Fragmentos del edicto

☆ENTREVISTA☆

Joshua llegó a la ubicación con facilidad, conocía esta ciudad sumida en la niebla como la palma de su mano.

Era una casa de dos pisos, situada en los alrededores de la ciudad. Allí se encontró con una fila de niños y adolescentes de distintas edades. Apenas había mujeres, y solo tres de los presentes eran adultos, todos esperaban a que algún sirviente apareciera para dar instrucciones sobre el trabajo.

Con pasos pesados, un hombre alto, con una chaqueta oscura y una espada en la cintura, se paró en la entrada. Su mirada no se posó en nadie, solo señaló el camino hacia la amplia sala

El piso era de madera algo vieja, la escasa iluminación, los muebles sin decoración y las cortinas desteñidas de verde oscuro daban al ambiente un aire desolado

La mirada de los tres adultos se cruzó para confirmar que algo no concordaba a su alrededor. Sin decir palabras, cada uno avanzó. De las 37 personas, la mayoría eran niños

El ambiente se volvió más denso. Uno de los hombres adultos, de brazos marcados por el trabajo, bajó el ritmo y presionó el hombro del adolescente que lo acompañaba

—Algo está mal, debemos irnos—susurró, sin mostrar emoción

Sus instintos, afilados por años de trabajo en condiciones duras, le gritaban que eso no era solo otro trabajo más.

—Pero el trabajo?—el joven alzó la mirada, con duda.

—Olvida el trabajo—reprochó.

Se dio la indicación: pasarían a una entrevista, uno por uno. Llamaron al primer adulto, quien siguió a uno de los hombres armados hacia una habitación al fondo del pasillo...

El resto tuvo que esperar, algunos parados, otros sentados en los sillones

Joshua se encontraba junto a un grupo, cerca de una ventana en la esquina de la sala. Mientras se mentalizaba para no ponerse nervioso, alzó la mirada hacia el balcón interno del segundo piso. Un hombre pelinegro, atractivo, de ojos indiferentes, los observaba.

Vestía un abrigo largo de tela negra con detalles verde oscuro en los bordes. El cuello alzado y los hombros marcados por costuras pesadas le daban una silueta poderosa. Bajo el abrigo se intuía una camisa blanca de cuello alto, con botones negros. En el lado izquierdo del pecho, un emblema brillante en forma de espiral verde con bordes negros relucía bajo la escasa luz, como si respirara con vida propia.

Mirando desde la distancia a las personas reunidas en la sala, cuestionó a su soldado más leal, su mano derecha

—Byron, por qué hay tres adultos?—preguntó con voz pesada al joven soldado que estaba detrás de él

—Oh...debieron haber visto el anuncio por error, mi señor—intentó explicar con rapidez

—Elimínalos—ordenó con gran facilidad

—Se está haciendo—afirmo con mano en pecho

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Uno de los adultos, acompañado por un muchacho, se aproximaba a la salida donde un soldado montaba guardia. Caminaban con naturalidad, como si simplemente esperaran su turno. Pero sus pasos se desviaban, lentos pero firmes, cada vez más cerca de la puerta.

Justo entonces, el oficial que guiaba las entrevistas regresó y los detuvo

—Es el turno del joven—anunció, con tono cortante

El hombre se detuvo, sonrió de inmediato y posó una mano sobre el hombro del chico.

—Iré primero—dijo rápidamente, y sin volverse al oficial, añadió en voz baja al joven—ve ahora

Pero el muchacho no se movió. Se quedó junto a él, con la mirada clavada en el suelo

—Julian, debes irte— repitió

El delgado adolescente miró a su amigo dirigirse hacia la habitación lejana. Volteó hacia al guardia de la entrada y bajo la mirada a la espada que estaba lista para ser desenfundada. Sin atreverse a preguntar, pensó que todo iría bien, esperaría

Se acercó a un grupo de niños que conversaban, intentando distraerse del nudo en el estómago, volteó a ver varias veces el largo pasillo. Todo estaría bien...

—Sabes qué hacen los ayudantes?—preguntaba con entusiasmo una niña de unos 12 años

—Son como sirvientes...ya sabes, traer esto y lo otro—respondió Joshua mientras miraba con envidia al adulto que iba primero. Se dirigió al joven junto a él—Es tu papá?

—No, es mi amigo. Nos conocimos en la construcción, de un pozo—respondió en voz baja.

—Oh, has trabajado en una construcción? Yo limpio chimeneas, limpio muchas

—Yo soy, era, una criada de una gran casa—comentó Sophia con cierta pesadez

—Por que ya no lo eres?

—Porque la familia a la que servía, se muda a Marnor. Si consigo el trabajo, podré ayudar a mi hermana mayor—respondio la niña con optimismo

—Uhm...si consiguiera el trabajo, con esa paga...podré comer muchas cosas. Y también Marco.

—Quién es Marco?—preguntó la niña.

—Es mi gato, tiene un ojo verde y otro azul

—Tienes un gato? Yo también quisiera tener uno

—Mmm... te daría uno, pero Marco es un niño y no puede tener hijos—pensó el niño

—Yo tengo una, es gris, se llama Azúcar—agregó Julián, interesado en la conversación

—Crees que le guste a Marco?

Los niños detuvieron su conversacion cuando el oficial que los guiaba hacia la habitación volvió y llamó al último hombre. Este estaba más nervioso y se retractó inmediatamente.

—No hay necesidad... creo que debería irme—respondió con una sonrisa.

—Seguro?—preguntó el oficial. Se acercó al hombre, lo tomó del hombro—Estarías perdiendo una gran oportunidad

El hombre dio un paso atrás, sus ojos fijos en la puerta. Apretó los puños, pero se detuvo al sentir el tacto.

Parpadeo dos veces, como si hubiese olvidado lo que estaba por decir. La tensión en su rostro se deshizo, y una sonrisa dócil, casi vacía, apareció en su lugar.
Aceleró el paso hacia la habitación de la entrevista y no se detuvo a mirar atrás

Cruzó el umbral de la puerta con firmeza, como si todo estuviera bajo control

Pero al pisar el interior, ese control se disolvió. El suelo pegajoso se aferró a sus botas, y un hedor metálico lo envolvió de inmediato. Iba a levantar la mano para cubrirse la nariz, pero un filo atravesó el aire con una precisión repetida




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