Fragmentos del edicto

☆ LA VIDA QUE ROBÉ ☆

Luego del desayuno, sus padres la llamaron con una sonrisa, y un cuaderno de cubierta café y patrones en su mayoría espirales.

-No pudimos darte tu regalo antes-dijo Wilson mientras Miriam, se lo entregaba
-Es para que anotes todas tus ideas cuando aprendas a leer y escribir

Al recibirlo, varios pensamientos vinieron a la mente de Kaia, pero uno sobrepasaba a los demás:
"Ese regalo no me pertenece"

Fingiendo sorpresa, asentía en silencio. Entonces Miriam agregó:

-Olvidas que tu papá va a ser tu profesor desde hoy?

-Voy a ir a la escuela?-preguntó

-No, las niñas no van a la escuela-respondió-pero puedes aprender en casa. Tu papá es un gran maestro

"Genial a estudiar apenas llegué, por suerte y no son razones trigonométricas" pensó para si misma.

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La mañana era fresca, tras el desayuno y con su nuevo cuaderno en brazos, fue dirigida a la sala. Sentada en el suave sofá de color crema, frente a ella estaba otro cuaderno, algunos lápices. Kaia esperaba que la clase empezara de inmediato, pero su padre parecía aguardar algo más mientras miraba la puerta.

Entonces tocaron la puerta y la sirvienta abrió, dos siluetas se presentaron con algo de nerviosismo. Una mujer de prendas humildes, cabello recogido y manos ásperas, a su lado un niño, pelinegro y ojos cafés, con una sonrisa típica para una presentación, vestía pantalones cortos y una camisa algo grande para él, unos zapatos que estaban en el mejor estado posible que podría tener.

-Buenos días, señor y señora Ashbourne, les agradezco mucho por enseñar a Zyler, espero que no les cause problemas y volveré a recogerlo cuando la clase termine-se dirigío la madre del niño hacia los dueños de la casa

Con la misma amabilidad los Ashbourne, dieron la bienvenida al pequeño.
La señora Thalia Rowen vendía los postres que solía comprar la familia, y en esos pequeños encuentros se fue forjando una amistad. Su economía algo apretada no le permitía mandar a Zyler a la escuela y mucho menos considerar darle un tutor para algún "ecko"

El día del cumpleaños de Kaia, Wilson paso por la pequeña tienda mientras lo atendían vio a primer y único hijo de los Rowen ayudar con la limpieza del local.

Recordó que el niño tenía seis años, a esa edad es común que los niños de clases medias a altas empezaran a acudir a la escuela o estudiar en casa. Wilson sabía que algo como eso no era de esperar de una familia que estaba a una enfermedad de terminar en la calle, con eso en mente pudo ver la posibilidad de enseñar a Kaia junto a Zyler como compañero.

Esto podría ayudar a su hija que solía mostrarse muy tímida a relacionarse con más niños y hacer más amigos además de los gemelos Born y la pequeña María Levine.

La señora se despidió de su hijo y fue apurada a su trabajo, en cuanto al niño, mostró un buen comportamiento, no parecía alguien revoltoso ni mucho menos alguien totalmente serio, con la misma actitud se presentó a Kaia y esta pudo notar que era unos dedos más bajo que ella, la diferencia en la ropa de los niños era más visible al ponerlos juntos, pero aunque llevaba ropa que en este mundo se considera "inferior" su educación y actitud brillaba aún más.
Por qué sería inferior?
No hay tal diferencia, a sus ojos simplemente era como otro niño.

Tras el saludo, ambos niños estaban listos para aprender, tal vez fue por Zyler, que no suele hablar mucho cuando conoce a alguien nuevo o por Kaia que todavía no aceptaba que en este mundo volvía a ser una niña de seis años, pero ninguno menciono más palabra.

Empezó la clase y los primeros temas fueron los números y las letras.

Fue sencillo para Kaia, un poco diferente a los símbolos de los números en su mundo pero los valores seguirán siendo los mismos, después de todo las matemáticas son universales.

Con las letras, no fue diferente pues ya había pasado por el proceso de aprender un idioma, y a diferencia de uno extranjero aprender lo propio es mucho más facil, Zyler, en cambio, miraba los trazos sobre el cuaderno como si fueran jeroglíficos, y sólo hablaba cuando se le pedía repetir.

-y este que número es?-le preguntó Wilson, señalando sobre el cuaderno

Zyler con duda Balbuceo-Ese... es "uno"?

Wilson asintió con una sonrisa paciente.

Kaia volvió a mirar su cuaderno, tenía la respuesta antes de que se hiciera la pregunta, aunque tampoco es que pueda sentirse orgullosa de eso. Realmente no podía competir contra un niño, eso sería un poco... ridículo.

Zyler la miraba de reojo, como si intentara adivinar cuánto sabía ella que él no. Ella bajó la vista, incómoda.
No era su culpa que tuviera experiencia.

El niño no se había movido de su lugar en todo el rato. Su espalda estaba recta, como si sentarse mal fuera un crimen. Parecía concentrado, pero a Kaia le costaba saber si realmente era tan complicado entender lo que hacían

El reloj marcaba una hora que todavía dudaba si era igual al sistema horario de su mundo
Su estómago ya le gritaba que era hora de descansar y tomar un refrigerio, y su padre lo anunció poco después.

Tras un breve descanso en el balcón, dónde el viento fresco parecía calmar sus pensamientos...Kaia volvió a la sala. Zyler seguía allí aún con el cuaderno en la mano como si no hubiera notado el paso del tiempo.

Ella lo miró mientras tomaba su lugar en el sofá, no se inmutó a su mal hábito de lanzar prejuicios, aunque no lo dijo en voz alta su mente ya había dado lugar a un "tal vez el niño solo busca dar la impresión de ser dedicado, de quedar bien", lamentablemente como podría decirle que no es así? Que este niño quería aprovechar cada instante que podía para prender mucho, que soñaba con tener algún ecko, con ser un pilar para su familia, alguien que les brindara paz con su avance.

Termino el receso y volvieron a los libros, Wilson les guío en sus primeros trazos. Kaia los trazó sin esfuerzo, aunque con torpeza por lo extraño del lápiz y el cuaderno. Zyler por su parte miró el cuaderno en silencio, con dedos rígidos e inseguridad, tomo el lápiz, su primer intento: una linea torcida.




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