticinco años este involucrado?

-Podría apostarle que sí, tiene mucho terreno que abarcar detective, además de las personas que destruyó ese fatídico día no debe olvidar que estamos en un pueblo, ya no salen con antorchas ni trincheras pero siguen siendo así de resentidas e ignorantes y además de mí, él no tenía amigos.



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En el texto hay: un asesinato, un misterio, muchos sospechosos

Editado: 07.06.2020

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